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Sección: Estado de Veracruz

Escritora Alicia Colot estrenó el cuento “Las reliquias del Mictlán”

Lectura fue por Facebook, dentro del Primer Festival de Día de Muertos del parque memorial Ecológico “Bosque de Vida”

Miguel Valera Xalapa, Ver. 03/11/2020

alcalorpolitico.com


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Adaptándose a la nueva normalidad por la pandemia del COVID-19, utilizando la plataforma de Facebook Live, la escritora Alicia Colot Villarreal realizó la presentación mundial de su cuento “Las reliquias del Mictlán”, dentro del Primer Festival de Día de Muertos del parque memorial Ecológico “Bosque de Vida”.

Autora de Adave, Sueños y Postdatas, Inéditos y Brevísimos, Dichos de la Bruja Cafetalera y Verde Cafetal, la escritora y filósofa residente en el pueblo mágico de Xico, Veracruz, ha sido docente en diversas universidades del país y ha impartido conferencias, cursos y talleres sobre ética, lógica y bioética.

Fue representante de la Subsecretaría de Educación Media Superior federal para el estado de Veracruz y ha sido asesora de la Vicerrrectoría de la UdG e investigadores externa de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, para el diseño de su política educativa. También ha sido editora invitada en revistas especializadas de filosofía.



En el marco del Primer Festival de Día de Muertos organizado por el parque Memorial Bosque de Vida, el primer complejo funerario del estado de Veracruz, Alicia Colot leyó los textos “Por si llegas” y “El encierro olvidado” y el día 2 de noviembre el cuento “Las reliquias del Mictlán”, que escribió para “Bosque de vida”, un espacio que busca trasladar las tradiciones funerarias a un espacio en donde impere la naturaleza y florezcan los recuerdos.

La obra, recreada en la región de Coatepec, con olor a café y tierra mojada, hace referencias directas a la pandemia del COVID-19: “Somos un puente de paciencia infinita que avanza sin moverse que al morir y bajo la tierra fortalece lo que aquí hace florecer, la sonrisas de los efímeros, de los que se quedan, ellos están aprendiendo a pelear, a vivir, nosotros los guerreros del inframundo los sostenemos y estos viejos árboles nos abrazan y nos unen, como dirían los humanos, con sana distancia”.

“Las reliquias del Mictlán” muestra un recorrido del Mictlán a la tierra coatepecana para reflexionar sobre un bosque que da vida.



“Anda, recoge tus enaguas y pregunta por un tal Fernando, quiero verlo de todos sus andares deshuesado, ve por los escalones que los traen con nosotros, anda de prisa que el tiempo para ellos es breve y se les escapa en dificultades absurdas que han hecho importantes, ya de tantos de sus olvidos un recuerdo de que por nosotros existen. Ve y busca entre las tumbas de cemento y mármol, entre las cruces de tierra (carcajada) y sus intentos de quedarse con algo”, inició su lectura Alicia Colot.

“Ella se levantó del suelo de tierra húmeda, muy molesta pues sus faldones estaban enmohecidos y los huesos se veían manchados, le preocupaba que de tanto humano asustado tuviese que cargarlos a todos, pensó en llevar un costal pero el atuendo sería a un peor así que sólo se levantó y el camino pensativa emprendió…”.

“Un grito se escuchó desde la obscura cueva, sigue el camino de flores y no te enamores de los placeres de la carne y la vida que a nosotros los huesudos no nos corresponden…”



“La escalera que lleva al fondo de la eternidad es atracción y repulsión, una batalla que no se puede evadir… era Ella, la que salía del inframundo, y a cada paso sus huesos se acomodaban y su paso era firme y lleno de poder, ya un poco más cerca sus pies lograban sentir, esos viejos huesos tenían frío, parecía que la vida se apoderaba de su avanzar, el grito se escuchó, Señora del inframundo, no ame la vida, porque es efímera”.

“¡Pero yo no tengo perro! ¿¡Cómo llegaré al otro lado, si entro al río me deshueso!?
La carcajada burlona del oscuro pasado recién andado, un golpe en la nuca a la vieja del inframundo y entonces…”.

“Todo está tan oscuro, miró sus manos y sus pies agrietados y sucios y ese olor… movió la cabeza lentamente y con mucho esfuerzo logró ponerse medianamente en píe, no recordaba nada, no sabía en dónde estaba, de todo no quedaba nada, porque Ella es eso, nada y el infinito en conjunto, cual niño que descubre el mundo con pasos torpes avanzó, eran cerros de tierra y pasto, de velas con tenues luces y parecía una fiesta y ella tan desarreglada…”.



“De un salto se levantó, miró a todos lados y nadie más ahí se miraba,… caminó un poco por el lugar… un letrero…decía ‘Bosque de Vida’ y casi se desmaya pero si yo busco muerte no vida… un tanto reflexionó porque sus recuerdos eran extraños como si de dos mundos estuviéramos hablando…”-

“Entre tumbas de piedra y mármol, entre las flores de plástico y las coronas marchitas, ahí entre los pasillos perfectamente trazados y los recuerdos apretujados, están mis reliquias, usa tus manos o los huesos del tal encargado pero tráelos todos, o no los dejaré festejar lo acordado”.

“Incrédula y desconcertada de estar en el lugar correcto, entendió que en el mundo la comunicación es más apresurada y lamentó que el señor del Mictlán no tuviera whatsapp, al no tener interlocutores y sentirse perdida, esta escribana del inframundo empezó a preguntar a los seres que majestuosos se levantan de la tierra, abrazan el inframundo y lo sostienen, los que son casa y recuerdo, los contempló mientras se arreglaba o por lo menos intentaba que su eterna edad no se notara… una carcajada del costillar emergió… que dichosas somos las escribanas delgadas que al tener solo huesos en la quijada ni una arruga ni botox nos hace falta… Ella se sabía una mujer muy guapa, con códice en mano y ya decidida y sin importarle lo que el mundo de sí pensara a la fiesta se fue ya muy engalanada…”.



“Hemos encontrado que los problemas humanos tienen más que efectos secundarios, hoy están todos encerrados, no les ha quedado remedio, caen como moscos en agua bajo la luz de un farol, se quedan tristes y acongojados, se marchan ya sin sus rituales acostumbrados, y nos cortan y nos talan y nos hacen cajas, y se guardan ahí dentro y se despiden, metros bajo tierra, se llenan de cemento y mármol, se visitan una vez a la semana, luego pasan los meses y los años, llega el día de muertos, ya por finales de octubre y noviembre recién comenzado, ahí llenan de flores amarillas y velas caminos para sus almas volver a sentir, ¡qué te cuento a ti de sentimientos, de sentires y placeres! ¡Tú qué eres fría y ausente, que asustas con tu certeza y seguridad que tienes el poder de la muerte y del tiempo ninguna prisa! ¡Qué puedo decirte a ti que llegaste a este cementerio…”

“¡Cementerio!, grito la escribana sorprendida… aquí no es un cementerio, dicen que es la sierra coatepecana, abrazo del café recién tostado, el alma vieja de un león de pasto, he andado entre árboles y veredas de piedra roja, entro los huesos incrustados de recuerdos, del amor efímero y las pasiones de la vida no tengo ni un triste recuerdo, soy escribana de muerte, de soledad y ausencia, de dolor y nudos en la garganta, soy la que los lleva y deja una carta escrita entre la soledad y el silencio de la madrugada, aquí no está lo que busco, tu melancolía me ha hecho distraerme de mis instrucciones… me largo!”.



A través de las redes sociales, con su voz, Alicia Colot Villarreal estrenó este cuento que estremeció a los cibernautas que se trasladaron al Bosque de vida para festejar a los muertos en este espacio de árboles, flores y aire fresco.


Trabajo realizado con el apoyo de: Journalism Emergency Relief Fund https://newsinitiative.withgoogle.com/journalism-emergency-relief-fund