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Columnas y artículos de opinión
Salvador Nava Martínez: el mayor ejemplo de dignidad en la política mexicana
Eduardo de la Torre Jaramillo
16 de mayo de 2014
alcalorpolitico.com
Para la Princesa

Este año 2014 se cumplieron 100 años del natalicio del emblemático Doctor Salvador Nava Martínez, un oftalmólogo potosino que en 1991 le demostró a todo el país que la política podía tener valores, como: la honestidad, la congruencia, la fortaleza espiritual, la perseverancia, la prudencia, la templanza, la pluralidad, la inclusión y sobre todo el coraje cívico que lo caracterizó a lo largo de su vida; todo esto lo conformó como un auténtico demócrata.
 
El contexto político nacional era muy interesante, porque en julio de aquel año, el PRI había ganado la elección federal y obtuvo la mayoría en la Cámara de Diputados, ello por el realineamiento del voto en el plano nacional, ya que la clase media mexicana ilusamente creyó en el discurso gubernamental del “arribo al primer mundo”; empero, allí estaba la transición política que se estaba gestando en los estados, menciono como ejemplo a Guanajuato con Vicente Fox, a quién en una “concertacesión” le arrebatan la gubernatura de aquel estado en 1991. Eran los tiempos en donde la oposición prestigiada se enfrentaba al régimen político autoritario para establecer la democracia; y no como hoy –que la “oposición” desprestigiada prefiere cohabitar con el régimen político-.
 

Salvador Nava Martínez es uno de los hombres públicos mexicanos que se puede decir sin temor a equivocarme, -que fue un liderazgo ético-, ese personaje que no fue un político, ni un estadista, sino un ciudadano en toda la extensión del término, aquel que se involucró en la vida pública para enfrentar a los cacicazgos potosinos; primero al de Gonzalo N. Santos, el “Alazán Tostado”, quien por cierto acuñó aquella frase de que “la moral es un árbol que da moras”; y posteriormente a Carlos Jonguitud Barrios, líder magisterial y exgobernador de esa entidad federativa. Salvador Nava, quien al final de su vida no milito en ningún partido político, y que pudo unificar en 1991 al naciente PRD y al PAN en una coalición electoral local, además del PDM, y el Nava Partido Político, todos estos en el llamado Frente Cívico Potosino. Dicho sea de pasó a los caciques Santos y Jonguitud los derrotó electoralmente en 1956 y 1983 ganando la capital del estado. Este un claro ejemplo para los tontos que afirman que las elecciones se ganan sólo con dinero; aquí el prestigio y la ética política de un Quijote potosino pudo derrotar en dos ocasiones al régimen autoritario, -cuando las elecciones eran un simple trámite para aquel régimen-.
 
El ímpetu democrático del Doctor Salvador Nava Martínez lo llevó a buscar por segunda ocasión la candidatura a la gubernatura de su estado en 1961, cuyo desenlace electoral fue su encarcelamiento en el Campo Militar Número 1 de la ciudad de México; esa perseverancia y hasta podría decir en un lenguaje actual, la resiliencia política, lo llevó a buscar la gubernatura en 1991, pero en esta ocasión se enfrentaría a Carlos Salinas de Gortari, quien se refería con desprecio hacia el líder de la oposición en San Luis Potosí, como “el médico de pueblo”, esa soberbia sería castigada con el triunfo electoral y moral del admirado y querido Salvador Nava Martínez. Ese “médico de pueblo” no cobraba a los pobres, y cuando lo iban a ver en la madrugada a su casa, salía a atender a sus enfermos.
 
Empero, es interesante mencionar el papel que jugó San Luis Potosí, como uno de los estados donde se empezó a articular el complejo mapa de navegación de lo que sería la transición a la democracia en México; por ejemplo se organizó un Foro para analizar las elecciones locales, donde participaron los presidentes nacionales de los partidos políticos como el PAN y el PRD, Don Luis H. Álvarez y el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, los excandidatos presidenciales de 1988, el Ing. Heberto Castillo Martínez y Doña Rosario Ibarra de Piedra, además de los intelectuales Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Adolfo Aguilar Zinzer, José Antonio Crespo y los políticos Graco Ramírez, Antonio Santos, Samuel del Villar, inclusive enviaron sus mensajes dos miembros del Episcopado, Carlos Quintero Arce de Hermosillo (Sonora) y Arturo Lona de Tehuantepec (Oaxaca).
 

Ya con el fraude consumado, y con el reconocimiento del triunfo de Fausto Zapata, político de raíces echeverristas, se vino una batalla mediática, política y de movilización social; la disputa sólo duró trece días, momentos en los cuales el Doctor Salvador Nava decide iniciar una marcha de San Luis Potosí hacia el DF, aquella iba a ser una magna concentración en el Zócalo, un asustado Carlos Salinas de Gortari, tuvo que cambiar su postura política de sostener el fraude electoral y se produjo la renuncia del “impostor” como le llamaron a Fausto Zapata; mientras Nava Martínez emprendía la marcha, las mujeres potosinas se organizaron para hacerle los “cacerolazos” a quien no había ganado la elección, en las puertas del palacio de gobierno.
 
Parte del éxito político de esa historia fue la internacionalización del conflicto, la cual indirectamente estuvo a cargo de Enrique Krauze, quien publicó un artículo en el periódico La Jornada que se llamó “El Prinosaurio”, el cual fue reproducido por el The Wall Street Journal, allí escribió lo siguiente:
 
Esta situación debe cambiar, y los cambios, nos guste o no, provendrán de actos de arriba que reconozcan o desencadenen –sobre los aparatos- fuerzas de abajo. Como en Guanajuato, y por razones mucho más profundas, el presidente Salinas podría reconocer y desencadenar la madurez política de San Luis Potosí mediante un acto de desagravio. Hacerlo es actuar con arrojo histórico, con generosidad y sentido de justicia. No hacerlo es aferrarse a una inercia ciega e inútil, es bloquear la vía natural de México hacia la democracia.
 
Este paisaje de la historia política de México, nos lleva preguntarnos en primera instancia ¿qué le pasó a la transición a la democracia?, si en los años noventa se reunían la izquierda y la derecha hasta con los representantes progresistas de la Iglesia Católica para impulsar el proyecto democrático; bueno era una izquierda ilustrada no ultramontana como la que hay hoy en día, si es que todavía le podemos llamar izquierda. Y la derecha encabezada por un símbolo político como Don Luis H. Álvarez, y el secretario general que era el intelectual Carlos Castillo Peraza; fue así de como los ideales y aspiraciones democráticas con el paso de los años mutaron para optar por el confort y convertir a la política ya no como la actividad más noble que puede desarrollar un ser humano, sino la a la más innoble, corrupta, cruel y sanguinaria actividad; en fin es la degradación de la política y el empequeñecimiento de la clase política, ya que hoy al escuchar la denominación hacia las “oposiciones”, como “rojas” nos debe llenar de vergüenza, porque el resultado de todo esto, es tirar a la basura los últimos 25 años de lucha democrática en este país, y lo peor por unas cuantas monedas con las que compran a los dirigentes de las oposiciones. Definitivamente hay que empezar a discutir en primera instancia hacia dónde vamos, y considero que el primer ejercicio es retomar el rumbo de la transición.
 

Finalmente, el mejor homenaje que se le puede hacer al Doctor Salvador Nava Martínez es recobrar sus valores políticos y formar y multiplicar liderazgos éticos.