La simulación de servidores, omisión de las fiscalías y la criminalización del Estado contra las víctimas es lo que experimentan mujeres al denunciar la desaparición de un familiar en Veracruz, reveló el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez”.
Lo anterior, dentro de la publicación "Nos llaman las locas de las palas: el papel de las mujeres en la búsqueda de sus familiares desaparecidos", editado por el Centro Pro en colaboración del Fondo Canadá dentro del Ejercicio 2020.
El compendio incluye los relatos de Michelle Quevedo Orozco, hermana de Gerson, secuestrado en 2014 y localizado en las fosas clandestinas de Colinas de Santa Fe, en 2017; además de Columba Arroniz González, madre de Bernardo Benítez Arroniz, desaparecido por policías estatales en Tierra Blanca; y de María Herrera Magdaleno, madre de Luis Armando Trujillo Herrera y Gustavo Trujillo Herrera, ambos desaparecidos en 2010 en el estado de Veracruz.
"El primer golpe que viven las mujeres al iniciar la búsqueda es la criminalización contra la persona desaparecida por parte de las autoridades", dice el documento del Centro Pro.
En el caso de Michelle Quevedo, al presentar la denuncia ante la Fiscalía Federal, el propio agente del Ministerio Público le acusó que su familia pertenecía al crimen organizado.
"Decía que seguramente mi papá era del crimen organizado. Nos investigaron a ver si pertenecíamos a algún cártel", relata la agraviada.
El documento refiere que la falta de investigaciones sobre los perpetradores y la connivencia entre autoridades y el crimen organizado es otra de las realidades a las que las mujeres se enfrentan de primera mano.
Un ejemplo lo relata la propia Michelle, quien reconoció la voz de uno de los negociadores del secuestro de su hermano en la Fiscalía.
"Cuando llegamos a hacer nuestra declaración, sólo había dos personas porque fue en la madrugada después de que mataran a mi familia. A uno de los que estaba ahí le reconocí la voz como la persona con la que estaba negociando el secuestro. Pensé que nos iban a terminar de matar a todos".
Por su parte, Columba Arroniz, madre de uno de los cinco jóvenes desaparecidos en Tierra Blanca, recuerda que se fueron enterando de que “todos” en el Ministerio Público estaban coludidos con criminales.
"Lo que pasa es que cuando uno no tiene experiencia, a veces va creyendo en esa gente y con el tiempo te vas dando cuenta de que te toman el pelo y son bien mentirosos. Me da horror pensar que quienes buscaban a mi hijo eran los mismos que estaban con el crimen organizado".