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Sección: V?a Correo Electr?nico

Legislación sin aplicación

Rafael Arias Hern?ndez 08/08/2012

alcalorpolitico.com

En cuestiones de buen gobierno, todo está relacionado con todo. No hay acción, programa o política aislada y sin importancia; cualquier reforma, cualquier transformación y hasta la simple desatención de un aspecto, el desinterés o el abuso, traen consecuencias. Nada es casual, todo es causal; o, cuando menos, causa u origen de los efectos y las consecuencias.

En la hora decisiva del cambio urgente, de la transformación inaplazable y la reforma necesaria, es preciso no confundir ni confundirse; mucho menos perder tiempo y oportunidades.

Tanto la negación, el ocultamiento y la distorsión, como la distracción, la simulación y la posposición, son y han sido distintivamente instrumentos de la política del estancamiento y atraso, del retroceso y la pérdida; y también del negocio ilícito y del crecimiento de la delincuencia gubernamental. Imposible seguir haciendo cómo que se hace, mientras los problemas crecen, se multiplican y complican, para que unos cuantos se aprovechen y beneficien de ello.

Si el cambio es la característica de la vida y una propiedad de la realidad. Entonces no cambiar, es la no vida como política pública; la irrealidad para quienes la soportan y padecen y una gran mentira, pura fantasía servil y adulatoria, para los que sostienen y promueven las ideas de que “no pasa nada” y “todo va bien”.

Lamentablemente lo que sucede es peor, porque de esto, de aquello y de cualquier cosa, hay quienes siempre dispuestos, obtienen ventajas y beneficios de lo que sea, en particular de la desgracia y el atraso, del sufrimiento y el sacrificio social de la pobreza, la marginación y desde luego, de la actividad criminal.

Se puede o no estar de acuerdo con una idea, con una propuesta o iniciativa; se pude o no coincidir que una debe ser primero que otras; como aquella, cuya urgencia es manifiesta, esto es, como la de seguridad pública, la económica, la hacendaria, la social y la laboral; se puede o no manifestar opinión e incluso participar a favor o en contra. Hasta es posible plantear otra idea. De lo que no hay duda, es en la urgencia de promover y realizar los cambios necesarios.

Lo que no se debe hacer es descalificar, sabotear y excluir, antes de leer, escuchar y analizar; lo que no se vale, es no participar, ni proponer para integrar acuerdos y consensos.

Lo que no se puede ni debe alentar, es hacer política a base de descalificaciones y escándalos, de agresiones aparentemente sin sentido, pero que en verdad tienen otra intención muy clara, la de no dejar hacer.

Lo que tampoco se debe permitir, es la reiterada simulación de lo que se dice que se hace y los hechos demuestran el tamaño y repetición del engaño y la mentira.

En cualquier caso, resulta obvio que, para algunos vivos y oportunistas, el objetivo final es impedir el diálogo y el debate, la identificación y precisión de coincidencias y diferencias, así como la imprescindible construcción de acuerdos y consensos para encontrar las mejores soluciones.

¿Quiénes se benefician con la falta de cambios y reformas?

¿Por qué no acompañar y enfrentar la iniciativa con otras iniciativas?

Es deseable que a una propuesta correspondan otras propuestas y que se demuestre en los hechos la disposición al diálogo y al acuerdo. Con más razón, cuando con toda razón se insiste en que los cambios son urgentes.

Por eso hoy ante la adversidad y las consecuencias de la falta de previsión, de respuesta eficaz y oportuna, debemos revalorar lo que ha de ser la política-política, para aprovecharla como el arte de la integración, para formar y sostener a los buenos gobiernos, así como para deshacerse de los mediocres, malos y peores.

Bien se sabe que la buena política, es preciso practicarla integral y sistémicamente, ya que lo mismo apoya y sostiene, que unifica y modifica, que incorpora y actualiza.

Desde esta perspectiva, hay que insistir y repetir, parte de lo que la experiencia enseña. Esto es, que si las principales políticas gubernamentales (social, educativa, de salud, de seguridad pública, fiscal, monetaria, económica, etcétera), no están en sintonía, si unas a otras se contradicen, limitan y obstaculizan, se fomentan los conflictos y la inestabilidad social. Políticas gubernamentales ineficaces y a destiempo, de una u otra forma, favorecen el empobrecimiento, la inseguridad y los conflictos, lo cual, a la larga a nadie beneficia.

Cambiar lo que se deba cambiar

Piedra angular de la nueva etapa de la política y los políticos en México es la reforma constitucional que obliga al Estado mexicano y por tanto a los diversos ámbitos de gobierno, a reconocer, promover y garantizar los derechos humanos. No sólo a respetarlos y a mencionarlos en los discursos y boletines oficiales. El gobernante no otorga derechos y libertades, está obligado a respetarlos y garantizarlos; en el caso de una democracia, el electo no es otra cosa que un servidor público, obligado a servir a la sociedad y no a servirse de ella.

De ahí que si los electos o sea los gobernantes, junto con los funcionarios y trabajadores públicos no funcionan, o son un problema por su mediocridad, ineficiencia y hasta delincuencia, no hay razón ni justificación para soportarlos y padecerlos los períodos completos; tampoco para hacer que las pérdidas y daños aumenten, se pierdan oportunidades, tiempo y recursos. La revocación y la destitución son derechos de igual o mayor magnitud que los de elección.

Si a estos agregamos, o mejor dicho, si no olvidamos que tanto las leyes como las instituciones deben actualizarse y modernizarse, para hacer a todo tipo de gobierno (federal, estatal o municipal) funcional y oportuno, eficiente y efectivo. Entonces resulta prioritario legislar para innovar, reformar y hacer funcionar las normas y las formas institucionales. Mejorar capacidad de atención, de respuesta y de previsión gubernamental es un objetivo inaplazable.

Legislar para consolidar y mejorar, los pocos o muchos logros y avances; y desde luego, para corregir errores y desviaciones; evitar daños y pérdidas; llenar vacíos y evitar lagunas legales y eliminar sacrificios e injusticias. En ambos casos, el imperativo es mutatis mutandis (cambiar lo que se deba cambiar).

No se ignora que es imposible aplicar la ley que no existe; pero también, que legislación sin voluntad política de aplicación, es más simulación.

Hay que obligar a todo servidor público a cumplir y hacer cumplir, de lo contrario acostumbrarse a padecer y sostener la delincuencia gubernamental y su impunidad.

Pero este es otro tema del cual hay que hablar y mucho.

Veracruz hoy

En 2011, Xalapa tiene 2,348 cuartos promedio, con una ocupación de 49%. Para el mismo año, recibe 545,386 turistas, de los cuales sólo 7,290 son extranjeros.

Esto es, Xalapa recibe un promedio diario de 20 turistas extranjeros y 1,474 nacionales. Y a su vez, con 8,844 cuartos promedio y 42.6% de ocupación, Veracruz-Boca del Río recibe 1, 925,816 turistas de los cuales sólo 37,306 son extranjeros. Esto es diariamente llegan en promedio, 102 turistas extranjeros y 5,174 nacionales.