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Sección: Estado de Veracruz

Libertas

Hacer educativo en la sociedad del conocimiento

José Manuel Velasco Toro 10/01/2019

alcalorpolitico.com

Diversas son las reflexiones que se derivan del análisis de los cambios que se están sucediendo en el contexto de la sociedad del conocimiento. Como educadores y partícipes de los procesos educacionales, no podemos estar al margen de todo aquello que involucra el aprender para el futuro; es decir, formarse como persona para desarrollarse en una sociedad cambiante, donde el conocimiento y la innovación requieren de un hacer ético y vocación intelectual para aprender en el aprender. La cuestión educativa posee múltiples relaciones implicadas, pero éstas siempre giran en torno a un principio fundamental: el hacer social educativo desde el ser social abierto al mundo y sus relaciones. La relación compleja en la que “yo me construyo y soy construido por los otros”, se revela como el principio de la intersubjetividad que contiene el reconocer que el ser humano es un sistema abierto que aprende desde su autonomía en relación con el otro, los otros y su entorno. Pero también nos muestran que ese hacer y ser en autonomía debe darse en la convivencia que conlleva, a su vez, los principios éticos de la responsabilidad y el respeto.

Los seres humanos, nos lo dijo Paulo Freire, somos “seres inacabados” que nos estamos haciendo día a día en el aprender. Por eso, la dimensión educativa se nos devela como el hacer cultural de la cualidad social humana. No somos seres estáticos, simplemente porque la vida no lo es. La vida es cambio, transformación, desorganización y reorganización constante y creativa. Por eso aprendemos y lo aprendido se incorpora al saber humano para comunicarlo, reproducirlo, hacerlo pervivirle en la cultura. Y en este hacer comunicativo, el saber adquiere cualidad social al radicarse en la función de educar. Sentido que debemos fomentar y rescatar para darle visibilidad al espíritu solidario capaz de reacoplar principios fundamentales para la civilización: cuidado, libertad, conocimiento, cooperación, creatividad. Comprensión, inteligibilidad y comunicabilidad, son conceptos relacionados que adquieren trascendencia educativa porque la capacidad innata de todo ser vivo es aprender, y en el ser humano el aprendizaje es no sólo resultado de una dinámica social e individual del sujeto, sino un proceso biológico que radica en nuestro cerebro y la forma en que éste se estimula con relación al entorno. Base cognitiva fundamental.

Pongo atención en una idea central: la cuestión de la sociedad del conocimiento. Concepto que refiere tanto al fenómeno informático, tecnológico y de conocimiento, como de factor de valor en el proyecto político implicado. Frente a ella, la educación, la buena educación adquiere una dimensión fundamental en el compromiso ético, social y política para impulsar hacia una “Sociedad Aprendiente”. No vamos a entrar en detalles sobre cómo y por qué se define al mundo actual como una sociedad del conocimiento. Pero lo que sí es necesario dejar en claro es que estamos en un cambio de época histórica que conlleva una nueva visión del mundo y de la vida. Cambio que se deriva del avance de la ciencia constituida en valor y factor de producción, cuyos conocimientos generados están reorganizando nuestra percepción del presente y del futuro. Señalemos tres premisas generadoras para la reflexión y el diálogo. Primero. La sociedad del conocimiento es una sociedad para todos porque la tecnología de la información permea los más variados dominios de la vida en la sociedad. Segundo. La sociedad del conocimiento posee la paradoja de propiciar fenómenos de inclusión y exclusión de los sujetos al mundo económico, al privilegiar el acceso a información y conocimiento pertinente de punta. Tercero. La sociedad del conocimiento va más allá de los datos digitalizados para privilegiar el conocimiento como saber creativo, lo que constituye el recurso humano, económico y sociocultural que determina la actual dinámica mundial.



En los enunciados de estas premisas encontramos establecida una relación asimétrica entre educación y política; la primera como contexto en el que se reproduce la condición social requerida; la segunda vislumbrada como acción directriz del ser educativo hacia un fin predeterminado. Pero como normalmente suele suceder en todo estado de movimiento educacional que siempre, como el razonamiento socrático, va hacia adelante, en la relación educación y política está implicada la paradoja del cambio que posee un elemento cognitivo fundamental: el conocimiento como saber que nos confronta con el mundo y nos relaciona en el tiempo y el espacio de la intersubjetividad. Esta paradoja es la que intuyó Freire cuando resaltó que la educación es política en el ejercicio de la opresión, pero también es política cuando la consciencia que emana del educar lucha por la libertad y la equidad. Es la relación del sujeto con el mundo, quien en la acción práctica de aprender establece dominios intersubjetivos que propician propiedades emergentes y hacen posible aprender para cambiar.

Centremos nuestra atención en la relación paralela de tres elementos: información digitalizada con permeabilidad social; el conocimiento como factor de inclusión o exclusión laboral y el conocimiento como saber creativo. La pregunta ¿qué implicaciones educacionales, sociales y culturales poseen dichas premisas? En el mercado mundo, el factor de producción más importante es el trabajador del conocimiento, mucho más que el trabajador directo que ahora sobrevive bajo relaciones de neo-esclavitud. El conocimiento es imprescindible en la red de comunicación, cuya organización compleja y transversal se encuentra en constante proceso de retroalimentación y de condiciones cambiantes que exige respuestas estimulantes y resolutivas. Para superar las exclusiones es fundamental realizar una sencilla ecuación: relación entre educación en una sociedad aprendiente igual a calidad de empleo. De lo contrario, el atraso en el desarrollo intelectual es ineludible.

Llegado a este umbral de incertidumbre es necesario hacer un alto y respirar para aclarar la mente y preguntarnos con espíritu creativo: ¿qué sentido de futuro tiene la práctica educativa tradicional ante un escenario escolar cuyos cimientos minados por el cambio histórico mundial están prestos a derrumbarse? Es el momento de repensar y crear una dinámica educativa que incentive el aprendizaje transversal e integral que responda y se corresponda con la sociedad del conocimiento. La Historia nos muestra y demuestra que en los momentos de bifurcación social, cultural y política, los que sobreviven y remontan el futuro son los innovadores.