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Sección: Estado de Veracruz

Sursum Corda

Las grandes almas tienen voluntad, las débiles tan sólo deseos

Pbro. Jos? Juan S?nchez J?come 09/01/2017

alcalorpolitico.com

¡Cuánto daríamos porque fuera solo un mes! Pero la cuesta de enero con toda la fatiga que cada año conlleva prácticamente ha sido superada por otra cuesta que se calcula insuperable debido a la crisis generalizada en la que se encuentra penosamente nuestro querido Estado de Veracruz.

Insuperable también por el panorama todavía más complicado y enrarecido por el aumento en el precio de la gasolina y los saqueos que están generando mayor tensión, confusión, incertidumbre e indignación sobre los verdaderos alcances de esta crisis.

Por este contexto tan indignante, el regreso a la realidad, en 2017, ha sido abrupto, tenso y precipitado. No obstante este panorama desalentador podríamos asegurar que todavía nos queda el buen sabor de boca que nos dejó el periodo festivo de Navidad y Año Nuevo. En nuestras charlas no nos referimos exclusivamente a la gasolina, al presidente, a los saqueos, al aumento del dólar o a las serias dificultades que ahora se sienten más que nunca.



Estas fiestas de la fe no sólo nos han sacado de la rutina para encontrarnos con los amigos y seres queridos. Sobre todo nos han ayudado a experimentarnos más humanos, mas hermanos, más cercanos en el alma de lo que suponemos. Se trata, sin duda, de festejos marcados por el folklor y la tradición, pero además de los festejos también logramos percibir nuestro lado espiritual, nuestra más íntima verdad, nuestro centro más profundo donde se siente la voz de Dios, a pesar de nuestras resistencias y prejuicios religiosos.

Estos días, aunque no haya sido nuestro propósito, y aunque nuestros planes hubieran sido distintos, experimentamos sentimientos novedosos, vivencias que nos transforman y emociones que nos provocan reflexiones.

Tuvimos ocasión para planear nuestra Navidad y celebrar de acuerdo a las costumbres y tradiciones familiares, pero de repente en medio de tantos festejos nos vemos de manera diferente, disfrutamos más las cosas ordinarias de la vida, experimentamos una gran sensibilidad, nos constatamos más disponibles que otras veces y sentimos ganas de perdonar, de volver a empezar y de ser mejores.



Es valiosa y prometedora esta experiencia porque nos damos cuenta que estamos llenos de buenos deseos y que cuando se dan las condiciones adecuadas florece el deseo de Dios -que tenemos reprimido- y toda la espiritualidad que no siempre atendemos, ya sea por el activismo al que estamos sometidos o por los prejuicios religiosos que terminan por arrinconar nuestra vida espiritual.

Ahora que hemos entrado de golpe a la cuesta de la vida y a las actividades ordinarias valdría la pena que nos volvamos a detener un momento y que, como los Reyes Magos, antes de iniciar nuestro camino de regreso a esta realidad que nos espera con toda su crudeza, dramatismo y exigencia contemplemos al Niño Jesús para que mantengamos el buen espíritu, los buenos sentimientos, los propósitos de renovación y los compromisos que alcanzamos incluso a compartir con nuestros seres queridos.

Se trata de demostrarnos primero a nosotros mismos que no sólo estamos llenos de buenos deseos, sino sobre todo de una estructura de vida que nos ayuda a mantenernos en estos propósitos. Los propósitos que hemos hecho y los buenos deseos que hemos experimentado son para nosotros una prueba de cómo el Espíritu de Dios ha venido a provocarnos para enderezar tantos caminos torcidos y para no retroceder en nuestros ideales, sobre todo cuando sintamos la fuerza descomunal de las desigualdades, la corrupción y las injusticias.



No sólo estamos llenos de buenos deseos sino de una sólida estructura de vida y de una firme determinación para no claudicar ante las dificultades que no faltarán en todos los órdenes de la vida. Para expresar esta idea hago una mínima adaptación al proverbio chino parra decir, en este caso: “Las grandes almas tienen voluntad, las débiles tan sólo deseos”.

Por lo tanto, agradece lo que ya tienes, la persona que eres hoy, y trabaja por lo que aun te falta para lo que quieres llegar a ser. Apasiónate por tu historia, por tu trayectoria, por todos los obstáculos que han hecho

de ti una persona más fuerte, una persona de fe.

No será por ahora sólo la cuesta de enero, sino la cuesta de la vida. Pero estamos llenos de buenos deseos, de una gran voluntad y de una inquebrantable fe en la Providencia de Dios.