No todos vinieron a Cumbre Tajín a disfrutar de los talleres, la música, los conciertos, la comida o de los espacios de actividad que ofrece este importante festival, aquí en el parque temático Takilhsukut, también hay historias de sufrimiento, como las de María, quien a sus 22 años ya es madre de 4 niños y 2 niñas, porque a los 13 años, sus papás la vendieron.
Casada técnicamente a la fuerza con un hombre mucho mayor que ella, decidió no depender de él y desde hace algunos años se dedica a la elaboración de artesanías con materiales coloridos, tal y como se lo enseñó su abuela de quien no sólo heredó el conocimiento de su oficio, sino también el nombre.
Pulseras, sacuales, collares, anillos, blusas, faldas, sandalias, entre otros productos, son los que ofrece María en un rincón, donde las autoridades organizadores del evento le asignaron el espacio, aunque se niega a explicar si pagó o no por estar vendiendo sus productos dentro del parque, lamenta que sus ventas no han sido las que esperaba.
Mientras atiende a un pequeño grupo de personas que se coloca en torno a ella y comienzan a interesarse en sus productos, ofrece lo que vende y sigue platicando su historia a este reportero quien se ha ganado su confianza, después de ardua labor de convencimiento, ya que María es callada y tímida por naturaleza.
Reconoce que Cumbre Tajín es un espacio para la regeneración cultural, donde se brindan los espacios necesarios para que las y los totonacas se formen y desarrollen, pero además fortalezcan la cultura, sin embargo señala que hacen falta espacios donde personas como ella se puedan integrar