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Sección: V?a Correo Electr?nico

Envía Carta de Sacerdote católico al New York Times

Transcribe la carta que un sacerdote católico envía al NYT para ejemplificar que “la gente buena también debe ser noticia y merece apoyo”

18/03/2013

alcalorpolitico.com

Carta de sacerdote católico al New York Times

Esta modesta pluma de criterio abierto escribe lo que siente, lo que ve, sin otro afán que sean útiles sus líneas. Hoy compartimos la carta de un sacerdote católico dirigida al New York Times, la cual consideramos de especial importancia ahora que están tan desacreditados los amigos sacerdotes por culpa de malos clérigos, cuya conducta pedófila ha degradado tan noble apostolado. Pero diría una máxima: “Ni son todos los que están; ni están todos los que son”.

De tal suerte que debemos tener la valentía de difundir también lo bueno de los verdaderos sacerdotes. Esta pluma coatepecana, pues, admira, aplaude, reconoce y glorifica a sacerdotes de la talla de un Alejandro Solalinde (hechura del Concilio Vaticano II) defensor acérrimo de los derechos humanos, quien día con día expone su propia vida apoyando a los indocumentados que, obligados por la precaria realidad de sus pueblos, atraviesan el suelo mexicano en busca del trabajo que en su país no encuentran… Para éstos señorones liberales del sacerdocio como Solalinde y como el autor de esta carta, va nuestro máximo reconocimiento. La carta dice así:

“Querido hermano y hermana periodista: Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

“Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes…

“¡Ciertamente todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio. Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección y prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

“Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG no estaban autorizadas que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en México mediante el único puesto médico en 90 mil km2, así como con la distribución de alimentos y semillas. Que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110 mil niños...

“No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15 mil personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y de la ONU.

“No es noticia que un sacerdote de 75 años, el presbítero Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio.

“Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60 mil de los 400 mil sacerdotes y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con SIDA, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobre todo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

“No es noticia que mi amigo, el presbítero Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

“No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve. La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la buena noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir a sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano, y también belleza y bondad como en cada criatura…

“Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido. Sólo le pido, amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión”.

En Cristo, firma el presbítero Martín Lasarte; luego remata: "Mi pasado, Señor, lo confío a tu misericordia; mi presente, a tu Amor; mi futuro a tu Providencia"…

Hasta ahí la carta de este sacerdote humanitario. Pero con sus líneas vienen a la mente las palabras de Peña Nieto en su discurso de sus 100 días de gobierno, donde hace énfasis en impulsar políticas enfocadas directamente a beneficiar a la humanidad. Estas modestas líneas le sugieren apoye con todo al padre Solalinde, quien ha estado a punto de morir en manos de la mafia y del propio gobierno. Ahí tiene el joven nuevo presidente la oportunidad de escribir su nombre con letras de oro en la Historia de México en lo referente a transformar en apoyo y no persecución a estos seres humanos humildes cuyo único “delito” fue haber nacido sin recursos económicos. El cura Solalinde merece todo el apoyo por su gran sensibilidad humana en favor de los necesitados.

Antes de concluir es justo hacer este comentario. Mire usted, dentro de la guerra a muerte que hubo entre la Iglesia y los masones surgió un preclaro Papa insurrecto que trató inútilmente de derrotar las propias tinieblas fundamentalistas clericales que hasta hoy dirigen la Iglesia, fue Juan XXIII, "El Papa Bueno". Llamado “bueno” porque se mostró consciente de la necesidad de su Iglesia de acercarse a la luz, a la libertad y a la ciencia; por ello en 1963, habiendo ya convocado al hoy traicionado Concilio Vaticano II de 1962, lanzó una oración de paz y de conciliación a los masones confesando los pecados de su Iglesia. Juan XXIII rezaba:

“Señor y gran arquitecto: Nosotros nos humillamos a tus pies e invocamos tu perdón por la herejía en el curso de desconocer en nuestros hermanos masones como tus seguidores predilectos. Luchamos siempre contra el libre pensamiento, porque no habíamos comprendido que el primer deber de una religión, como afirmó El Concilio, consiste en reconocer hasta el derecho de no creer en Dios. Habíamos perseguido a aquéllos que dentro de la propia iglesia habíanse distanciado inscribiéndose en las logias, despreciando todas las injurias y amenazas. Habíamos irreflexivamente acreditado que una señal de la cruz pudiese ser superior a tres puntos formando una pirámide. Por todo esto nos arrepentimos Señor y con tu perdón te rogamos nos hagas sentir que un compás sobre un nuevo altar puede significar tanto como nuestros viejos crucifijos. Amén.”

Por esa razón esta pluma liberal sabe reconocer también lo positivo que hay en las buenas acciones de los verdaderos sacerdotes que por fortuna los hay.
Agradezco humildemente la amistad que me brindan muchos de ellos a quienes envío por estas líneas un fuerte, fraternal y triple abrazo. Ojalá se multipliquen los “Alejandros Solalindes” y qué mejor que Peña Nieto prosiga transformando en todos los sentidos y para bien a México entero. ¡Viva México, señores! ¡Ajuaaa!


Joaquín Alcántara Hernández