La guitarrista veracruzana Zaira Meneses ofreció concurrido fandango, en Boston, EU

Con la enorme ventaja del internet, que permite que uno esté conectado con las personas en vivo y directo, participé anoche del concurrido fandango que organizó la guitarrista veracruzana Zaira Meneses, en su casa en Boston, Estados Unidos.

Me explicaba la guitarrista que el fandango es resultado de un proyecto que inició años atrás, debido a que no puede, por su trabajo, trasladarse a México con la frecuencia que le gustaría, qué mejor opción que llevar el fandango a casa.

Asistió un público bastante heterogéneo, con nacionalidades de muchos países; africanas, por supuesto latinoamericanas que acudieron para disfrutar del recital ofrecido por

Juan Carlos Marín Marín, como requintero; Hans Anders Barklis, con la jarana y ella con la conga, como muestra de la influencia afrocaribeña que ha tenido el fandango en Veracruz, además de los músicos que se fueron integrando como en todo auténtico fandango.

El acento mexicano del fandango se extendió hasta el menú, pozole al estilo de Playa Vicente, Veracruz, “tal y como lo hacía mi abuela” me dice orgullosa la guitarrista organizadora del taller de son jarocho en aquella ciudad norteamericana.

“Uno de mis objetivos con este minifandango, es compartir con los músicos que conozco, ejecutantes de música clásica, esta vivencia del fandango. El contexto de este género musical es más rígido, el son me resulta más relajado, por eso mi intención de integrarlos, para que los amigos estadunidenses y de otras latitudes conozcan qué es lo que tenemos en México”.



“Mi amigo Juan Carlos, viene de Nueva York, allá aprendió a tocar el requinto, inició sus estudios de son jarocho, que ahora comparte al lado de Hans Anders Barklis, que gusta mucho de tocar y bailar nuestra música”.

Pero ellos no son los únicos, pues entre los músicos que se acoplaron al fandango, está una entusiasta puertorriqueña que toca el violín y la plática no pudo seguir debido a que la demanda de los asistentes con Zaira nos impidió charlar más. Eso sí, compartimos, a la distancia, del jolgorio a la veracruzana organizado en Boston.