En la capital del estado al igual que en el campo agrícola -por poner un simple ejemplo- las personas también son explotadas, mal pagadas, maltratadas y abusadas.
Los dueños de negocios particulares o los empresarios de cadenas de tiendas nunca pierden, todo lo convierten en ganancias porque las pérdidas o mermas en sus mercancías se las descuentan a los empleados aunque éstos, perciban sólo el salario mínimo que no llega a 2 mil pesos mensuales.
Tan solo las empleadas de tiendas departamentales de centros comerciales muy reconocidos o cajeras de tiendas multinacionales llegan a ganar 50 pesos diarios por una jornada laboral de 8 a 12 horas o más, desde que abre la tienda y hasta que se va el último cliente.
Otros casos de gran explotación y maltrato laboral son las tiendas de conveniencia que hay en cada esquina de esta ciudad o en todo el estado. Ahí a los empleados se les descuentan de su pírrico salario todo aquello que caduca, se rompa o se roben los clientes.
Una de las situaciones más humillantes que puede sufrir una persona es que son revisados al entrar y salir en sus pertenencias personales para saber cuánto efectivo cargan y no pueden entrar o salir con más de 20 pesos en los bolsillos.
Tanta llega a ser la explotación de estas tiendas de conveniencia que si después del corte de caja les sobra o les falta dinero, igual se los descuentan. Es decir, si les faltan 20 pesos, los descuentan del salario de ese día, si les sobra, también se los descuentan.
Casi a diario se llevan a cabo inventarios de los productos y si algo llega a faltar el encargado del turno es el responsable y lo debe pagar, pero para no acentuar el descuento en una sola persona porque llega a ser tan alto que no le alcanzaría para pagar, enonces la cantidad se divide entre todos los empleados del turno y se aplica el descuento parejo de lo que se rompa o se hayan robado los clientes.
No hay descansos en días festivos, hay horarios nocturnos para las ventas de tienda y tampoco se respetan los horarios de comida, es mentira que les den dos horas para consumir sus alimentos, casi siempre tienen una torta o un plato que van pellizcando cuando tienen oportunidad.
Las mujeres siempre lucen cansadas porque tienen que portar zapatillas y durante el turno no se pueden sentar para descansar las piernas.
Éstas y muchísimas otras prácticas que debieron quedar en el pasado persisten pese a modificaciones o reformas laborales, cambios de gobierno, de partido, entre otros. Las autoridades dicen que revisan, se hacen muy pocas denuncias públicas por temor a perder la chamba.