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Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

En rojo...

Salvador Martínez y Martínez Xalapa, Ver. 21/07/2021

alcalorpolitico.com

La obligatoriedad de la norma moral es más intensa que la obligatoriedad de la norma jurídica, aunque aquella carezca de la coercibilidad que caracteriza a ésta. Coercibilidad es la posibilidad de usar de la fuerza para hacer cumplir sus mandatos. Así que, iniciamos apelando a la autoridad moral de la Declaración Universal de los Derechos del hombre, la cual en su artículo 25, punto 1, establece:

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”

Por lo que haya de verdad en el pensamiento socrático digamos que, quien comprende la norma no la infringe. Enseguida, con Albert Verdoot, examinemos o analicemos con atención y cuidado la conclusión a la que arriba este autor sobre el artículo trascrito, basada en los trabajos preparatorios de la Declaración Universal.



Toda persona, sin distinción de condición social o económica tiene derecho a un nivel de vida que puede juzgarse como suficiente al asegurar a un tiempo su salud y bienestar y el de los miembros de su familia que dependen de él.

Más concretamente, esto incluye una alimentación, vestido y alojamientos suficientes para asegurar esta salud y este bienestar, así como los servicios necesarios a este fin.

Es efectivamente derecho de todos el no conocer la inseguridad económica en casos de enfermedad, invalidez, viudez, ancianidad o en cualquier otro caso de pérdida de sus medios de subsistencia a causa de circunstancias independientes de su voluntad.



Al ser momentos ideológicos de la praxis humana, los derechos humanos pueden convertirse en momentos ideologizados cuando ocultan o protegen intereses y privilegios minoritarios.

En el terreno de los juristas, la norma jurídica es la regla de conducta que al mismo tiempo que concede derechos impone obligaciones. En los derechos mencionados, los sujetos obligados son los Estados. Y lo son, pues se trata de derechos positivizados, sobre todo, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

No obstante, suele identificarse al Estado con el gobierno y es verdad que los gobiernos son los principales obligados, pero, hoy existe la tendencia a considerar obligados también a los gobernados, pues (verdad de Perogrullo) el pueblo es un elemento del Estado.



En el acto volvemos nuestra mirada a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículo 4°, párrafo cuarto:

“Toda Persona tiene derecho a la protección de la salud. La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución. La Ley definirá un sistema de salud para el bienestar, con el fin de garantizar la extensión progresiva, cuantitativa y cualitativa de los servicios de salud para la atención integral y gratuita de las personas que no cuenten con seguridad social.”

En general, se manifiesta la necesidad de la historización de los Derechos Humanos. El derecho humano historizado se contrapone a un concepto abstracto y universal. Busca situar el contenido del concepto en relación con la praxis histórica y descubrir cómo opera en el proceso social.



¿En dónde quedó el pueblo unido que se manifestó con su auxilio en fechas todavía recientes a causa de terribles calamidades, como los terremotos en la Ciudad de México o los huracanes en nuestra región? Nos atrevemos a preguntar esto porque el mismo ser humano, mujeres y hombres, es capaz de lo peor, también es capaz de lo mejor.

Todo parece indicar que la pandemia COVID-19 comenzó por ser una catástrofe, es decir, el desastre provocado por causas naturales que escapan al control humano; actualmente tiene visos de calamidad, esto es, la desgracia que resulta de acciones humanas intencionales, las cuales pueden ser dolosas o imprudenciales. ¿Ante la madre de todas las calamidades -la pandemia que nos aqueja- el pueblo unido se volvió indiferente?

Nos referimos a sujetos que rechazan las medidas sanitarias básicas de prevención de la pandemia (el uso del cubrebocas, la sana distancia, lavarse las manos con frecuencia, no salir de casa sin necesidad); sujetos que no conciben a su hija o hijo sin fiesta de quince años o fiesta de otro tipo, o, el más claro ejemplo, las reuniones masivas por fanatismo religioso o deportivo o por las vacaciones. Y no sabemos si aquí caben las multitudes que propicia el mercantilismo, porque eso parece más grave.



No cabe la menor duda, en las antípodas del amor o la amistad no se encuentra el odio, sino la indiferencia. “Odio quiero más que indiferencia” le canta el amante a su amada, en la conocida canción popular. Pero no, no queremos el odio ni la indiferencia. En nombre de la amistad cívica queremos apoyar el descubrimiento de un nuevo modo de vida, en donde tenga cabida la alegría de vivir.

En las actuales circunstancias de las mayorías populares de nuestro país y del mundo entero, queremos reencontrarnos con la amistad. Por lo menos en el primer nivel: la amistad cívica. Dichas circunstancias hablan de pueblos oprimidos y de cara a ellos la total indiferencia. Según el Diccionario de la lengua española (RAE) indiferencia es el estado de ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia hacia una persona, objeto o negocio determinado.

En términos de convivencia ciudadana la indiferencia suele ser condenada y rechazada, porque su práctica va en contra de los valores de respeto, solidaridad y empatía necesarios para la vida en sociedad. Por ejemplo, cuando es necesaria la ayuda de una persona o grupo de personas para atender un asunto urgente y no responden al llamado.



A todos los indiferentes habrá que decirles que, en la Entidad federativa de Veracruz de Ignacio de la Llave necesitamos la ayuda de todos, particularmente de los propios veracruzanos.

En rojo. “Poza Rica y Coatepec en riesgo máximo de COVID-19; se suman a Xalapa y Veracruz”. 41 municipios se sitúan en naranja o riesgo alto. 99 en amarillo o riesgo medio y 68 restantes en color verde. Este reporte lo leímos en el Portal alcalorpolitico.com (16/07/2021).

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