En autobuses, la jaranera Gabriela acerca el son jarocho al pueblo

Gabriela empieza su mañana con una mano en la jarana y con la otra, al vaivén del tráfico matutino, alegra el caos citadino en sones sotaventinos.

Integrante del grupo Vendaval, de fusión jarocha, Gaby Guzmán entona el son de “El Gallo”, dedicado a su público disperso en los 31 asientos del autobús del servicio urbano ruta Clavijero-Banderilla. “Pero, gallo, si estuvieras muy enamorado / no andarías cantando en medio del prado", canta la joven nacida en Coatzacoalcos pero arraigada en la Capital del Estado.

A los 16 años aprendió a tocar la jarana y desde entonces vive empapada de la cultura sonera, de modo que hoy comparte dicha pasión en las calles xalapeños. “Siempre me ha gustado la calle y el son jarocho es una música del pueblo (…) creo que siendo un género que nació en el pueblo y en el campo no se debe dejar de tocarle a la gente” comenta la jaranera.



Gabriela considera que el son jarocho no puede confinarse en los fandangos, los encuentros o los teatros, sino que es primordial compartir dicho género con todas las personas. “Hoy voy a tocar en un encuentro de jaraneros con mi grupo, a lo mejor con todo armado y micrófonos, pero eso no me quita el gusto de tocar en los camiones, los mercados, porque me gusta tocarle a la gente, porque muchas personas no saben del son jarocho”.

La sonera no canta lo mismo todo el día, sino su repertorio varia según la hora. Así, en la mañana puede interpretar los sones “El Gallo” o “El Amanecer”, con temáticas de las actividades matinales. “Y si es en la noche, toco sones de la noche, de la luna, del amor, pues más o menos yo, para sentirlo más”.