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Sección: V?a Correo Electr?nico

Elecciones atípicas

?ngel Lara Platas 22/05/2013

alcalorpolitico.com

El escándalo provocado por la intromisión de funcionarios federales pertenecientes a la Delegación de la SEDESOL en Veracruz, en asuntos electorales, fue el detonante para que las elecciones que se desarrollarán en 14 estados del país, el próximo 7 de julio, sean consideradas como atípicas.

Como el asunto fue atribuido al PRI, los partidos opositores a éste aprovecharon el instrumento de presión que más a la mano tenían, el Pacto por México, para exigir a grito abierto, que durante el actual proceso electoral no se debían usar los programas federales de ayuda, para sesgar la voluntad de los ciudadanos en favor del partido en el poder.

Si bien es cierto que en el eventual retiro del Pacto por tal motivo, los representantes del PAN y PRD no le hicieron mucho caso a las expresiones flamígeras de los grupos más radicales de ambos partidos, que pretendían se vendiera caro el regreso a la mesa de acuerdos; también es correcto reconocer que los operadores del Presidente Peña Nieto trabajaron con pulso de buen cirujano.



En principio no está mal que haya ocurrido lo que ocurrió, porque estas prácticas han sido recurrentes en todas las administraciones por todos los partidos políticos.

El uso de los programas sociales del Gobierno Federal en turno, era ya parte del sistema. Los apoyos en épocas electorales siempre han tenido destinatario: los electores indecisos que son los que realmente inclinan la balanza electoral.

Hasta el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, eran evidentes los resultados por la manipulación tendenciosa de los programas sociales. A partir de la administración de Ernesto Zedillo, que tenía más perfil de técnico que de político, se rompe un poco la tradición y decide no encargar a sus colaboradores el usual diseño de estrategias con recursos federales, para apoyar al partido que lo había llevado al poder.



Y no es que tal práctica hubiera desaparecido con Zedillo, simplemente quedó sin la rectoría presidencial. Funcionarios federales lo hicieron más por “motu proprio” (así se escribe) que por instrucciones superiores.

En mucho influyó que en el corazón del ex Presidente Zedillo no estuviera el PRI, a pesar que éste partido fue el vehículo para que ocupara la Presidencia de la República. Hay que recordar que su candidatura fue circunstancial.
Ernesto Zedillo sustituye a Luis Donaldo Colosio después de su asesinato.
Durante la administración panista que encabezó Vicente Fox Quezada, el desvío de los recursos federales para favorecer a los candidatos panistas se llevó a cabo de manera plena, sin recato alguno. Sin embargo, como no se aplicó ninguna estrategia para su entrega, el beneficio no cayó en las urnas electorales convertido en votos a favor de los candidatos panistas.

Además, como durante el gobierno foxista cada partido hizo lo propio, es decir que todos utilizaban recursos etiquetados para desviarlos hacia actividades proselitistas -que finalmente terminaban en las mismas manos de la población electoral-, dejó de tener el efecto direccional que condicionaba al votante para corresponder a su “benefactor”. Pero algo nuevo ocurrió. Los votantes adoptaron la costumbre de tomar cuanto les dieran sin importar su procedencia, para luego, en la soledad de la mampara, votar por el de sus simpatías.



La mejor prueba fueron las pasadas elecciones para presidente de la República: estando el PAN en el poder, con el manejo absoluto de los recursos federales y utilizando las mejores artimañas a su alcance, Acción Nacional pierde la candidatura presidencial con Josefina Vázquez Mota, frente a Enrique Peña Nieto.

Y más atrás, en el 2006, a pesar que el PAN estaba en el poder, con todo de su lado y un IFE a modo, Felipe Calderón trastabilló frente a Andrés Manuel López Obrador. Y qué decir de la hermana del Presidente cuando candidata al gobierno de Michoacán.

Para nadie es un secreto que el voto se ha prostituido. El voto duro de cada partido se ha reducido significativamente. La voluntad del elector se ha comercializado. Ya no existe la garantía de que el triunfo lo obtenga el candidato que más recursos aplique. Los ciudadanos toman lo que les dan, a todos les dicen que sí, pero al final votan por quien quieren.



A parte que el voto corporativo también está en extinción.

A lo anterior se agrega que las campañas no se han modernizado. Los recursos se emplean sin la menor estrategia de marketing electoral. Las propuestas de los candidatos se han reducido a frases con escaso sentido político o ideológico. Las ocurrencias campean por todos lados. Lo peor de todo es que las campañas, que debían ser individualizadas y acopladas al perfil de cada candidato; ahora son una suerte de cliché.



Este problema no es exclusivo de un partido en especial, todos los existentes padecen de lo mismo, unos más, otros menos.

Por eso, qué bueno que haya ocurrido lo que ocurrió, para resolver ese mal endémico que no sirve mucho para inclinar la balanza electoral, pero que sí corrompe la voluntad ciudadana.