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Sección: Estado de Veracruz

La política del espectáculo

Eduardo de la Torre Jaramillo 05/02/2021

alcalorpolitico.com

Guy Debord escribió La sociedad del espectáculo (1969), quien hacía referencia al consumo de imágenes degradadas, en la cual se aceptaba de manera natural las construcciones artificiales; no era una experiencia vivida y así la sociedad lo experimentaba como si fuera algo natural. Hoy en día en el país, frente a la profunda crisis que vive la política mexicana, se observa en primera instancia la estrategia banal de los partidos políticos que están registrando como candidatos a los diversos cargos de elección popular, particularmente a los luchadores, cantantes, actrices, deportistas y un largo etcétera. Esos partidos políticos amorfos que postularán a ese tipo de candidatos son: Redes Sociales Progresistas, Movimiento Ciudadano (el que se autodefine de manera estrambótica como “el postlopezobradorismo”) y, el Partido Verde Ecologista de México. Parafraseando a Debord, esa ilusión de la política que la acerca a la televisión y la convierte en una teatralidad a la vida pública mexicana está afianzando a la política del espectáculo, la cual ya tomó carta de naturalización en el país. Esto evidencia la crisis de identidad en la cual viven los partidos en el país; no tienen rumbo ni saben qué decirle a los electores en un contexto inédito de pandemia pero la respuesta poco inteligente es reciclar personajes de la farándula y convertir a la política en algo circense.

Regresando a la función de los partidos políticos, es el caso de Movimiento Ciudadano, que fue la primera franquicia electoral en mantener el registro gracias a un jingle o posicionar un color: el pragmatismo puro para continuar medrando de la política. En el caso del Partido Verde Ecologista de México, siempre contrata a los actores de Televisa para que se disfracen de ambientalistas; esta otra franquicia ya trazó una ruta. El INE los multa pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación las reduce a un pago risible. Entonces su lógica electoral es violar la Ley y administrar la sanción en el Tribunal. Pero en estos momentos, el partido Redes Sociales Progresistas que ya no tienen la base magisterial como en 2006 con el otrora Partido Nueva Alianza -quien en su primera elección el 4.6 por ciento de la votación- hoy, contradiciendo su propio nombre “Redes Progresistas”, regresan a las figuras de la televisión y a dejar esa parte agotada e indefinible del “progresista” al presentar una “selección galáctica” (que el nombre parece que es uno de esos viajes cuando te fumas algo), en donde van luchadores, actores y deportistas.



El objetivo es que los electores consuman una ilusión cuasireligiosa de lo que hoy es la política, o una especie de la naturaleza de la política, si es que cabe la expresión, a través de esta construcción artificial de la realidad política mexicana. Estos partidos degradados buscan degradar aún más al espacio público y a la misma sociedad, porque a diferencia de dirigirse hacia el segmento de los siervos electorales, aquellos que son capturados a través de los programas sociales pues van por otro segmento de mexicanos que consumen a la televisión, si bien es una estrategia del pasado porque frente al impacto de una sociedad de la pantalla portátil, entendida según Steve Jobs, pues entonces se acompañan del anacronismo en su forma de hacer política, frente a las redes sociales. El consultor político Joe Trippi señala que un teléfono inteligente tiene el uso y función de un partido político personal, “porque tienes seguidores”. Yo le agregaría en la dictadura del “me gusta”.

El problema de los partidos políticos es que no saben cómo enfrentar la desafección de la sociedad frente a la política que se hace en México. Los partidos tradicionales recurren a sus políticos tradicionales en donde su narrativa política se quedó congelada, ya no conectan con la sociedad y por eso recurren al dinero para intentar ganar una elección, traficando con la necesidad de la gente. En el caso del partido gobernante, por definirlo de alguna manera -porque no es partido ni movimiento- allí acabaron con los principios y se encuentran en un proceso de “jibarización de la política”. MORENA será recordado como el único partido que ganó una elección presidencial y que no volverá a repetir el histórico triunfo que tuvo en 2018.

El mayor distanciamiento entre la sociedad y las elecciones, será la inédita pandemia que se está padeciendo, en donde los mexicanos fueron abandonados por el Gobierno Federal. Aquellos se tuvieron que hacer cargo de sí mismos, de protegerse frente a este virus. De allí que se consolide la desafección hacia la política, la cual en el próximo proceso electoral, además de la alta abstención, empieza a irrumpir el voto nulo, en el que los electores enojados al ver las mismas caras de los partidos tradicionales y a los otros candidatos que sólo se presentarán al espectáculo político cubriendo su carga aspiracional pero sin la eficacia que se necesita para ganar una elección, seguramente optarán por no validar ese espectáculo.



Finalmente, estaremos ante un proceso electoral en el cual los electores van a privilegiar su vida que salir a votar y, si esos charlatanes de las redes sociales piensan que sin hacer campaña podrán ganar con sólo tener seguidores en las redes sociales reales o comprados, se autoengañarán; tan sólo hay que observar que se dificultó mucho en esta elección conformar la estructura de funcionarios electorales municipales. Otro fenómeno distinto es el número de personas que se inscribieron en el INE para ser capacitadores o supervisores, que evidenció un incremento significativo de solicitudes ante el desempleo. Definitivamente será una elección que la definirán los humores de la sociedad en el contexto inédito de la pandemia.