Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Sursum Corda

Dios me ha perdonado por adelantado

Pbro. Jos? Juan S?nchez J?come 25/09/2017

alcalorpolitico.com

El resentimiento hace mucho mal, envenena el alma y nos quita la paz. El resentimiento, el odio y la venganza nos hacen girar de manera indefinida en torno a las ofensas que llegaron a lastimar nuestro corazón.

Se puede tratar de afrentas recientes e incluso de situaciones lejanas en el tiempo pero que se viven como si apenas hubieran sucedido ayer. Siguen doliendo y nos tienen desubicados porque no ha sido posible sanar ni sacar todas esas cosas del corazón.

Aunque haya otras teorías y enfoques diferentes, para nosotros los cristianos sigue siendo fundamental la exhortación de Jesucristo de abrirnos al perdón incondicional y cuando sea muy difícil, cuando lo consideremos humanamente imposible, entonces experimentarlo como un don de Dios.



Hace falta partir de nuestra propia experiencia. Nosotros también hemos fallado, hemos cometido injusticias y no siempre hemos estado a la altura del amor. Pero cuando hemos pedido perdón a Dios, cuando lo hemos buscado nunca nos ha rechazado. Nos ha recibido, nos ha perdonado y nos ha tratado como si se tratara de premiarnos después de una importante hazaña.

Necesitamos sólo un abrazo, ser perdonados, experimentar el equilibrio interior y recomenzar la vida. Pero Dios nos deslumbra, su amor nos sorprende al quitarnos ese peso de encima y al levantar nuestro ánimo por la experiencia de sentirnos incondicionalmente amados por Él.

Si así se nos ha tratado, si jamás se nos ha negado el perdón no podemos ser incongruentes reteniendo el perdón a los demás. En muchas ocasiones es más delicado lo que Dios nos ha perdonado que lo que nosotros debemos perdonar a los demás. Pero en todo caso se trata de ser conscientes de que esa medida buena, justa y misericordiosa que se ha aplicado con nosotros es la que debemos aplicar en la vida de los demás. Si se nos ha amado y Dios nos ha sorprendido dándonos lo que ni siquiera nos imaginábamos por la gravedad de nuestras faltas, eso nos tiene que motivar para que nunca neguemos el perdón.



Junto a esto recuerdo también con gran admiración el razonamiento de Santa Teresita del Niño Jesús. Cuando pecamos pero nos arrepentimos y regresamos a Dios, Él nos perdona. Pero la misericordia de Dios actúa incluso antes de que pequemos.

Santa Teresita se plantea una cuestión muy sugerente, analizando la figura de Santa María Magdalena a quien se le perdonan sus muchos pecados porque ha amado mucho. Y santa Teresita llega a decir, ¿si uno no peca mucho Jesús le ama menos? Es atrevido el asunto pero se lo plantea.



Y responde así: “Reconozco que, sin Él, habría podido caer tan bajo como santa María Magdalena... Pero sé también que a mí Jesús me ha perdonado mucho más que a santa María Magdalena, pues me ha perdonado por adelantado, impidiéndome caer. ¡Cómo me gustaría saber explicar lo que pienso...! Voy a poner un ejemplo. Supongamos que el hijo de un doctor muy competente encuentra en su camino una piedra que le hace caer, y que en la caída se rompe un miembro. Su padre acude enseguida, lo levanta con amor y cura sus heridas, valiéndose para ello de todos los recursos de su ciencia; y pronto su hijo, completamente curado, le demuestra su gratitud. ¡Qué duda cabe de que a ese hijo le sobran motivos para amar a su padre!

Pero voy a hacer otra suposición. El padre, sabiendo que en el camino de su hijo hay una piedra, se apresura a ir antes que él y la retira (sin que nadie lo vea). Ciertamente que el hijo, objeto de la ternura previsora de su padre, si desconoce la desgracia de que su padre lo ha librado, no le manifestará su gratitud y le amará menos que si lo hubiese curado... Pero si llega a saber el peligro del que acaba de librarse, ¿no lo amará todavía mucho más?

Pues bien, yo soy esa hija, objeto del amor previsor de un Padre que no ha enviado a su Verbo a rescatar a los justos sino a los pecadores. Él quiere que yo le ame porque me ha perdonado no mucho sino todo, no ha esperado a que yo lo ame mucho como santa María Magdalena sino que ha querido que yo sepa hasta qué punto Él me ha amado a mí con un amor de admirable prevención para que yo lo ame con locura”.



Esto nos hace pensar en la Virgen María. Santa Teresita nos quiere decir que lo que ha pasado a María nos pasa a nosotros, mutatis mutandis. María fue inmaculada en previsión de los méritos de Cristo y ella misma lo reconoce en el Magnificat. No he sido yo, ha sido Él quien ha hecho maravillas; yo estoy aquí porque Dios ha querido, no por mí. La Inmaculada es por la misericordia de Dios. Y Santa Teresita dice: a mí me ha hecho lo mismo, me ha perdonado antes.