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Sección: Estado de Veracruz

El comportamiento electoral en 2021

Eduardo de la Torre Jaramillo 15/01/2021

alcalorpolitico.com

En estos días se leen columnas políticas y las declaraciones de los dirigentes políticos, empresariales y sociales, así como de los diversos líderes de opinión sobre las alianzas políticas y sobre todo de si esta elección será una especie de referéndum del actual gobierno; empero, pocos han reparado en lo que opinan las personas en el contexto de la pandemia, la inseguridad, la severa crisis económica y educativa. Salvo los ejercicios demoscópicos que se han realizado, en donde se rechazan a las alianzas políticas.

Continuando con la idea anterior, es muy probable que en el centro de todo este ruido mediático no se perciba el nivel de desafección sobre la política mexicana; por ejemplo, el horizonte de abstención que puede existir dentro de unos cuantos meses ante la realidad política que se enfrentarán las próximas elecciones; particularmente con los candidatos propuestos, porque algunos son impresentables (como el caso de Félix Salgado Macedonio en Guerrero), es allí en donde los electores rechazarán o respaldarán a los partidos políticos y a sus candidatos; empezaré por el intento de reelección de 441 diputados federales, el 88% de la cámara de diputados, quienes sin realizar una sola iniciativa de ley; piensan, creen, afirman que merecen ser reelectos (estimado lector, haga el ejercicio de buscar en la página de la cámara de diputados, el trabajo legislativo desempeñado del diputado federal en su distrito electoral. http://www.diputados.gob.mx/). Una mayoría “salvaje” que superó el famoso “Bronx”, quienes sólo se dedicaron a aplaudir, que legislaron atentando en contra de sectores sociales, como lo fueron: la ley de amnistía; ley nacional de extinción de dominio (ésta violatoria de la presunción de inocencia); la reforma educativa; la Guardia Nacional y; un largo etcétera.

Después del desaliento de ver que esta legislatura sin técnica legislativa, sin reglamento aprobó de manera “gandalla” la reelección, pues los efectos sobre los electores serán de desaliento, ya que, sin trabajo legislativo, desvinculados de sus electores, sabedores que no ganaron por ellos mismos, sino por el presidente López Obrador, hoy se enfrentarán a su propia realidad política, difícilmente serán aceptados, legitimados y sobre todo votados nuevamente. A lo anterior, hay que agregar que los partidos políticos de “oposición”, no salen de la lógica política del “pandillero”, es decir, se agrupan sin ninguna narrativa atractiva al electorado, sin una plataforma electoral que pueda resaltar algo como una mínima propuesta para votarles, si a lo anterior, se le agrega que presentarán candidatos ya “probados”, con los mismos vicios antidemocráticos, como lo son: el control de los padrones de militantes, el control de dirigencias municipales, el control de las prerrogativas o figuras del pasado que se destacaron por tener desequilibrios emocionales o situaciones patológicas antes de tener el efímero “poder” legislativo.



Dado lo anterior, se reduce a una posición abusiva para la reelección frente a las prácticas políticas tradicionales, es allí en donde la sociedad le enviará un mensaje claro a los políticos, porque éstos seguirán haciendo su misma política y, si acaso por parte del electorado existía indignación, molestia, desesperanza, la respuesta será la abstención porque ese malestar no tendrá alguna conducción institucional, sino todo lo contrario, un mayor rechazo a un futuro congreso que se dedicó a vitorear, a gritar más que a legislar; quizá lo más grave será que las elecciones se convertirán en un acto testimonial, políticamente inerte.

Como ya nadie ofrece nada, lo que queda es el cretinismo político, al cual ya no lo frena nada porque es auspiciado desde el mismo poder político, ya ni la opinión pública disidente cuenta como contrapeso; de ser así a los electores les queda la automarginación y el fatalismo “nada cambia, todos son iguales”, es la frase que más se escucha, es por eso que si bien ya no existe fraude electoral (por el momento), si se antepone el desencanto frente a lo público, puesto que ya no hay una propuesta de refundación democrática. Así como existe una economía de casino, estamos entrando a una política de casino, en la cual lo único que importa es el dinero, ya no los valores ni los principios, ya todo gira en torno al dinero, por eso las campañas cada día son más costosas, no hay fiscalización que pueda seguirle la pista al dinero sucio o entregado de manera directa porque no hay registros que investigar y, se entra a la disputa del poder por el poder, buscando al partido gobernante de manera acrítica (el caso más polémico es el de Luis Donaldo Colosio Riojas o los hermanos Clouthier que pisotearon el legado democrático de su padre; los hijos de esos grandes políticos terminan como maniquíes del nuevo-viejo poder político). Debo entenderla la lógica de la supervivencia política.

Finalmente, no se observa en el horizonte una reivindicación antiautoritaria, se escuchan gritos, ruidos, porque se está en una época de una “gran salto hacia atrás”, no se reivindica la democracia, la libertad política, el pluralismo, la tolerancia, la inclusión, el respeto a la diferencia, el respeto al otro, no, nada de eso, lo que priva es el insulto en una sociedad polarizada y, por el momento no hay actor alguno que proponga romper con eso y presentar una narrativa y políticas que despolaricen a la sociedad, eso no existe, porque “no vende”, lo que “vende” es el agravio, el insulto, el parloteo, en fin, asistimos al único entendimiento social, que es hacer política a través de “memes” en una sociedad como la mexicana y, como bien afirma Pierfranco Pellizzetti: “…las tendencias al boicot político que ya manifiesta la mitad de los ciudadanos con derecho al voto al expresar su resentimiento a través de la abstención: la indignación alienante de no encontrar un sujeto con el que identificarse (o tal vez, sencillamente, al que conceder todavía un mínimo de confianza) dentro de la oferta partidista disponible”. Muy probablemente nos estamos acercando a la “posdemocracia”, ésta como una simulación de la democracia sustentada en una vertiente profundamente autoritaria.