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Sección: V?a Correo Electr?nico

En fase terminal

?ngel Lara Platas 05/03/2013

alcalorpolitico.com

Aunque se diga lo contrario, la detención de la maestra Elba Esther Gordillo representó el primer golpe en el escritorio presidencial, después de 18 años de tolerancia impune a los poderes fácticos.

Ni prudencia ni recato se aceptan como justificantes para permitir abusos de líderes que han pretendido constituirse en un poder alterno al constitucional.

Durante 24 años al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la profesora Elba Esther concentró mucho poder. Esa congregación de fuerzas le facilitó transmutar la comunidad magisterial en un ejército electoral dispuesto al mejor postor.

Los apetitos de poder y dinero de Gordillo desviaron el rumbo del sindicato de los maestros. En vez de cumplir con la responsable tarea de apoyar la enseñanza con calidad, lo llevó a los terrenos de los cambalaches electorales por cargos públicos. Posiciones políticas a cambio de votos.

El sindicato fue penosamente convertido en una organización utilitaria sin ideología ni partido. Los arreglos favorecían al mejor postor. El poder por el poder. Nada más.

Presidentes y gobernadores buscaron su manto protector por que podía traducirse en estabilidad política o buena cosecha electoral.

Al poder lo convirtió en su mejor aliado y fiel compañero. Lo utilizó –entre otras cosas-para sepultar su modesto origen social y transformarla en una opulenta mujer de pasiones extremas y odios profundos; y a veces de instintos violentos.

La moral y la ética para la mentora eran dos accesorios que cabían perfectamente en una de sus caras bolsas de mano.

24 años de liderazgo supremo, de manipuleo desenfrenado, de grandes riquezas para comprar todo -hasta conciencias-, la obnubilaron, la cegaron.

La cultura y la preparación personal no iban con ella. No le interesaba pronunciar correctamente las palabras ni estructurar adecuadamente las frases. Con gritos y amenazas se daba a entender perfectamente.

Su imagen pública, a diferencia de muchos liderazgos legítimos, era lo que se ponía encima, lo que usaba, lo que comía y bebía; y lo que gastaba.

La mayor satisfacción de la maestra no era el bienestar de los profesores que comandaba, ni que la enseñanza tuviera los mejores niveles de calidad. No. Simplemente era la acumulación de mansiones y edificios en México, Estados Unidos y Europa. Pronto se sabrá de castillos, haciendas y exclusivos bares para millonarios. Ni vestigios de cuando se desempeñó como trabajadora doméstica.

Insultante el precio de lo que usaba: los vestidos –que solo una vez se los ponía- andan por los 5 mil dólares igual que las bolsas de mano. Y eran miles. Los zapatos, más de mil Dólares (y también miles). Sus joyas preferidas eran de la tienda Tiffany, la más exclusiva y cara del mundo. Las cirugías –que no eran pocas- por el cuarto de millón de pesos.

Por mucho superó a la esposa del dictador filipino Ferdinand Marcos, Imelda Marcos –también clienta de Tiffany- que se quedó en 1,500 pares de zapatos e igual número de bolsos; y solo 2 mil vestidos.

Sin habla se han de haber quedado los profesores cuando de voz del Procurador General de la República, se dieron a conocer las cuentas bancarias y los millonarios gastos en lujosas tiendas de Estados Unidos. Paradójicamente, miles de maestros tienen que caminar kilómetros para llegar a las comunidades para encontrarse con sus alumnos.

La fotografía de la maestra Gordillo con barrotes de fierro frente a su cara, marcó el ocaso de un cacicazgo altanero y corrupto que durante años chantajeó e insultó al Estado mexicano. Se quedarán esperando quienes soñaban con su apoyo para ocupar el ISSSTE, la Lotería Nacional, la SEP o alguna Subsecretaría.

En horas, la maestra enfrentó dos grandes tragedias: perder su libertad, y tener que usar ropa barata igualitita a la de cientos de mujeres que ahora comparten el mismo espacio.

A Gordillo Morales la han dejado sola. Sus más cercanos colaboradores –excepto 2 que la acompañan en celdas diferentes-, se han hecho a un lado. Muchos de ellos hasta festinaron su detención, particularmente los que padecieron su arrogancia, desmesura y malos tratos.

Hasta su partido político (PANAL) marcó ya su sana distancia.

El poder que aglutinó la hizo perder el piso. Jamás la entristeció el daño educativo a los niños ni las dificultades económicas de los papás.

Insaciable de poder, creó un partido político para contar con incondicionales en el Congreso de la Unión y las legislaturas locales. Apoyó campañas proselitistas a cambio de de lealtades.

Hizo política pero se opuso a la Reforma Educativa, tan necesaria para el impulso que requiere la educación.

Mucha política y poco saber.

Un dato revelador: el 83% de los mexicanos apoya la decisión del Ejecutivo y posiciona a Peña en su papel de Presidente.

Ahora se espera que el dinero que la profesora utilizaba para incrementar sus riquezas y alimentar sus vanidades, llegue a mejores beneficios.

Aunque hubiera la intención, no habría manera de salvar a una enferma de poder en fase terminal.