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Sección: V?a Correo Electr?nico

Jóvenes ¿manipulados?

“Son 132…y toda la numeración que viene”

Rafael Arias Hern?ndez 04/06/2012

alcalorpolitico.com

Tienen razón los que afirman que los jóvenes son manipulados, aunque no dicen la verdad, ni identifican las causas o razones; y mucho menos señalan a los responsables y a los beneficiarios de siempre.

Causas y razones, consecuencias y alcances. Los jóvenes lo perciben, lo viven y padecen con claridad e intensidad. Por eso a la realidad impuesta la cuestionan y no la aceptan. Rechazan y se rebelan.

Sí, los jóvenes son manipulados, pero por un sentido imparable de vida, por una fuerza indestructible de renovación que no acepta el sacrificio y la limitación, la simulación y el disimulo, como un presente con pocas o nulas oportunidades y un futuro sin posibilidades.

Son manipulados, por la toma de conciencia de un ahora cancelado y un futuro negado; por una realidad inocultable de delincuentes en las calles y también en los gobiernos. Los más peligrosos y costosos, son los servidores públicos que, obligados a cumplir y hacer cumplir la ley no lo hacen y se refugian en negligencia, ineficiencia, omisión, disimulo, complicidad e impunidad.

Son manipulados, por una pobreza y marginación crecientes. Los hay, como situación y destino, que ni estudian ni trabajan; y, también, los que mucho estudian, pero tampoco trabajan, porque para unos y otros, para todos juntos, hay pocas oportunidades de empleo, con bajos e indecorosos salarios y lo más probable, con pocas y malas prestaciones o con ninguna.

Sí son manipulados, por su deseo y voluntad de hacer su propia vida, porque exigen, necesitan información objetiva, actualizada y confiable para ejercer sus derechos y libertades, cumplir con sus obligaciones, tomar sus decisiones, hacer su proyecto de vida y participar responsable y activamente en los asuntos públicos de su interés e incumbencia. Actitud, disposición y potencialidad participativa y constructiva que, salvo honrosas excepciones, niegan, impiden, bloquean y distorsionan conocidos medios de comunicación (grandes, medianos y pequeños) y sus comunicadores, que no cumplen, ni les interesa cumplir, con su responsabilidad socialy su objetividad profesional, al minimizar, distorsionar, ocultar información y hasta exagerar, mentir, inventar y engañar a sus lectores, radioescuchas, televidentes y audiencia pública en general.

Son manipulados, por partidos y políticos convertidos en negocios y negociantes. En franquicias y concesiones electorales, cuyos administradores o gerentes, están encargados de promover candidatos chatarra, profesionales del engaño, cómplices representativos, presuntos responsables, delincuentes conocidos y a veces, personas decentes, honestas y comprometidas con la sociedad. Ni qué decir de muchos de los políticos partidistas, o de notorios y memorables casos, de los convertidos en candidatos y futuros gobernantes, cuya capacidad de prometer sólo es comparable con su amnesia y capacidad de olvido, su ineficiencia y mediocridad, o su complicidad e impunidad manifiestas. Porque si de algo están totalmente convencidos jóvenes, adultos y viejos, es que estamos como estamos porque muchos no hicieron lo que tenían que hacer y lo que es peor, se aprovecharon de la situación para beneficiarse y beneficiar a familiares, socios y amigos.

Y también son manipulados por la esperanza, la posibilidad de que se entienda su principal preocupación e inquietud, que tiene que ver con el rechazo a una realidad con pocas y cada vez más reducidas oportunidades; con ofensivas condiciones de pobreza, marginación, limitaciones y sacrificios crecientes; con inaceptables situaciones de delincuencia activa e impune, violencia e inestabilidad; y en general, de una injusticia inadmisible, hoy y siempre.

De ahí que, no se equivocan los que a diestra y siniestra aseguran que a los jóvenes los manipulan, los influyen, predisponen, obsesionan y hasta orientan. Pero la cuestión central es que no son las razones ni las personas que dicen y pregonan, el origen y la esencia de la inconformidad y el descontento juvenil.

Las causas más importantes, las indiscutibles y determinantes influencias ideológicas, políticas y culturales, no son las normales libertades por preferencias partidistas y el ejercicio del derecho a la elección de un candidato. No. Lo que saben pero esconden, lo que conocen pero no rebelan, son las verdaderas causas de la inconformidad, la rebelión y los reclamos de muchos, de demasiados y no sólo de los jóvenes.

Y son esos, los que encubren, distorsionan y ocultan; los que simulan, disimulan y engañan; los que omiten, encubren y participan en la delincuencia dentro y fuera del gobierno. Unos y otros usan y abusan de cargos, instituciones, recursos públicos y atribuciones y son conocidos, por su comportamiento, actitud y resultados en la función pública, la actividad empresarial o la participación social.

Ellos son las causas, y en cierta forma, también lo somos todos que permitimos y solapamos las inaceptables condiciones de una injusta realidad. Errores y consecuencias. Límites y alcances del costo del silencio, de la pasividad, de la complicidad.

Manipulación y manipuladores, políticos y gobernantes de la política de “más de lo mismo”, actualizada como “de mal en peor”. Esos son los responsables y culpables, los que se han convertido en obstáculo y problema. Los que tratan a toda costa de impedir que la esencia de la vida se manifieste, que el cambio en verdad se haga presente. Los que inevitablemente sus actos del pasado y sus actitudes del presente, sus usos y abusos del poder y los recursos públicos, les identifican, avergüenzan y estigmatizan.

Y la pregunta de ayer, hoy y siempre se hace presente ¿Cuál es el límite de resistencia y supervivencia, con notorios abusos e inaceptables injusticias, con crecientes carencias, privaciones y sacrificios sociales?

Las expresiones de los jóvenes de hoy y de siempre, son de transformación y vida. La enseñanza del aprendiz, la lección del alumno a sus maestros. Mutatis mutandis. Cambiar lo que se deba cambiar es el reto, el desafío de la existencia humana.