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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Derecho al futuro, cuatro ideas para reflexionar

José Manuel Velasco Toro 02/05/2019

alcalorpolitico.com

Primera idea. Es absurdo ver cómo se pelea el poder por el control educativo en la palestra política, sólo por interés grupal y proyección electoral, argumentando como razón, más no suficiente, corregir la acción punitiva de la evaluación docente. Como también es absurdo observar que se mantiene la imagen de que la educación escolarizada tiene que seguir mirando al pasado y reproduciendo el esquema clásico de enseñanza-aprendizaje cuando estamos en plena era del conocimiento. Ello no sólo es obsoleto, sino contrario al progreso y a la posibilidad de propiciar una democracia cognitiva, donde el derecho de la persona de acceso igualitario al conocimiento científico, humanístico y tecnológico sea mediante el cultivo del pensamiento crítico, reflexivo y creativo, elementos supremos para integrar el saber relacionante que permita aprender a generar nuevos conocimientos, vinculantes y vinculados con el mundo vivido. Esto, los entes involucrados en el control del poder al interior del sistema educativo lo evitan y lo obstruyen al plantear una visión educativa anclada en el suspirar por el pasado, actitud que los sitúa en el ámbito conservador que quieren hacer pasar por progresista. No hay en los cambios hechos, por octava ocasión desde 1917, al artículo 3° de la Constitución, una visión prospectiva que ubique a México en el concierto igualitario de la sociedad del conocimiento y, mucho menos, existe idea de que las niñas, los niños y los jóvenes de hoy y de mañana tendrán que enfrentar un futuro en el que el conocimiento, la habilidad tecnológica, la autonomía para aprender a lo largo de la vida y la creatividad son ya condiciones necesarias para desenvolverse en un mundo complejo y abierto a la incertidumbre. Y esto requiere de profesionales de la educación, de docentes actualizados en conocimientos, emprendedores en mediación pedagógica y con reconocimiento social y salarial digno. Pero de eso, ni una palabra. De compromisos y promesas electorales, mucho. De pensar cómo enfrentará nuestro país, o, mejor dicho, las generaciones venideras el problema de la brecha cognitiva y tecnológica en el contexto global, cero. Pero de cómo mantener a paristas que se dicen docentes y que sólo piensan en su beneficio personal y grupal, prioritario. Pero del derecho a un mejor futuro de niñas, niños y jóvenes en una democracia cognitiva, ni una sola mención. Pero, como bien dice el dicho, la “Historia los juzgará”, y no creo que vaya a ser favorable.

Segunda idea. El ser humano aprende desde que nace y a lo largo de la vida hasta que muere. Y las condiciones de la vida son cambiantes lo que obliga, si se quiere conservar el bienestar social, a continuar aprendiendo, sobre todo en esta época del conocimiento en la que constantemente se genera nuevo saber en campos diversos e innovaciones tecnológicas que inciden en la dinámica económica, social, cultural, política, artística, religiosa, y, desde luego laboral, lo que exige de habilidades intelectuales para aprender y habilidades operativas para la aplicación tecnológica. Por ello, la información estandarizada que se trasmite en el espacio escolarizado interpretada como conocimiento, la que a su vez es obligada a memorizar (anclaje en el pasado), más no a aprender reflexiva, crítica y prospectivamente, resulta poco motivadora para impulsar la curiosidad epistemológica en los aprendientes. No se alienta el esfuerzo mental de reflexión ante un conocimiento actuante que requiere de habilidad intelectual para desaprender y aprender a lo largo de la vida, acción que permite conservar un comportamiento efectivo ante los retos de la incertidumbre que fluye en un mundo abierto. Un mundo cuyo futuro se vuelve presente con gran intensidad y en el que si no estamos preparados (algo que en la mente de los responsables de conducir el sistema educativo no existe), la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados (hoy se dice en desarrollo) como el nuestro, será cada vez más profunda y difícil de superar. ¿Tendrán consciencia de ello los responsables de administrar al sistema educativo nacional?

Tercera idea. Conocer es actuar y actuar es aprender (aunque entre políticos esa virtud no es dable). Y en la sociedad del conocimiento, la actuación de aprender es dinámica y sucede con mayor frecuencia fuera de las instituciones educativas: se aprende en la red de internet, en la calle, a través de los medios de comunicación masiva, en los centros laborales, es decir, en todos aquellos espacios que son vitales para las personas. Y este es un comportamiento real que avanza más rápido que los ritmos institucionales de la escuela, y es así porque en el dominio de relaciones de la persona se da un proceso cognoscitivo que lo convierte en observador. Esta singularidad es posible porque conocer es la función activa de los seres humanos que son clasificadores, analizadores y procesadores de la información, lo que les permite averiguar, indagar y elaborar en interacción con el entorno social, la naturaleza y las propiedades o relaciones de las cosas. Pero esa habilidad innata se tiene que cultivar. Ese es el desafío y la gran responsabilidad que debe asumir el sistema educativo de hoy para el futuro, de no hacerse se condenará a la precariedad intelectual y operativa a las generaciones de hoy y de mañana. Precariedad cognitiva y tecnológica que no se podrá superar en treinta o sesenta años, por lo que estaremos, como la paradoja de la fábula de la liebre y la tortuga, siempre varios pasos atrás.



Cuarta idea. El papel del docente es fundamental para arribar a un mejor futuro, pero para que realice su labor educativa y cívica plenamente, se requieren dos condiciones imprescindibles: 1) El Estado tiene que brindar todas las condiciones posibles para su actualización intelectual, lo cual es un derecho constitucional, pero desde el horizonte de lo nuevo aportado por la neuroeducación, la biología cognitiva, la ecopedagogía, la filosofía de la complejidad y, desde luego, de los avances en el conocimiento científico y tecnológico para promover una apropiación cultural amplia y transversal. 2) Incrementar la percepción salarial significativamente y dignificar su estatus como profesional de la educación. Asumir la preocupación social por la educación y el campo laboral permitirá, como bien dice Fernando Savater, formar “seres humanos en sentido pleno, integral, con todas sus dimensiones ciudadanas y creativas, esto es, con todas las potencialidades que debamos desarrollar como personas, mientras la ciudadanía no adquiera esa convicción y, en consecuencia, presione a los políticos sobre dicha línea, poco podemos esperar”. Son muchos, pero muchos las y los docentes con vocación educativa que están comprometidos con su labor y cotidianamente realizan el esfuerzo de educar cívica y cognitivamente. Ellas y ellos merecen atención intelectual y seguridad en su vida laboral. Por eso pregunto: ¿Acaso son profesores aquellos que bloquean vías de comunicación, calles y edificios que albergan a las instituciones educativas alegando defender la educación, cuando en realidad denotan actitud retrograda para defender intereses contrarios al cambio educativo? ¿Por qué el Estado tiene que seguir como rehén de conductas contrarias al bienestar social y al desarrollo futuro del país? Ante la intransigencia tiene que valer los derechos civiles, cuestión pública que debe asumir el Estado.