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Sección: Estado de Veracruz

Hijos recuerdan a sus madres; llevan serenatas al panteón

Juan Francisco Vergara aún resiente la muerte de su madre que durante muchos años fue su cómplice, amiga, confidente y consejera

Ariadna Lezama Palma Xalapa, Ver. 10/05/2013

alcalorpolitico.com


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Solo, parado en la tumba de su madre, Juan Francisco Vergara Domínguez, recuerda a la mujer que le dio la vida, tiene apenas un año que murió y aún la extraña.

Hoy que es Día de las Madres le llevo serenata a su tumba, con la canción de “Amor eterno” -se le escurrieron las lágrimas-, pues dijo que el hecho de haber sido hijo único, le brindó la oportunidad de tener consigo durante muchos años a una mujer que fue su madre, su cómplice, su amiga, confidente, su consejera y en ocasiones hasta de psicóloga y médico le hacía.

Hace un año, el cáncer se la llevó, pero no con ello el gran amor que le tuvo desde que nació, pues asegura que fue una mujer incondicional, que lo apoyó en sus mejores y peores decisiones que ha tomado en la vida.



“Mi madre fue mi todo, cuando mi padre murió yo era un niño y ella se convirtió en mi padre y madre al mismo tiempo, yo la vi trabajar mucho para poder darme educación, alimento, no tuvimos lujos, pero me dio lo más importante, su amor incondicional; siempre tenía una gran sonrisa y buenos consejos, la extraño mucho y me hace aún mucha falta, ya soy un adulto, pero aún así no dejo de extrañar a la mujer que me dio la vida y que se mantuvo a mi lado en todas las condiciones de mi vida, en las buenas y en las malas”.

Juan Francisco, quien ya formó su propia familia y fracasó, divorciado, con dos hijas, asegura que en estos días es cuando más la extraña, porque ambos solían festejar este día comiendo y contando anécdotas.



“Mi madre era del puerto y siempre tenía una actitud positiva incluso en los peores momentos, se llevaba con todo mundo. Mucha gente la apreciaba por lo mismo, porque era muy llevadera, entonces el día de las madres, en lugar de que yo la llevara a comer, ella preparaba de comer porque ya sabía que sus amigas, vecinas y hermanas la iban a visitar y las quería recibir con comida y ahí nos quedábamos todos a platicar y a contar anécdotas de nuestras vidas”.

Con un rostro de melancolía y lágrimas de tristeza, Juan Francisco habla historias sobre su madre, quien yace en una tumba del Panteón Xalapeño y que en su lecho dice “Aquí descansa Rosario Domínguez Hernández, amada madre y cariñosa abuela”.