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Sección: V?a Correo Electr?nico

Guerra de encuestas (¿cuchareadas?)

Manuel Mart?nez Morales 18/06/2012

alcalorpolitico.com

Según una nota de CNN México, directivos de tres de las principales encuestadoras de México discreparon sobre cuál será la tendencia de las preferencias electorales hacia el final de las campañas presidenciales.

Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, señaló que durante las últimas semanas ha disminuido la distancia entre Enrique Peña Nieto, candidato presidencial del PRI y Andrés Manuel López Obrador, abanderado de la izquierda, aunque desestimó que la diferencia entre uno y otro vaya a cerrarse demasiado.

Adrián Villegas, director de Estudios Políticos y de Gobierno de Ipsos-Bimsa, coincidió con Campos en ese señalamiento: “Sí hay una tendencia más suavizada hacia el descenso de Enrique Peña Nieto, una tendencia un poco más suavizada hacia el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador, pero estamos hablando de que, en promedio, al final de todo esto, estaríamos hablando de una diferencia del orden del 10% o un poco más”, dijo.

En contraste, Ana Cristina Covarrubias, de Covarrubias y Asociados, señaló que sus mediciones apuntan a una elección cerrada, porque de abril a mayo Peña Nieto bajó siete puntos en las preferencias —de 47 a 40— y López Obrador subió tres —de 27 a 30–. “La historia que nos están contando las encuestas es de un descenso realmente amplio y significativo entre la diferencia de primero a segundo lugar y un claro segundo lugar que es Andrés Manuel López Obrador”, dijo Covarrubias. Agregando que las mediciones podrían derivar al final en un "casi virtual empate" entre el priísta y el perredista. En su opinión, sin embargo, el panorama es diferente al de los comicios de 2006, porque en esa ocasión la mayoría de los encuestadores estimaba que habría una diferencia de tres puntos entre los dos punteros, mientras que ahora el promedio es más grande y oscila entre cinco y seis.

Durante el foro de este miércoles, el secretario ejecutivo del instituto, Edmundo Jacobo Molina, informó que en este proceso electoral el IFE ha registrado 135% más encuestas que en 2006. En aquella elección recibió 57 encuestas, y en lo que va de ésta ya suman 134.

Durante esta contienda, López Obrador ha cuestionado el uso de las encuestas por parte de sus rivales y asegura que algunas están diseñadas para favorecer a Peña Nieto. Ciudadanos agrupados en el movimiento #YoSoy132 hacen la misma acusación e incluso algunos de ellos presentaron recientemente una queja ante el IFE.

También apareció en escena el Observatorio Universitario Electoral (OUE) que agrupa a reconocidos académicos pertenecientes a UAM, COLMEX, UNAM y CIESAS. El día 12 del presente dieron a conocer una Encuesta Nacional de Preferencias Electorales (ENPE), ya que consideran “que un importante número de encuestas han sido utilizadas para manipular las preferencias electorales, lo que constituye un acto antidemocrático…. Porque queremos ofrecer a la sociedad información alternativa, con base en criterios científicos y académicos”.

Llama la atención el encabezado –de tono propagandístico, contradictorio con el declarado enfoque científico- del desplegado publicado por el OUE, a plana entera en La Jornada del día 13: “EMPATE TÉCNICO AMLO-EPN”. (También disponible en: www.contamos.org.mx)

Por cierto, en una entrevista concedida a Carmen Aristegui, Edmundo Berumen (Presidente de Berumen y Asociados, casa encuestadora a la que el OUE encargó el diseño de la encuesta y el levantamiento de datos y –curiosamente- no el análisis de los mismos) se deslindó de los análisis realizados por el OUE y criticó el empleo del término “empate técnico”.

Una lectura atenta del documento revela una serie de omisiones, errores y falta de claridad en la presentación de los resultados de la ENPE. Para comenzar en la Gráfica 1, del citado documento, aparecen trastocados los datos de Enrique Peña Nieto (EPN) con los de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), lo cual –en mi opinión- es un grave descuido en un documento de esta clase. La presentación misma de esta gráfica no es la más apropiada para lo que se quiere mostrar, a saber: que hay un traslape en los intervalos de confianza correspondientes a los estimadores de la preferencia electoral para cada uno de los candidatos. Si bien en el texto se ofrece una explicación clara, estos detalles pueden causar confusión en quienes no están acostumbrados a leer cifras y gráficas.

Por otra parte, algunos comentarios en el documento no son muy precisos como cuando se señala que “la encuesta es estrictamente probabilística porque a diferencia de las demás no se reemplazaron las entrevistas no logradas”, pues una muestra se define como probabilística por muchas otras características y no solamente por el no reemplazo de las entrevistas no logradas. Además se dice que “los resultados (de la encuesta) no pueden ser una estimación puntual sino valores en un intervalo que se denomina intervalo de confianza”. En los textos elementales de estadística se definen y se distinguen los dos tipos de estimación: estimación puntual y estimación por intervalos, discutiéndose además su relación y la forma en que se complementan; siendo de utilidad y necesarios los dos tipo de estimación. En otras palabras, en casos como las encuestas que nos ocupan, se deben citar tanto el estimador puntual (porcentaje de preferencia), como el intervalo de confianza. En todas las encuestas que he visto publicadas se da el estimador puntual, así como el margen de error (+/- 3%, digamos) de donde se puede construir fácilmente el intervalo de confianza sumando y restando esta cantidad al estimador puntual.

Todo intervalo de confianza se construye asociado con un nivel de confianza, que es la probabilidad de que el rasgo a estimar (el porcentaje de votos emitidos a favor de tal o cual candidato) esté contenido en el intervalo, Por ejemplo, si la preferencia por el candidato X, según alguna encuesta, es de 25%, con un intervalo de 95 por ciento de confianza que va de 22 a 28 por ciento; esto nos indica que esperaríamos que la votación por este candidato –si fuera el día de la elección- estaría entre estos límites (22 y 28 por ciento) con una probabilidad de .95 (o 95 por ciento). Lo cual implica que habría una probabilidad de 5 por ciento de que no fuera así, es decir que la votación real estuviera fuera del intervalo calculado. (Para mayores detalles se puede consultar mi artículo: Sobre encuestas y encuestadores, La Jornada Veracruz, 27/07/10. Disponible en: www.jornadaveracruz.com.mx/Noticia.aspx?ID=100727_125909_531&seccion=7)

Lo que me parece grave –de esta y otras encuestas- es que no proporcionan el nivel de confianza asociado al intervalo, puesto que la estadística elemental nos enseña que el tamaño del intervalo varía en función de la confianza que queramos asociarle: a mayor confianza, menor precisión, es decir intervalos más amplios, y viceversa. Entonces, se puede “jugar” –lo que un estadístico profesional no debería hacer- con los niveles de confianza hasta que se encuentre el intervalo que convenga.

Sólo por hacer el ejercicio, a partir de los datos publicados de la ENPE, realicé cálculos elementales bajo el supuesto de una muestra aleatoria (probabilística), para intervalos de confianza de 95 y 99 por ciento, que son niveles que se emplean habitualmente en este tipo de procedimientos, encontrando los siguientes resultados:

Según la ENPE los intervalos para cada candidato son:

Para EPN: (30.9, 35.5)
Para AMLO: (22.8, 31.8)

Como, según este resultado, los intervalos “se traslapan” se concluye que hay “un empate técnico”.

Ahora bien, haciendo los cálculos respectivos para determinar el intervalo de confianza (usando la fórmula para una muestra totalmente aleatoria) obtengo los siguientes resultados:
Intervalo de 95% de confianza:
Para EPN: (31.72, 35.08)
Para AMLO: (25.72, 28.88)
Los intervalos no se traslapan.
Intervalo de 99% de confianza:
Para EPN: (31.23, 35.57)
Para AMLO: (25.26, 29.34)

Los intervalos no se traslapan.
Es posible que por mis conocimientos elementales de estadística esté equivocado en la elección de la fórmula o en los cálculos, por lo que consulté con un colega que se dedica al diseño, aplicación y análisis de encuestas y estuvo de acuerdo con mis conclusiones.

También pregunté un par de veces, a través de su sitio en Internet, al OUE sobre cual fue el nivel de confianza que utilizaron y la fórmula que emplearon haciéndoles saber de mis propios cálculos, no habiendo recibido respuesta alguna hasta el momento de redactar este texto.

Me parece lamentable que se use el nombre de distinguidos académicos, como Julio Boltvinik, Héctor Díaz-Polanco y otros, pertenecientes a reconocidas instituciones de educación superior, para respaldar resultados de encuestas supuestamente elaboradas y analizadas “con base en criterios científicos y académicos” que sólo contribuyen a crear mayor confusión en el ya enrarecido espacio de las encuestas electorales, las cuales, como señalé en mi artículo arriba citado no son bolas de cristal: no nos permiten “adivinar” el resultado de la votación que tendrá lugar el día 1 de julio. A lo más son sondeos de opinión que nos permiten ver las tendencias de las preferencias en un momento dado pero de ninguna manera predicen los resultados reales.

Para evitar cualquier malentendido declaro que no estoy a favor de candidato alguno. O lo que es lo mismo: ¿A quién va usted a creer: a mí, o a sus propios cálculos?