La deuda pública, como otros temas y problemas llegaron para quedarse, porque pasan años, van y vienen gobiernos, y siguen ahí, creciendo, complicándose y afectando a más, mucho más, extendiéndose e incluyendo a los que todavía no nacen.
Así, pobreza, miseria, delincuencia, corrupción
y ahora el problema magisterial, causado en gran parte por ineficiencia, improvisación e imposición de la reforma educativa, seguirán presentes, sobre todo porque el aumento de
ineptos y corruptos, ineficientes y delincuentes en los diversos ámbitos de gobierno.
Así que ante esta realidad real, imposible estar de acuerdo con quienes sostienen que tales o cuales problemas ya pasaron y forman parte del pasado; y menos aún coincidir con quienes declaran que ya están resueltos.
Pobrecitos dan entre lástima, ternura o pena.
Asaltar y endeudar.
¡Arriba las manos!
Esa era, es todavía, la frase que inicia una relación violenta, perjudicial o dañina entre emisor y receptor, entre agresor y agredido, entre delincuente y víctima.
Robo, asalto, despojo, confiscación, sustracción, hurto… objetivo y consecuencia.
Dícese que también es, junto con sus variantes, frase ampliamente utilizada entre gobierno y representado, entre recaudador y contribuyente.
Pero ahora, tiene que reconocerse que se ha impuesto otra frase de atraco más completa, extensiva, efectiva, de largo alcance y hasta aparentemente pacífica.
Así es, hay otra en uso, ampliamente conocida y más, mucho más efectiva, rápida e incluyente; tan suave y rápida que ni se siente, porque cambia de tiempo, para mañana, para el lejano futuro y,
en alguna forma, se materializa en el presente, a costos muy altos, a veces alivia o atiende, falsa o verdaderamente, algunos aspectos actuales y sirve de pretexto para que unos cuantos hagan de las suyas, se enriquezcan y beneficien del endeudamiento; pasando la factura al futuro, entre más largo el plazo mejor,
para dañar y abarcar con el tiempo a más, a muchísimo más afectados, victimas y perjudicados que, ni siquiera han nacido.
Lenguaje de saqueo, atraco, apropiación, compromiso y obligación. Frase aparentemente inofensiva, intrascendente y también más imperceptible. Esta es la que los gobiernos usan:
¡Nos endeudamos!
Simple, sencillo, rápido e inofensivo decirlo. Poco espanta o atemoriza, ni se siente. Sobre todo cuando se oculta o distorsiona, información real y actualizada, así como condiciones de contratación, destino y uso final de la deuda pública.
Así,
en muchos casos, se violenta o no se cumple con la Constitución, ni con muchas de las condiciones y exigencias legales establecidas. Pero asombrosamente no pasa nada, hasta que pasa.
¿Dónde están las obras y las inversiones productivas?
Error y consecuencia, con el tiempo con
presupuesto cada vez más reducido, ni las necesidades básicas o fundamentales se atienden, bien y a tiempo. Cuando lo que ingresa no alcanza y los gobiernos son de “paguitos”.
Véase, uno de tantos ejemplos de saqueo y apropiación de recursos públicos. Durante 13 años principalmente por intereses se han presupuestado y pagado alrededor de 455 mil millones de pesos. En 1999, “cuando se creó el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB) el saldo neto de su deuda se ubicaba en 687 mil 844 millones de pesos y, en los años siguientes, en vez de reducirse dicho monto ha crecido hasta alcanzar 818 mil 715 millones al cierre del primer semestre de 2013…Significa que la deuda creció 130 mil 871 millones de pesos en los últimos 13 años, monto casi dos veces superior a lo destinado este año para el Programa de Desarrollo Humano Oportunidades.” (Excélsior. 211013)
Daños similares se repiten en gobiernos estatales y municipales, en dónde ante tanta tranza, el presupuesto no alcanza. Y más si sólo pagan intereses, renegocian, modifican condiciones de tasas de interés, servicios, asesorías y otros privilegios, para acreedores, intermediarios y cómplices.
La intención extender la tributación, hacerla eterna. Que paguen los que vienen.
¿Qué hacer con quien asalta un niño, o quien atraca a un anciano, o
quien roba a un discapacitado? Si saquear, despojar y apropiarse del patrimonio y los recursos de todos, los todavía presentes, es condenable, ¿cómo se les puede calificar y tratar a los que se dedican a entregar lo que es de todos los futuros, los de aquellos que todavía no nacen?
¡Nos endeudamos! Resulta una
frase más efectiva, cuando se aprovecha la ignorancia popular y el desinterés social en estos asuntos.
Como aquello difundido, repetido y escuchado en Veracruz por años y hasta la saciedad, de que la bursatilización no es deuda.
O incluso lo que es más grave, porque está establecido en la Constitución y en gran parte no es
observado, de que la deuda sólo puede autorizarse, sólo debe destinarse para obra pública o inversiones productivas. Por cierto, ¿dónde están? Y esas obras públicas y servicios públicos, que de alguna forma se mal presentan, ¿por qué tan caros, defectuosos e inútiles?
Deuda estatal y municipal.