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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Greta Thunberg, símbolo de las generaciones del siglo XXI

José Manuel Velasco Toro 17/10/2019

alcalorpolitico.com

En noviembre de 2018, Greta Thunberg participó en la Conferencia TEDx (por sus siglas en inglés, Techonlogy, Entertainment, Design), organización sin fines de lucro dedicada a difundir aquellas ideas relacionadas con campos de la ciencia, tecnología, arte, diseño, educación, política, cultura y temas de asunto global. En su discurso, habló del principio de equidad y justicia que está establecido en el Acuerdo de París de diciembre de 2015 y señaló, enfática, que las emisiones de gases de efecto invernadero “tienen que parar (…). Esto es blanco o negro. No hay grises cuando se trata de sobrevivir. O continuamos existiendo como civilización o no. Tenemos que cambiar”.

Este señalamiento lo ha repetido en cada uno de sus discursos, clara y reiteradamente en un esfuerzo para informar y crear consciencia de las implicaciones que el cambio climático tendrá en nuestras vidas, porque, añade, “lo que hagamos o dejemos de hacer ahora ni mi generación ni yo podremos deshacerlo en el futuro”. Llamado a la acción que reafirmó en su discurso el 8 de septiembre durante la Marcha por el Clima realizada en Estocolmo y luego en Davos, el 25 de enero de 2019. En esta ocasión, retomó su metáfora en un esfuerzo de trasmitir su sentir de manera sencilla: “O impedimos un aumento de la temperatura de 1,5° o no lo impedimos. O evitamos disparar esta reacción en cadena irreversible que ya escapa al control humano o no lo evitamos. O elegimos continuar como civilización o no lo elegimos. Esto es incuestionablemente blanco o negro. No hay grises cuando se trata de sobrevivir”. Luego, en respuesta a quienes la han criticado queriendo minimizar y desprestigiar su discurso con señalamientos ofensivos, respondió en la conferencia de la ONU sobre cambio climático el 3 de diciembre de 2018, “(…) a mí no me importa nada la popularidad: a mí me importa la justicia climática y que el planeta siga vivo”. A lo que agregamos lo que dijo en Bruselas el 6 de octubre de ese mismo año: “¿Qué sentido tiene aprender datos dentro del sistema educativo cuando es evidente que los datos más importantes que nos proporciona la ciencia erudita dentro de ese mismo sistema no significan nada para nuestros políticos y para nuestra sociedad?”. Para ultimar, “Los niños no deberíamos de tener que hacer esto. Pero como prácticamente nadie está haciendo nada y es nuestro futuro el que está en peligro, creemos que tenemos que seguir adelante”.

Greta tiene razón de estar enojada, como la tienen millones de niños y jóvenes a quienes, los nacidos en el siglo XX, deberíamos pedirles perdón por heredarles un mundo en el que tendrán que enfrentar múltiples dificultades para sobrevivir. Ella habla del futuro inmediato, el cual no está exento de graves consecuencias para la sociedad humana. De un futuro evitable para millones de niñas, niños y jóvenes de hoy, sí ahora se asumen acciones para remediar y mitigar las causas del cambio climático, justicia planetaria que demanda con saber y con pasión.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), en su informe de este año 2019, señaló que el tiempo se está agotando, pues el impacto antropogénico, es decir, la actividad humana sobre nuestro planeta, ya está dando muestras de que la Tierra dejará de ser un hábitat agradable para la vida, en especial para el ser humano. Sequías extremas que afectaron, tan sólo en México, al 56% de su territorio provocando la pérdida de cultivos de temporal, lo mismo que a la actividad ganadera (por cierto, una de las causas del afecto invernadero por la deforestación que le acompaña para sustituir bosque y selva por pastizales). Lluvias torrenciales repentinas y aisladas que provocan daño material y humano. Epidemias que, como el dengue, se vuelven endémicas en zonas donde antes no se reproducía el mosco Aedes aegypti, su trasmisor. Incendios forestales devastadores. Olas de calor que se perciben más intensas en las urbes. Reducción de las fuentes de agua que es cada vez más severa, entre muchos otros efectos derivados de una dinámica económica de consumo desbocado, cuyo crecimiento lo supone infinito frente a recursos que son finitos.

Como bien lo dice Miguel Rubio Godoy, biólogo e investigador del Instituto de Ecología, A. C., pese a la “amplia evidencia científica y la demostración cada vez más frecuente de nuestro impacto negativo sobre el planeta, seguimos actuando como si nadapasara. Para enfrentar los retos del Antropoceno es necesario tener lucidez, observar fríamente la evidencia y decir las cosas sin tapujos, como lo ha hecho la joven sueca Greta Thunberg”.



Pero si no queremos escuchar a Greta, que deberíamos no sólo hacerlo, sino sumarnos también a su movimiento, porque en ello va la sobrevivencia civilizatoria, escuchemos lo que dicen los bancos, dueños del capital y controladores del gobierno subterráneo. En su artículo de Saijel Kishan, “Los bancos apenas detectan una nueva alerta: el cambio climático” (08/10/2019/), refiere que para “los bancos, una preocupación es que, si la sociedad ignora el problema y luego se ve obligada a realizar una transición rápida hacia una economía baja en carbono, las empresas y los activos que producen muchas emisiones podían sufrir un desplome en su valor”. Y no sólo las empresas que producen grandes emisiones, como las petroleras, la industria del plástico y otras, sino también la inmobiliaria se vendría abajo, pues de ocurrir grandes inundaciones por el aumento del nivel del mar, las consecuencias serán inimaginables. O actuamos a favor de la humanidad salvando nuestro único hogar, la Tierra, o la humanidad será víctima de su propia actividad antropogénica. Cierro con palabras de Greta: “Y como es nuestro tiempo el que se acaba, hemos decidido actuar. /Hemos empezado a limpiar su desastre. /Y no pararemos hasta que hayamos acabado”. (Bruselas, febrero de 2019).