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Sección: Estado de Veracruz

Impunidad de la violencia contra las mujeres en México es horrorosa: Periodista

- Mónica González habló sobre violencia contra mujeres en confinamiento por pandemia

- Estamos enfrentando la peor crisis en el peor momento de la política en América Latina

- La chilena participó en el Seminario Web “Periodismo contra el ‘virus’ de la violencia de género”

Miguel Valera Hernández Xalapa, Ver. 28/05/2020

alcalorpolitico.com


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Si en Francia, la violencia contra las mujeres en confinamiento aumentó en un 40 por ciento, uno podría pensar en que ese número creció exponencialmente en América Latina, así lo consideró la periodista chilena Mónica González durante su participación en el Seminario Web “Periodismo contra el ‘virus’ de la violencia de género”, organizado por la Fundación Gabo.

La comunicadora, quien es miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo, que fundó en 2007 el Centro de Investigación e Información Periodística (CIPER), con sede en Santiago de Chile y actualmente es la defensora de los lectores del periódico El Faro, dijo que “quizá estamos atravesando uno de los momentos más oscuros de nuestra historia y esta vez todos juntos”.

“Es este momento en que el periodismo se convierte en el cordón umbilical que une a los ciudadanos que están asustados, en la incertidumbre total, muchos en la oscuridad, enfrentando el hambre, el colapso hospitalario, sin saber qué hacer hacia adelante; el periodismo debe convertirse en esta arma fundamental”, aseveró.



Durante la transmisión por GoTo Webinar y Facebook, Alejandra Leal, de México, le preguntó sobre cuáles serían los elementos principales para una política efectiva contra la violencia hacia las mujeres en la pandemia, señalando que aquí el gobierno niega, a pesar de las cifras, un aumento de esta violencia.

“No es el único país donde se niega”, contestó González. “En el Continente es un factor que se repite, por lo tanto tenemos que buscar cómo entregar esas cifras, buscar los organismos, las ONGs y buscar los perfiles de los agresores”.

“La impunidad de la violencia en México es horrorosa, con el caso de Fátima que lo conocimos hace poco, fue terrible. Hay condicionantes que son espantosas. Hay más de 4 millones de mujeres que no saben leer ni escribir en México. Es decir, carecen de las herramientas elementales para defenderse”.



“¿Y la justicia?”, preguntó, para contar que ella conoció historias en El Salvador con testimonios de hombres que violaban y cuando los llevaban a la justicia decían: “la violé porque a ella le gusta, eso les gusta, la violé por amor porque yo la amo y ella me ama, la violé porque es mía”.

“Tenemos que desarmar el perfil; desmenuzarlo, armarlo, el perfil del violador, el perfil de los jueces que dejan en libertad a los violadores. Las autoridades que no cumplen su papel y los sectores donde hay más violencia”.

La autora de La Conjura, Los mil y un días del golpe (2000) dijo que en tiempos de la dictadura en Chile, inventaron el sistema de que las mujeres llevaban un silbato. Con esa herramienta, una mujer avisaba cuando un hombre la estaba maltratando o quería abusarla.



“Eso tenemos que recuperarlo, tenemos que ser nosotros las que defendamos a nuestras hermanas de la violencia. Tenemos que ser nosotras las que inventemos sistemas de defensa, las que exijamos en el Congreso medidas concretas, penas de cárcel mucho más fuertes para aquellos que matan mujeres pero ¿por qué las matan? Porque los machos se sienten inseguros, se sienten atacados”.

“El periodismo, si quiere ser agente de cambio, tiene que mostrar las debilidades. Tiene que mostrar que los hombres pueden ser mucho más felices si conquistan a una mujer, más que violándola”.

Además, añadió, “enfrentar el miedo. Desde chiquititas nos han enseñado que somos culpables, porque mostramos nuestro cuerpo, que somos culpables por despertar el deseo, no es verdad. Esa es la cultura que hay que despedazar, que nos han inculcado nuestras propias madres. El miedo, la estructura del miedo. ¿Por qué callamos, por qué obedecemos, por qué acatamos?”



“Gabriel García Márquez –comentó– nos enseñó que el principal capital del periodista en emergencia es enfrentar la emergencia con historias, con la verdad, con el pulso de la calle aquí, señala, mostrando muñecas, corazón y cabeza. Nos decía que es una obligación del periodismo enfrentar la crisis entre vida y muerte y estamos en eso pero lo tenemos que hacer con historias”.

“¡Salgamos! Si ya estamos en la calle, ¿qué preferimos? Perseguir a una autoridad que me cuenta mentiras, arriesgando el contagio o ir al encuentro de las historias que están clamando porque las contemos. No podemos seguir colocando cifras. Hay que hacerlas chillar”.

La escritora, que ha recibido el premio The Louis M. Lyons Award for Conscience and Integrity in Journalism, de la Universidad de Harvard (1988), el Premio Anual de la Comisión de Derechos Humanos de España (1985), el Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia (2001), entre otros, dijo que esta pandemia ha dejado al descubierto la profunda desigualdad y miseria que hemos invisibilizado en América Latina durante muchos años.



“Cuando enfrentamos que más de la mitad de los contagiados de COVID-19 son de América Latina, nos damos cuenta que las medidas de confinamiento son muy difíciles en países donde quedarse en la casa significa entrar en hacinamiento por el hambre… o salgo y voy por la infección y traigo algo de comer a mi casa”.

Añadió que los periodistas deberíamos contar más historias, por ejemplo del efecto de la invisibilidad que le hemos dado a recolectores de basura, a personal de servicios menores de los hospitales.

Además, expuso que “una de las cosas que no tiene explicación es cuál es la razón por la cual en nuestros países no se ha diseñado una política pública que pueda beneficiar a la cantidad de mujeres solas que son la mayoría de los jefes de hogar pobres que hay”.



“Ni siquiera en esta pandemia me he encontrado políticas públicas dirigidas sólo a las mujeres jefas de hogar, que son las que enfrentan, sin macho al lado, sin padre al lado, la crianza de sus hijos y enfrentar esta pandemia que tiene crisis de salud, crisis de corrupción, crisis económica y fundamentalmente, ante estas carencias, lo que nosotros estamos viendo es una crisis política de una dimensión que no ha sido ni medida y cuyas consecuencias no sabemos hasta donde van a llegar”.

“Porque, fundamentalmente, cuando no hay políticas públicas o están mal diseñadas, la crisis es política y eso es lo que no está ocurriendo en la mayoría de nuestros países cuando los hospitales no dan abasto, cuando la gente no tiene ninguna posibilidad ni ayuda económica para poder subsistir… esa es un crisis política, antes que todo y entonces tenemos que reconocer que estamos enfrentando la peor crisis en el peor momento de la política en América Latina”.

Dijo que en Argentina, las mujeres, como mujeres, tienen un modo especial de apoyo “pero no es para las jefas de hogar, es para las mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad”.



“¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué no están las cifras? Yo diría que hay una profunda oscuridad de las cifras en América Latina. Yo siempre he dicho que nosotros los periodistas no estamos ni para contar muertos ni para contar pobres. Creo que tenemos que hacer chillar las cifras, tenemos que ir al encuentro de aquello que la política no ha hecho o ha hecho mal”.

“Yo me quiero concentrar en que en este preciso momento, si nosotros hacemos un trabajo diseñado, de investigación, si vamos a ir al encuentro de las historias y rastreamos las líneas del tiempo de la pobreza en determinados sectores de hacinamiento, cómo llegaron ahí, cómo se instalaron, podemos llegar a visibilizar un sector de mujeres que hoy día están viviendo la peor parte de esta pandemia”.

“Las jefas de hogar que están solas o porque estando acompañadas no tienen ninguna posibilidad de separarse de ese macho, que es un macho castigador o abusador o porque no tiene dinero para irse y tiene que mantenerse al lado del hombre que las golpea o las abusa”.



“Podemos ser agentes de cambio. El periodismo también tiene su lugar, porque tiene que mostrar dónde están aquellos sectores donde están los más pobres y ahí están las mujeres”.

“Se nos abre un espacio al periodismo maravilloso. A hombres y mujeres. Para dar un salto cultural, para enfrentar la violencia de las mujeres, para enfrentar la desigualdad”.

“Yo quisiera decirles que tengo la sensación, después de trabajar tanto tiempo en investigación, que esta desigualdad, esta enorme brecha que encontramos, tiene que ver con el atraso que llevamos metido en el ADN con las políticas de género”.



“Y, quisiera terminar, para entrar a las preguntas, con algo cultural. Se equivocan los que crean que estamos hechas de pasta para ser víctimas o que lo soportamos todo”.

“No. No hemos nacido para llorar ni pedir caridad, para que nos ayuden a salir adelante. No hemos nacido para no disfrutar del sexo. No hemos nacido para ser siempre las víctimas. No. Hemos nacido para ser mujeres dignas, para ser mujeres que junto a nuestros hombres podamos ser felices y tener derecho a disfrutar de países en donde haya justicia”.

“En países donde nos reconozcan que no todas tenemos instinto maternal. Yo lo tengo y amo a mis hijos pero sé que hay mujeres que no lo tienen. Que no nos digan fracasadas, en que entendamos que no puede ser que mujeres adolescentes de 12, 13, 14 años en la pobreza, se dejen embarazar porque el macho se les impuso, porque las violó”.



“Porque no hay políticas públicas que la protejan. O simplemente porque en medio de la soledad, de la pobreza extrema, del abandono de padre y de todo, de la carencia de amor extrema, quieren tener un hijo, para tener a alguien a quién abrazar. No estamos hechas para eso. No hemos nacido para eso”.

“En esta tragedia se nos abre un camino de esperanza para poder visibilizar a quienes siempre han sido las invisibles, las que hacen el aseo en la universidad que ni siquiera las estudiantes las voltean a ver, en las oficinas, las que limpian las calles, en las plazas, las que cuidan a los enfermos sin remuneración, las que sacan la mierda de los hospitales”.

“Abramos el camino a la esperanza, porque va a ser la única manera de compartir una tragedia con la fuerza del periodismo, del buen periodismo”, concluyó.