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Sección: Estado de Veracruz

El mismo día en que Valeria fue asesinada, mataron a Rocío; su crimen sigue impune

- Rocío O., madre de 4 niños, fue ejecutada cuando acompañaba a uno de sus pequeños a la escuela, en Poza Rica

- “¡Que se tienten las autoridades el corazón!”, claman sus padres, quienes no han recibido ni justicia ni ayuda

Lidia López Poza Rica, Ver. 14/11/2018

alcalorpolitico.com


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El mismo día en que Valeria Cruz, hija de la diputada federal Carmen Medel, fue asesinada en el municipio de Ciudad Mendoza, la señora Rocío O., madre de cuatro hijos, fue ejecutada cuando acompañaba a uno de sus pequeños a la escuela. Mientras que por el crimen de Valeria se halló al supuesto homicida en cuestión de horas, el asesinato de Rocío sigue impune.

Ahora, los padres de la mujer de 38 años enfrentan la responsabilidad de atender a los hijos de quien en vida se dedicó al comercio para mantener a su familia.

Rocío O. fue una mujer divorciada, pero con ganas de sacar adelante a sus pequeños. Su forma de vida para obtener ingresos económico fue aprender el oficio de su padre: haciendo y vendiendo nieves (o lo que fuera, según la temporada).



La vida no era fácil, siempre estuvo al pendiente de sus 4 hijos, con o sin ayuda de su exesposo, quien desde hace varios años prefirió emigrar a Estados Unidos en busca del sueño americano y formar otra familia.

Hasta ahora ni siquiera se sabe si fueron uno o dos hombres quienes mataron a Rocío cuando acompañaba a su hijo de 13 años a la secundaria, el pasado jueves 8 de noviembre.

Los padres de esta mujer son adultos mayores, recibieron la noticia de la muerte de su hija en privado. No había cámaras de televisión ni se viralizaron las imágenes en redes sociales, como ocurrió con la madre de Valeria, quien se enteró del crimen en plena sesión de la Cámara de Diputados.



Sin embargo, claman justicia y lamentan que ninguna autoridad local y ni siquiera las diputadas local y federal, Adriana Linares y Raquel Bonilla, de MORENA, mismo partido que el de Carmen Medel, se pronunciaron con apoyo, al menos moral, siendo que Rocío era mujer pozarricense y pertenecía al distrito que ellas representan.

Don Cayetano apenas puede caminar. Sus palabras están dedicadas con cariño a su hija, a quien describe como una gran madre, que “le buscaba para sacar a los hijos adelante”.

Hasta hoy, sólo almas caritativas, como él dice, se han acercado a la familia. Hay quien ofrece pagar los estudios de uno de sus nietos; además, habló por teléfono el padre de los 4 hijos de Rocío, pero en años no han visto su interés por asumir la manutención de los menores.



“Los hermanos de la Iglesia Cristiana donde ella iba son los que han venido a vernos. Es una cosa muy triste lo que sucedió, yo estoy de acuerdo con que un día vamos a pasar a rendirle cuentas al Creador, pero no de esa manera, como lo que le hicieron a mi hija”, dijo.

Don Cayetano es fuerte física y emocionalmente, pero las lágrimas son inevitables. Tiene claro que la justicia ha sido diferente para Rocío. “No vemos que la cosa se aclare”.

Aseguró que en su corazón hay perdón para el hombre que asesinó a su hija, porque es lo que sabe por testigos, que fue “un hombre”, pero es definitivo que quiere justicia.



“Sólo quiero justicia y paz. (…) Veracruz está en las noticias, se dice que son muchos casos (de feminicidio) que ocurren. Quisiera que las autoridades hagan algo, que le den una beca a mis nietos para que estudien hasta que sean personas preparadas y se puedan sostener ellos mismos, es lo que yo deseo. ¡Que se tienten las autoridades el corazón! Hay quienes se hacen ricos de la noche a la mañana y sin embargo hay mucho pobre, porque en realidad nos las estamos viviendo duras y queremos que nos tiendan la mano, sobre todo a ellos (los hijos de Rocío)”.

Por lo pronto, se dicen dispuestos a ayudar a sus nietos y seguirán vendiendo nieves para tener dinero y así poder comer.

“No queremos que estén a la merced del hampa o de los vicios. Sólo puede uno pensar que de plano no hay justicia y sólo la hay para quien puede pagarla, hasta para que sea noticia, pero yo no puedo. No vivimos en casa de lujos... lo que se ve no se juzga”, dijo.



Rocío, como sus padres, subsistía con lo que ganaba cada día, vendiendo nieves, tamalitos, atoles y pan. Lo que fuese, “pero con el sudor de su frente”, contó don Cayetano.

Ese ha sido el único aliciente de los padres de Rocío, quienes viven en una colonia al norte de la ciudad, donde hace más de cinco décadas se ubicaba la Zona de Tolerancia.



Reiteró que en su hogar no ha recibido la atención del DIF Municipal, tampoco del Ayuntamiento ni de alguna asociación civil. Nadie, más que amigos y familiares les apoyan con algún producto de la canasta básica para el bien comer de los 4 nietos y los dos abuelos.