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Sección: V?a Correo Electr?nico

Hacia la reorganización gubernamental

Rafael Arias Hern?ndez 02/08/2012

alcalorpolitico.com

Los poderes ejecutivo y legislativo federales cambian en sus representantes; se espera que cambien en sus resultados y sobre todo, que escuchen y atiendan bien y oportunamente, las justas demandas y reclamos de los mexicanos. No hacerlo o hacerlo mal aumentará los problemas y los conflictos sociales, más pobreza y delincuencias serán tan evidentes e inocultables, como costosas e insoportables.

Hay que fortalecer el Estado de Derecho, a la ley y sus instituciones en los hechos y no sólo en el discurso oficial. Hacerlo todo tiempo y en todas partes. Fortalecer y no debilitar. Imposible aceptar el tránsito de un Estado ineficiente a un Estado fallido; mucho menos la transformación de gobiernos institucionales a gobiernos delincuenciales.

Cambio de hábitos, costumbres y prácticas políticas, tanto en el gobierno como entre los ciudadanos. Eficiencia contra negligencia, responsabilidad frente a complicidad. Organización y movilización, capacidad de respuesta y previsión.

Frente a los viejos y nuevos problemas y reclamos; ante las ancestrales y renovadas necesidades y demandas populares.

Ante la compleja y dinámica problemática social. No es recomendable actuar en forma aislada o a base de ocurrencias mediáticas y oportunismos electorales. Gobiernos sin organización, planeación y verdadera evaluación, tarde o temprano fracasan y se convierten en impopulares e indeseables. Los de siempre, los pobres y los marginados padecen las consecuencias. Los gobernantes, de pretender ser parte de la solución, acaban por convertirse en un problema.

La experiencia enseña que si las políticas gubernamentales (social, educativa, de salud, de seguridad pública, fiscal, monetaria, económica, etc.), no están coordinadas y en sintonía. Si unas a otras se contradicen, limitan y obstaculizan, inevitablemente se fomentan los conflictos y la inestabilidad social.

Políticas gubernamentales sin coordinación, ineficaces y a destiempo, de una u otra forma, acaban por no ofrecer buenos resultados ni alcanzar sus objetivos. Peor la simulación y el engaño gubernamental, acrecentado por servilismo y oportunismo.

Consecuencias conocidas, se desaprovechan recursos, se pierden oportunidades y se termina por fomentar el empobrecimiento, la delincuencia (dentro y fuera del gobierno) y los conflictos sociales. Gobiernos promotores y apoyadores de la inconformidad y la violencia, a la larga, a nadie benefician.

La buena política, está determinada, en buena medida, por las ideas básicas de definición e identificación, de colaboración y coordinación, de evaluación y cambio de las políticas públicas. En el caso, de gobernabilidad y cohesión nacional, se determina por la idea del país y de organización social que queremos y construimos. Está idea, está ahora indiscutiblemente ligada, cuando menos, tanto al nuevo federalismo, como al inalienable respeto a los derechos humanos y a la participación social.

El reto es renovar y actualizar las formas de integración y operación gubernamental. Así, por ejemplo, para construir un nuevo federalismo hay que redefinir tanto los avances de una descentralización efectiva, como las formas de articulación y coordinación obligada, de y entre cada ámbito de gobierno; y también es preciso determinar con claridad, cuáles son responsabilidades y atribuciones concurrentes, que funcionen en el corto y largo plazo, como elementos de cooperación y coordinación entre ámbitos de gobierno. Sobresimplificando, y sólo con el fin de ilustrar, se diría que debe haber coordinación y cooperación tanto en forma horizontal (estados-estados; municipios-municipios), como vertical (federal-estatal-municipal).

En todo caso, cualquiera que sea la renovación gubernamental, es ineludible fortalecer la obligación permanente, de garantizar libertades y derechos individuales y sociales; de asegurar más y mejores formas de participación y evaluación ciudadana; y de atender las necesidades y reclamos de la población.

En fin, la política-política hoy debe cambiarse, se trata no sólo de buscar, tanto nuevos equilibrios, como acciones gubernamentales mas efectivas y menos inestables y conflictivas. No sólo debe promoverse el cambio, sino también de dinamizar el sistema político y de gobierno en su conjunto. Sobre todo, porque para atender las crecientes demandas y reclamos sociales; para evitar enfrentamientos y violencia; para sobrevivir y ser competitivos localmente y en la globalización, es indispensable mejorar institucionalmente la capacidad de respuesta y previsión del gobierno, en su conjunto.

Urge vitalizar el respeto real y la cooperación efectiva de cada orden de gobierno. Impedir que uno obstruya, oprima o debilite al otro. Mucho menos que lo despoje, someta y oprima.

No hay duda que una de las tareas urgentes es realinear y fortalecer la relación vertical y horizontal de las órdenes de Gobierno. Se trata de que se coordinen y cooperen en la realidad y no sólo en el discurso. Que se unifiquen esfuerzos de federación-estados-municipios; pero también, que se establezca tanto entre estados como entre municipios. Ni que decir de las múltiples y variadas dependencias de los tres órdenes de gobierno que, usualmente, buena parte de ellas, tampoco se atienden, entienden y comunican.

La realidad exige en innumerables casos, la integración gubernamental para la atención oportuna de problemas de vital importancia, como los de vialidad y seguridad pública, los del agua y del medio ambiente, que no reconocen fronteras políticas, términos de periodo, ni límites institucionales.

Política integral y sistémica para que se fortalezca la nación y cada una de sus partes, entendidas como ámbitos de gobierno federal, estatal y municipal. Como el todo que une e integra, pero no a costa de las partes. La transformación debe tener dinamismo y visión para que los componentes, en un marco de respeto y cooperación, también se fortalezcan y contribuyan de una mejor forma al todo.

En nuestro esfuerzo por escapar del centralismo asfixiante es inaceptable caer en lo opuesto, en fomentar la diáspora y la separación. Ni rey, ni virreyes, ni señores feudales. Ni centralismo, ni feudoralismo.

México, sus entidades federativas y sus municipios, deben transitar ya a un federalismo real y de alta colaboración y coordinación.

Avanzar en la descentralización de atribuciones y recursos a los estados y municipios; revisar y cancelar los programas y las disposiciones en los que prevalece el aislamiento, y la falta de coordinación. Establecer otras integradoras, eficientes y actualizadas, en las cuales la urgente cooperación y la necesaria colaboración sean obligatorias. Generalizar y ampliar espacios de participación ciudadana y social, en un marco de pleno respeto, y de articulación y unificación de esfuerzos.

Eso sí, será imposible si no se pone orden y eficiencia. Imprescindible la verdadera transparencia y rendición de cuentas estatales y municipales.

Veracruz hoy

Según el INEGI, la economía veracruzana tuvo un incremento de 3.7%, en el primer trimestre del 2012, respecto al mismo periodo del año anterior que, por cierto, fue decreciente o negativo. La recurrencia de la recesión en Veracruz, es tema pendiente.

El incremento observado a marzo del 2012, es inferior al promedio nacional, que fue de 4.6%.

Con ello ocupa el lugar 23. El más alto fue de Aguascalientes con 9.2%.