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Sección: V?a Correo Electr?nico

Espacio Ciudadano

Guillaumin, hombre polifacético y sensible

Jorge E. Lara de la Fraga 14/05/2013

alcalorpolitico.com

“Yo no estoy a disgusto con haber vivido, la vida que he vivido y en donde he vivido…” R.G.F.

Como huatusqueño, conocía de vista a Don Rafael Guillaumin Fentanes (había 15 años de diferencia) desde mi infancia, adolescencia y juventud, pero en ese tiempo no hubo la oportunidad de establecer relación con él porque mis estudios medios y superiores los realicé en Orizaba y en Xalapa, después mis actividades magisteriales me alejaron de mi terruño de origen. Pasaron los años y ya como elemento jubilado establecí contacto con ese ser laborioso que se desempeñó en las actividades industriales, en las labores agrícolas y en las tareas de la hotelería y la gastronomía. Un elemento importante de enlace fue su hermano Dagoberto, el dramaturgo que fue discípulo directo del maestro Seki Sano y con quien yo tenía en común varias inquietudes del orden sociopolítico. Fue en una reunión en la ciudad de Xalapa donde hablé con el señor Rafael y desde el primer momento entendí que era una persona versada en diversos tópicos, que así como era ducho en los asuntos comerciales-productivos, también opinaba con sustentos sobre cuestiones culturales, científicas y políticas

Hombre de su tiempo y además visionario, estaba pendiente del acontecer contemporáneo. Leía periódicos y revistas de circulación nacional y además era adicto a la bibliografía de buena factura; por él conocí al también paisano singular, al prosista Jorge López Páez, autor de cuentos y novelas, algunas de carácter autobiográfico. Una tarde memorable en Coatepec conviví con los dos personajes alrededor de una mesa con sólidos y líquidos apetecibles y pude percatarme de que el paisano Rafael conocía la trama y elementos importantes de varias de las obras del literato que escribió la reveladora novela “El solitario atlántico”. En mis diálogos con el recién desaparecido, (mismo que comentaba mis artículos periodísticos), salieron a relucir asuntos interesantes del Huatusco de los años 40, 50 y 60 del siglo XX, de ese auge y a veces declive del café, de los personajes oriundos que se significaron en la cultura, en la política y en los deportes, así como de los mitos y realidades de la localidad.



En una de esas ocasiones le pregunté la razón por la cual nunca llegó a la presidencia de su tierra adoptiva y él me narró su vivencia electoral, así como la manera en la que no se le reconoció su triunfo y fue también cuando surgió un tercero en discordia. También me atreví a preguntarle si él fue durante un buen tiempo el árbitro, “el hombre fuerte” o el elemento decisivo para avalar a determinado prospecto como el candidato idóneo tricolor para un cargo popular. De manera inteligente no me ofreció una respuesta concreta, esbozó una sonrisa y sólo se limitó a expresarme que gozó de las confianzas y atenciones de varios gobernadores y de políticos de importancia. Era un ser incluyente, accesible, convivía con tirios y troyanos, con ricos y pobres; buenos amigos de él militaban en otros institutos políticos diferentes al suyo o bien permanecían al margen de los menesteres públicos.

Con respecto a mi persona y a su modo de pensar y sentir, puedo aseverar que compartimos buenos momentos, en medio de nuestras diferencias ideológicas y partidistas. Concluíamos que lo importante era el desarrollo integral del país, que se ameritaba disminuir la brecha económica existente entre los grupos privilegiados y los grandes sectores populares; propiciar asimismo fuentes de empleo, ofrecer educación y salud, sin dejar de preservar nuestro rico patrimonio natural. Todo ello en el marco de una atmósfera de tranquilidad social y de respeto a las leyes constitucionales. Don Rafael a lo largo de su existencia auspició empleos para muchas personas de la localidad y de la región, auxilió y orientó a múltiples conciudadanos. Es muy probable que “al anochecer” haya asimilado amargamente la reiterada ingratitud humana.

Además de sus arduas jornadas, todavía se daba su tiempo para respaldar a los niños y jóvenes en actividades recreativas y deportivas. Merced a él y a otros esforzados paisanos, la tierra del tlaltonile conformó un buen equipo profesional de beisbol y esos “Caleros” emblemáticos lograron ubicarse en una temporada como los campeones indiscutibles de la Liga Invernal Veracruzana. El espacio disponible me impide seguir enumerando otras facetas de esa persona que, entre otras cosas, se identificó a plenitud con el bambú, con ese vegetal extraordinario que posee muchas virtudes y que – como el finado-

“se dobla pero no se quiebra”.