La globalización empobrece y debilita la democracia y vida cristiana

Los obispos de México, reunidos en su 84 Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano consideraron que el reto de la iglesia y la sociedad son que la “globalización debe estar regida por la ética y al servicio de la persona, pero se tiene el riego de que se convierta el lucro en su fin último y genere pobreza, debilite la democracia y hasta la vida cristiana.”

En un mensaje firmado por el obispo de Texcoco, Carlos Aguilar Retes, presidente de la CEM, y José Leopoldo González González, obispo auxiliar de Guadalajara y secretario de la CEM, expresaron que junto con el Papa y los obispos de América, expresados en el documento de Aparecida, Brasil, criticaron que en el aspecto económico, la globalización está generando monopolios que generan más pobreza.

En lo político, si bien se ha avanzado, agregó el documento, es necesaria sea más participativa y basada en la promoción de y respeto de los derechos humanos y reconocieron que también se ha debilitado la vida cristiana, tanto en la Iglesia como en la sociedad, debido “al hedonismo, secularismo y al indiferentismo”, pero también auto críticos señalaron “a la falta de ardor en la evangelización sin nuevos métodos y expresiones.”

Por ello acordaron que para enfrentar a esta problemática habrán de hacerlo “con Dios, para clarificar los caminos para llevar a una renovada evangelización, mirando especialmente a los rostros de los sufrientes que son los que viven en la calle, los migrantes, los enfermos, los adictos, los encarcelados y con los indígenas; así como defender a la vida de los crímenes como “el aborto y la eutanasia”.

Entre otros puntos, los obispos también celebraron el nombramiento de Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Monterrey como nuevo cardenal, se solidarizaron con los damnificados de Chiapas y Tabasco y anunciaron una serie de encuentros en 2008, en Morelia Michoacán, en Quebec, Canadá y en la Ciudad de México.

Por otra parte, informaron que ya se cumplieron dos años de la beatificación de los 13 mártires mexicanos el 20 de noviembre de 2005, entre ellos el sacerdote naolinqueño, Ángel Darío Acosta, quien fuera asesinado en la catedral del Puerto de Veracruz.