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Sección: V?a Correo Electr?nico

Emergencia educativa

Manuel Mart?nez Morales 04/04/2013

alcalorpolitico.com

En México el promedio de lectura es de 2.9 libros al año; pero si se segmentan por grupos de edad se supera, así el segmento de 12 a 17 años lee 3.1 libros anuales. También si se analiza por grado de escolaridad tenemos que quienes llegaron a la universidad promedian 5.1 libros al año, quienes cursaron hasta la primaria 1.9 y los que no estudiaron 0.9. Lo mismo ocurre si se considera por nivel socioeconómico, el medio alto y alto leen 7.2 libros anualmente, el bajo 2.3 y el muy bajo 1.5.

Desde luego que quienes estudian parecen leer más pues cuentan los libros de texto y de consulta empleados en sus cursos escolares. Entonces, puede ser que el promedio real nacional de lectura (descontando libros de texto y consulta escolares) sea de menos de dos libros al año, como revelan otras fuentes.

Estos simples datos bastarían para darnos cuenta de la emergencia en que se encuentra la educación en nuestro país, dado que reflejan la amplitud de analfabetismo absoluto y del analfabetismo funcional. Pues considere que a pesar de que la escuela ha realizado extraordinarios esfuerzos para que la población desarrolle la capacidad de leer; y que esos esfuerzos se traducen en algunos indicadores relevantes (datos del INEGI): 91.7% de los habitantes del país mayores de 15 años están alfabetizados y 99.7% de los niños de 6 a 11 años se encuentran inscritos en la escuela primaria, ya sabe leer o está en vías de aprender, no se han logrado incorporar hábitos de lectura permanentes en amplios grupos poblacionales.

Ahora bien, si nos atenemos a los indicadores de escolaridad veremos con más claridad lo que significa la crisis educativa en México. Un reporte reciente indica que el rezago educativo en México llega a niveles preocupantes, pues 41 por ciento de la población mayor de 15 años (32 millones de mexicanos) vive en esa condición. Esa cifra es casi similar al número de personas que actualmente forman parte del sistema escolar, señalaron investigadores universitarios.

Alejandro Canales Sánchez, del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (Iisue), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lamentó que aun cuando la educación es un derecho social establecido en la Constitución, todavía existen 5.4 millones de analfabetas, 10 millones de personas no concluyeron la primaria y 16.4 millones no terminaron la secundaria, todos ellos en rezago educativo.

De acuerdo con el Reporte de competitividad global 2012-2013, elaborado por el Foro Económico Mundial, la calidad de la educación básica en México ocupa el lugar 118 de 144 naciones clasificadas.

A ello se debe sumar que sólo tres de cada 10 jóvenes de entre 19 y 23 años tienen acceso a la educación superior (esto es, 7 millones no ingresan a ese nivel) y que de cada 100 niños que inician la primaria sólo 50 concluyen estudios de bachillerato, 21 egresan de su instrucción universitaria y únicamente 13 se titulan, puntualizó el investigador universitario.

La atención a este rezago debe considerarse prioridad nacional, pues es uno de los principales retos que enfrenta el país y debe afrontarse con una política de Estado orientada a ampliar las oportunidades para niños y jóvenes, con calidad y pertinencia para su formación, sostuvo Canales Sánchez.

En 1970 se consideraba analfabetos a los mayores de 10 años que no sabían leer ni escribir. Entonces la cifra era de 23.7 por ciento, equivalente a 7.7 millones de mexicanos. Pese a los esfuerzos, en el siglo XXI esta problemática persiste: en 2010 el indicador era de 6.9 por ciento de los mayores de 15 años, es decir, 5.4 millones de personas, de las que más de la mitad son mujeres e indígenas, más de medio millón son jóvenes de entre 15 y 29 años, y más de 2 millones tienen entre 30 y 59 años, es decir, se trata de individuos en edad productiva. (http://www.jornada.unam.mx/2013/04/02/politica/008n1pol).

Alejandro Márquez Jiménez, también del Iisue, señaló que el rezago educativo, como muchos otros factores de desarrollo social, está estrechamente asociado a los niveles socioeconómicos de la población, es decir, entre menos posibilidades tienen las familias es más factible que se presente ese fenómeno. Aun cuando se han hecho esfuerzos para afrontar el problema, los mecanismos que se han implementado no han generado un impacto decisivo que provoque cambios en esta tendencia.

Además, este grupo poblacional padece de deficiencias en términos del capital cultural que es valorado por las instituciones educativas, lo cual también influye en el rezago.

Analfabetismo –absoluto y funcional–, bajos índices de lectura y un elevado rezago educativo son elementos suficientes para convencernos que vivimos una verdadera emergencia educativa. Ante este panorama, puede parecer ocioso pretender desarrollar ciencia y tecnología en el país.

¿Con qué ojos divino tuerto?