icono menu responsive
Columnas y artículos de opinión
Plan B
El cártel gobernante
Lydia Cacho
16 de junio de 2014
alcalorpolitico.com
Su delgadez, el tono de su piel, la lentitud con la que camina y su persistente
ausencia en la casa de gobierno desde que fuera electo gobernador de Michoacán
lo delatan. Fausto Vallejo sabía que estaba enfermo de gravedad desde que se
lanzó en campaña, como dijimos hace unos meses, estaba esperando el triunfo para
irse al Chicago University Hospital donde connotados hepatólogos le harían un
transplante para extirpar su hígado colapsado a raíz de una cirrosis biliar que

le dejó el órgano como un gran fibroma. Cuando estuve en ese hospital con un par
de los mejores hepatólogos, entendí que lo que Vallejo necesitaba para
sobrevivir al trasplante y adaptarse a esa nueva vida a su edad (65 años) era,
reposo absoluto (como lo tuvo durante más de un año). Los médicos recomendaron
que no se estresara, cambiara su alimentación y que de ninguna manera siguiera
la vida que llevaba antes del trasplante. Su familia le suplicó que se cuidara,

pero luego de una reunión con el Presidente Peña y con el secretario de
gobernación el acuerdo consistió —me informan mis fuentes— en que él
permaneciera como responsable del gobierno michoacano, aunque en realidad quien
gobernaría por él sería un equipo conformado desde la Segob. El PRI no estaba
dispuesto a perder el coto de poder.
 

Hace unos días Vallejo, convaleciente nuevamente por complicaciones, reveló su
complicidad con el fomento y crecimiento de la crisis de seguridad en su estado.
Ante la evidencia de un video y fotografías filtradas por la SEIDO en las que
aparece su hijo, Rodrigo Vallejo Mora, en una reunión con el líder de los
Caballeros Templarios, el gobernador reveló ante CB Televisión “…qué está en
video, no sé, pero lo que sí puedo decir es de que hay cientos de videos en

donde desfilaron los principales aguacateros. Se los llevaban hasta en parvadas,
en autobuses, a muchos de ellos se los llevaron, gasolineros, constructores,
presidentes municipales”; aseguró que existen los videos como muestra de un mal
de muchos.
 
El gobernador explicó que el cártel acostumbra secuestrar a todo tipo de

personas y que se les fuerza a hacer pactos; algo que desde hace años sucede en
la mitad del país. Aquí debo acotar que conozco a un ex periodista de Tamaulipas
que fue secuestrado por los Zetas, grabaron las conversaciones en que aceptó que
nunca hablaría de sus actividades criminales, su vida estaba en peligro y él
dijo que sí a todo. Ahora, cada vez que hay masacres, en la redacción reciben
una llamada de Los Zetas para advertir que no se publique o alguien morirá. Se

entiende pues, que existe la posibilidad de que el hijo del gobernador fuese
secuestrado y que el pago, además de económico, consistiera en un supuesto pacto
de “no agresión”. Sin embargo varias cosas llaman profundamente la atención: que
Vallejo se exprese como si fuera un ciudadano más, carente por completo de poder
sobre la delincuencia. Que su hijo, dadas las circunstancias, no haya tenido
protección y nadie supiera de ese secuestro hasta ahora. Que admita

públicamente, con cierto hastío, lo que Mireles nos ha dicho: que en realidad la
casa de gobierno es la de los Templarios. Ellos mandan, ellos ponen las reglas,
ellos condicionan la economía de Michoacán a los convenios con el cártel.
Castillo, enviado de Peña para hacer control de daños, colabora en mantener la
farsa invitando periodistas a un tour por Michoacán. En este caso la salud de un
político sí es un asunto público. Mientras los medios se distraen con la

legalización de las autodefensas, las y los michoacanos siguen sumidos en una
crisis de seguridad sin gobernador, con un gabinete paralizado y corrompido.
Tiene un hombre deprimido, enfermo y cansado aferrado a una silla vacía. Espero
honestamente que se recupere, pero en su casa, no la de gobierno. Una vez más
los médicos le aseguran que está incapacitado para gobernar; pero eso nosotros
ya lo sabíamos.