Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Vía Correo Electrónico

La ciencia desde el Macuiltépetl

La necia realidad material

Manuel Martínez Morales 16/05/2019

alcalorpolitico.com

En memoria de Víctor Araujo Rubio, apreciado camarada.

Todo investigador consecuente realiza su trabajo partiendo de tres premisas fundamentales, sin las cuales su labor sería inútil o absurda. Estos postulados son los siguientes.

Materialidad del mundo. El mundo que estudiamos, del micro al macrocosmos, de la piedra al hombre, constituye una realidad

material objetiva, independiente de nuestra voluntad; realidad qué deviene siguiendo ciertas regularidades, que luego son plasmadas en nuestra mente en la forma de representaciones o conceptualmente, reconstruidas teóricamente por el pensamiento reflexivo.
Unidad material del mundo.



El mundo muestra una unidad indisoluble; las leyes o regularidades que encontramos en éste son las mismas en cualquier lugar del universo, entendido como la totalidad de lo existente. Por ejemplo la ley de la gravitación universal, formulada por Newton, vale igual para la manzana que se desprende el árbol, que para los planetas orbitando alrededor del sol o para el movimiento de las incontables galaxias situadas a miles o millones de años luz de la Tierra. De estas dos premisas se desprende que no se admite la existencia de entidades trascendentes, es decir fuera del mundo material.

Cognoscibilidad del mundo. El mundo material puede ser conocido, comprendido, por el hombre. No existe ningún sector o fenómeno de la realidad

que no pueda, eventualmente, ser conocido. Admitir este postulado es que ningún tema está prohibido para ser abordado como objeto de investigación. Lo que supone un espacio de libertad para la práctica científica.

Entonces, todo investigador, explícita o implícitamente, en su quehacer cotidiano asume estas premisas pues de otra manera su trabajo sería inútil o absurdo. Sí no aceptara la existencia del mundo material que transcurre independiente de su conciencia, entonces cualquier creencia sería válida en el sentido que si no existe objetivamente la realidad material entonces es real cualquier cosa que imaginemos o se nos ocurra. O si no asumiera la unidad material del mundo entonces buscar la relación causa-efecto no tendría sentido y, precisamente, descubrir o demostrar esta relación entre fenómenos es el principal objetivo de la mayor parte de los trabajos de investigación. Si no existiera esa relación sería ocioso preguntarse por las causas de los fenómenos pues no sabríamos si las leyes encontradas, cómo la atracción gravitacional entre dos cuerpos o las leyes propias de la biología, serían las mismas aquí, en China y en la más remota galaxia. En tal caso nos veríamos obligados a suponer un universo seccionado, cada sección regida por sus propias leyes. De nuevo, en tal caso, tendríamos que concluir que los resultados de la investigación científica serían muy limitados y de poca utilidad, por la ausencia de generalidad.



Ahora bien, de no aceptar que el mundo es cognoscible entonces tendríamos que aceptar que cualquier mito, sobre la creación del universo por ejemplo, es válido.

Si no se aceptan los anteriores principios habrá que creer en los postulados idealistas, uno de los cuales propone que el mundo sólo existe en nuestra mente. Por ejemplo, que llamamos manzana a un conjunto de percepciones y sensaciones (color, sabor, forma, etcétera) que se conjuntan en la mente y a eso llamamos una manzana, pero que la manzana no tiene existencia fuera de nuestra mente. Notemos lo tramposo de este argumento, pues habla de sensaciones y percepciones cuyo origen no explica, pues se tendría que admitir que no son inventados por la mente sino que tienen su origen fuera de ella. Una de las consecuencias extremas y absurdas del idealismo es que la manzana no existe si no hay alguien construyéndola en su mente en la forma antedicha.

Tal posición tiene su origen en la ideología idealista, que ni a filosofía llega, demostrada en lo que uno de sus máximos representantes, el obispo Berkeley, decía al argumentar la no existencia del mundo material: “Todas las construcciones impías del ateísmo y de la negación de la religión han sido erigidas sobre la doctrina de materia o de la sustancia corpórea…No es necesario decir que gran amiga han encontrado

los ateístas de todos los tiempos en la sustancia material.”

Una vez más se presenta el ataque de la religión en contra de la ciencia. Una vez más me pregunto por qué el conocimiento científico suscita tanta ira entre los representantes de diversas religiones.

Por último hay que prestar atención a la experiencia intersubjetiva, consistente en la percepción común, de varios sujetos, de las cosas y fenómenos. Experiencia que se traduce en la investigación científica a que todo resultado obtenido debe ser susceptible de ser verificado por otros sujetos. Esta exigencia es consistente con los tres postulados materialistas que sustentan y dan sentido a la investigación científica.



Si usted no cree en ellos ni se le ocurra convertirse en investigador.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.