Onésimo Jiménez Pérez, 39 años de edad, murió la noche del domingo en las gradas de un campo deportivo, a consecuencia de cirrosis hepática, su familia no cuenta con los recursos necesarios para absorber los gastos funerarios y se negó a velarlo.
Onésimo era presa del alcoholismo, se ganaba unos cuantos pesos ayudando y haciendo mandados a los comerciantes semifijos del parque, así como también de los mercados.
Era ampliamente conocido, ya que sus ganas de ayudar sobresalían, aunque siempre padeció del alcoholismo, lo que lo llevó a caer en la cárcel en repetidas ocasiones.
Por tal motivo, los comerciantes se unieron para velarlo en un callejón público, hasta donde llegaron locatarios con veladoras y flores para darle su último adiós.
Aunque muchas personas asombradas veían el féretro en la vía pública, los restos serán depositados en un espacio otorgado en el cementerio municipal.