Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Vía Correo Electrónico

Crear una cultura vial bajo el aprendizaje empírico y asistencia del método científico

Observemos problemáticas y propongamos soluciones, plantea lector

03/04/2019

alcalorpolitico.com

Ayer leía con detenimiento el artículo del diputado Omar Miranda, acerca de la Seguridad Vial.

En un punto de la entrevista, él menciona que, en esta materia, se debe enriquecer y reforzar las acciones por parte de organismos públicos, privados y sociales, vinculados directamente o indirectamente en el tema.

Tomándole la palabra, en un tema fascinante y extenso, hice un escrito para complementar las observaciones sobre un colosal objeto de estudio, como son las ciudades y sus complejas dinámicas. Mi explicación es más bien didáctica, fundamentada en la inteligencia urbana.



Para ponernos en mayor perspectiva, comenzaré diciendo que el ser humano es un animal caminante, y lo fuimos hace miles años atrás. Tenemos la capacidad de observar y aprender de nuestro entorno. Fuimos dotados con sensores orgánicos capaces de captar señales a nuestro alrededor y que, gracias a eso, desarrollamos supervivencia, aprendizaje, experiencia y conocimiento empírico.

Los pies, la curiosidad y la observación, han contribuido a descifrar las complejidades del mundo y con las que hemos avanzado desde miles de años.

Y, por si fuera poco, siglos después, por nuestra capacidad social e integración en grupos, se lograron avances de organización significativos. Se definieron sociedades, instituciones, reglas, leyes, se crearon escuelas y universidades, métodos y metodologías.



El método científico logró sumar poder y complementar al conocimiento empírico. También desmenuzó la cronología del tiempo y los eventos. De las problemáticas suscitadas que a la humanidad se le presentaban, se transmutó a la acción para resolverlas y superarlas.

Y así como fue antes, siendo cada uno de nuestros antepasados un ente caminante receptor con antenas, también hoy somos una fuente de transmisión y comunicación, pero con mucho mayores y mejores herramientas.

¿Pero entonces qué sucede? ¿Por qué somos un caos en materia de Cultura Vial?



Quizá está infravalorada la Observación. Atrapados en la era digital, nuestra mayor parte del tiempo estamos frente a una pantalla. A un sinfín de distracciones, en el móvil y en las redes sociales. Incapaces de manifestarnos y organizarnos en el plano real, en un plano de acción para mejorar nuestra urbe.

La Cultura Vial se alimenta de la observación. Cuando hay un grupo o una cantidad de personas observando X situación o las entrañas de la ciudad, se puede determinar e interpretar datos sustraídos para concluir resoluciones de mejoras para el bien común.

Debemos basarnos en crear una Cultura de Observación. Un enfoque Factual donde nuestro campo de estudio sea la ciudad que transitamos. Las calles, las carreteras, etc. Canalizar variables e indicadores clave de desempeño. Hacer métricas que cuantifiquen resultados. Tomar acciones, estrategias en función de objetivos predeterminados, con herramientas puramente nacidas de la inteligencia colectiva y complementado con las nuevas tecnologías.



Crear una cultura vial bajo el aprendizaje empírico y la asistencia de método científico lograría un mayor impacto en la seguridad.

No es un detalle menor que en San Francisco, CA; los autos que pretendan estacionarse sobre una calle con pendientes considerables, tienen que estar forzosamente estacionados con las llantas delanteras a 45 grados. De los accidentes frecuentes, trajeron aprendizaje, leyes estrictas, y un entendimiento colectivo.

Y así como el diputado Miranda observó que aún prevalecen los camiones de sobrecarga, que en teoría no deberían circular en una avenida muy transitada de la ciudad, de esa misma manera hay centenas de casos en cada rincón del planeta en materia vial.



En el accidente del pasado sábado 30 de marzo sobre la carretera Cardel - Veracruz, estamos obligados a entender que hay factores externos previsibles sucediendo constantemente y que, sumados a sistemas físicos en movimiento, desencadenan en mortales accidentes de tráfico que pudieron haberse evitado o minimizado.

De estos factores, un incendio sobre pastizales a pocos metros de la autopista sumamente transitada, es una variable que hoy podemos clasificar de alto riesgo, evitable, penable.

¿Qué aprendimos y qué debemos hacer bajo esta situación? ¿Hacer leyes que impidan incendios a un costado de las carreteras del país? ¿Señalética que advierta al conductor sobre tramos donde habitualmente se producen incendios? ¿Tener sistemas de monitoreo de la contaminación visual en puntos o nodos? ¿Endurecer las leyes sobre transportes de carga en cuanto a sus sistemas internos de freno? ¿Sancionar a conductores con mal estado en el dibujo de sus llantas? ¿Sistemas que nos permitan detectar el respeto de la distancia entre bólidos?



Encapsulemos estas situaciones, están frente a nosotros, todos los días, es cuestión de observarlas. La ciudad es de quien camina, y en esa acción surgen las claves, el dato transformador que es la materia prima de la observación. En esa capa se obtiene el nivel de detalle de lo que se debe mejorar. Hay errores que deben corregirse.

Cuando se cuenta con la habilidad de comunicación de manera inteligible con las demás personas, podemos lograr un poder de organización y un nivel de entendimiento de gran impacto, que tiene un efecto que se transmite como una mancha de aceite expandiéndose a todos, en el buen sentido la oración. A partir de ese aprendizaje mutuo, de usar nuestro lenguaje y los ojos, podemos transmutar a la acción de las cosas.

Identifiquemos, observemos e interpretemos. Y no hablo sólo desde el punto de vista de organismos públicos o académicos. Hablo del factor individuo, como una unidad compleja capaz de observar y proponer resolución de problemas.