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El sector cultural local, fragmentado, soberbio y se comporta como los “nuevos bárbaros”

- Lanza severa crítica Mario Muñoz, miembro de la Junta de gobierno de la UV y director de “La palabra y el hombre” - Los dictadores de la cultura quieren destruir, paradójicamente, todos los espacios culturales, alerta

Alma Espinosa Xalapa, Ver. 24/07/2008

alcalorpolitico.com

Los sectores culturales nacionales y específicamente los locales están completamente fragmentados, lo cual me parece una actitud muy soberbia porque les siguen el juego a organismos nacionales e internacionales que están dispuestos a liquidar toda forma de cultura.

Ésta es la postura de Mario Muñoz al referirse a los críticos que se han abalanzado en contra de propuestas culturales tan importantes como La Palabra y el Hombre. El actual encargado de la dirección de la revista universitaria, que tiene un prestigio avalado por los grandes autores que han publicado ahí sus textos, destacó las presiones que sufren los espacios culturales para desaparecer.

La disminución del presupuesto, la desaparición de publicaciones periódicas, el escaso número de lectores y el incremento del costo de producción de revistas y libros se suman a los sectores llamados culturales que están continuamente atacando para dificultar el desarrollo de la cultura en México.

Respecto de la situación que enfrenta la cultura y sobre la nueva época de la revista literaria La Palabra y el Hombre, UniVerso entrevistó al Doctor Honoris Causa, ganador del Premio Nacional de Ciencias Históricas, integrante de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana (UV), crítico literario, investigador y académico de la Facultad de Letras Españolas de esta casa de estudios.

Al aparecer el primer número de la Tercera Época de La Palabra y el Hombre se publicaron críticas negativas por el formato y contenido de la revista, ¿cuál fue su primera reacción?

En esto de las publicaciones siempre habrá críticas a favor y en contra. Recuerdo que cuando salió el primer número de la nueva época hubo algunas críticas muy negativas. Desgraciadamente lo que encuentro a menudo en los sectores culturales, ya no digamos nacionales sino locales, es que están completamente fragmentados y eso me parece que es una actitud muy soberbia.

Lo considero así porque estamos viendo en el entorno nacional e incluso mundial los embates que están sucediendo en contra de la cultura. De una manera u otra hay formas de presión para que los espacios culturales se acaben, ya sea que se disminuya el presupuesto, desaparezcan revistas, sea pequeño el número lectores o se incremente el costo de producción tanto de revistas como de libros. Si a esto le agregamos que los sectores culturales se están atacando continuamente, es hacerles precisamente el mismo juego a los organismos nacionales o internacionales que están dispuestos a liquidar toda forma de cultura.

Ante esto, queda casi nula la posibilidad de que nuevos proyectos tengan el apoyo necesario para que sean exitosos. En lugar de que existan apoyos recíprocos y una especie de frente común ante esta avanzada de los nuevos bárbaros, parece que hay grupos que les gusta hacerles juego a esos bárbaros. En vez de crear un frente de oposición a esta actitud lo que hacen es criticar, enjuiciar y atacar visceralmente cualquier esfuerzo, por pequeño que sea.

Ellos se convierten en una especie de dictadores de la cultura y creen que sólo lo que ellos piensan está bien; son una especie de Santa Inquisición. Eso me parece realmente detestable porque estamos viviendo momentos verdaderamente críticos para todas las manifestaciones culturales, a esto le agregamos posiciones tan cerradas y tan verticales. Definitivamente yo no sé qué hacen estas personas dentro de la cultura.

No es momento de estar atomizándose; por el contrario, es de mostrar una actitud de común rechazo a todas esas posiciones de fuerza que en este momento estamos advirtiendo y que quieren liquidar todo tipo de terreno cultural. Desgraciadamente volverán a la carga y a lo mejor lo que estoy diciendo me lo van a replicar.

Para criticar hay que tener conocimiento, hábleme de la renovación de La Palabra y el Hombre.

A propósito del cincuentenario de la Editorial de la Universidad Veracruzana, el año pasado, y la celebración del surgimiento de La Palabra y el Hombre, hubo una renovación de la propuesta. En ese momento estaba a cargo tanto de la Dirección de la Editorial como de la revista Celia del Palacio, quien nos convocó a los actuales miembros del Comité Editorial para plantear la necesidad de hacer un cambio de la imagen de la revista.

Nosotros hicimos una evaluación y también se contó con evaluadores externos que dictaminaron en qué situación se encontraba la revista. Como usted sabe la revista fue sufriendo una serie de transformaciones a lo largo del tiempo. Primero fue la revista que fundó Sergio Galindo con un formato parecido a la Revista de Occidente que dirigía el filósofo español Ortega y Gasset.

En 1972 se cambió por un formato cuadrangular, después de algunos años se convirtió en cierta forma en libro. Para la Tercera Época, que es la actual, se consideró pertinente modificar todo lo que tiene que ver con el contenido, formato, ilustraciones, diseño, incluso el tiraje.

Hubo un momento, a finales de los años noventa, en que la revista ya había entrado en un periodo de descenso considerable por muchos motivos: problemas de distribución, financiamiento, retraso en el envío a suscriptores y no se localizaba fácilmente en puntos importantes de venta como librerías y puestos de periódicos. De manera que el tiraje de mil se redujo a 500, inclusive se pensaba reducirlo a 250 ejemplares.

El año pasado nos encontramos con una situación crítica antes de decidir este cambio drástico que ahora se conoce. Además, advertimos que la revista entra en una competencia muy amplia de publicaciones de la misma especie. Estamos en un mundo bastante competitivo con relación a la imagen y a la actualidad misma de una revista de carácter cultural. De modo que si continuábamos con los mismos parámetros de medida que había mantenido la revista en todos estos años, yo no esperaba que tuviera mayores posibilidades de permanencia.

Aparte de todo esto, consideramos que el tiraje debería incrementarse y de los 500 que se editaban hasta 2006, se decidió aumentar a tres mil ejemplares, con la finalidad de que llegue a un sector muy amplio de lectores y no nada más el universitario.

Varias voces han dudado de la calidad de los textos, en comparación con las dos épocas anteriores.

Con esta nueva imagen, tenemos la misma calidad de los textos. Al principio hubo, y probablemente a la fecha se conserva, un rechazo de ciertos sectores académicos y una resistente aceptación a los cambios. Se presume que la revista ha bajado en cuanto a calidad en el contenido, pero esto no es verdad.

De hecho, lo que ahora tratamos es que los artículos estén dirigidos a un público muy variado y que no sean pensados sólo para un sector de especialistas (profesores e investigadores) o para un campo determinado de conocimiento.

Desde el momento que se plantea que la revista debe llegar a públicos muy heterogéneos se prefieren artículos amenos, que no tengan ese carácter rígido de la especialización, que contengan temas de actualidad y con dimensiones más apropiadas al tipo de revista que estamos publicando. Los artículos están escritos con menos abundancia de tecnicismos y notas al pie de página, que son característicos de artículos especializados.

Si pensamos que la revista está dirigida a un público mayoritario, no significa que se baje la calidad de los contenidos. Desde el primer número de la Tercera Época se ha procurado que haya un equilibrio entre forma y contenido, que las ilustraciones no sean la única apoyatura de la revista; sino que, al mismo tiempo, los artículos sean realmente sugerentes y que las ilustraciones estimulen y seduzcan a los lectores.

Ésta es la razón por la que se ha incluido en cada numero un dossier dedicado a artistas plásticos veracruzanos de renombrado prestigio, por ejemplo Fernando Vilchis, Carlos Jurado, Pepe Maya y el próximo número estará dedicado a Leticia Tarragó.

Al ser nombrado miembro del Comité Editorial y posteriormente encargado de la dirección de la revista, ¿qué fue lo primero que planeó para La Palabra y el Hombre?

Empiezo a tener el peso de la responsabilidad de la dirección a partir del número 5, aunque en los cuatro números anteriores he participado en la sección literaria de la revista.

Mi idea, aunque no es fácil, es que se distribuya en todos los campus de la Universidad Veracruzana, además de Xalapa. Ya comenzamos con este programa y ya se realizó una primera presentación en la USBI de Veracruz-Boca del Río.

Otra idea es que en cada una de las zonas universitarias haya un representante permanente de la revista. Propondremos al Rector que de las ternas que nos llegan por campus elija a un representante, con el objeto de que cada número se presente públicamente, ya sea por esta persona o por alguien más del plantel académico. Además de mantener una constante comunicación, se requiere que busque colaboraciones, las cuales siempre deben pasar por un dictamen de los cuerpos que conforman el Consejo Editorial.

Que la revista tenga un carácter polémico, que haya artículos que despierten comentarios y que tengan una respuesta de parte del público. Me interesa mucho que se estén renovando los cuadros, que haya jóvenes publicando. En esto hemos avanzado desde el primer número en la sección “Palabra Nueva” y desde las épocas anteriores se ha dado cabida a nuevos escritores, ensayistas o articulistas. Ahora quisiera que esto se realice de manera más frecuente.

No es la idea publicar solamente los grandes nombres que prácticamente tienen copadas las revistas de la capital, que ya sabemos quiénes son y que incluso aunque no aparecen sus nombres en las publicaciones están detrás eligiendo quiénes pueden publicar y quiénes no. Se trata de buscar trabajos de calidad, independientemente que el autor sea o no de renombre.

Incrementar las suscripciones y recuperar el prestigio que mantuvo la revista fuera de nuestro círculo, de nuestras fronteras. Desde luego, mantener la calidad y en cada número buscar la forma de mejorar contenido, ilustraciones, diseño, agregar secciones y reforzar las que ya existen.

No es un trabajo fácil.

Para nada fácil, sobre todo si tomamos en cuenta el mercado de competencia actual, en el que hay una rivalidad entre las revistas que salen constantemente en el mercado. Mi preocupación principal es que la revista salga a tiempo, esto es fundamental para su sobrevivencia porque mantiene e incrementa en número de suscriptores.

Quiero conformar un banco de datos amplio con registros de universidades prestigiosas de México y del extranjero (EU, Europa y algunos países asiáticos) y publicar traducciones de artículos de suma actualidad y que no sean nada más literarios.

Mario Muñoz reconoció que la tarea planteada desde el inicio de su gestión no puede hacerse de la noche a la mañana, pero paulatinamente se avanza y se recupera el terreno perdido. Destacó la participación activa de los medios de comunicación locales que han dedicado espacios para cada nuevo número; además, dijo, es una gran ventaja que la publicación sea difundida por Internet. Todo esto ha contribuido a que La Palabra y el Hombre haya despertado nuevamente el interés de los lectores y esté registrando niveles de venta considerables debido también a que tiene una mejor distribución.