El arzobispo Hipólito Reyes Larios llamó a los servidores públicos a que atiendan al pueblo y no se sirvan de él para enriquecerse y obtener poder; tal y como ha sucedido en muchos gobiernos.
“En la búsqueda de los cargos públicos tenemos gente de todo tipo, desde personas sencillas hasta empresarios y académicos; en el Gobierno se les llama servidores públicos y por eso se esperaría de todos ellos una actitud de servicio (...) debemos trabajar con el criterio de Jesús y realmente ser servidores de los demás”.
Comentó que se debe trabajar sin envidias ni rivalidades, porque donde hay esas actitudes, imperan el desorden y muchos frutos de maldad; en cambio, los que actúan según la sabiduría de Dios son puros, pacíficos, misericordiosos, dóciles y personas confiables.
Lamentó que las envidias de hoy en día lleven a las personas a asesinar y hacer la guerra con tal de obtener, a la mala, lo que otros tienen.
“Aspiras a tener algo y como no lo alcanzas entonces asesinas, porque quieres tener algo que no está en tus manos y entonces haces la guerra; todo eso nos hace pensar lo que vivimos, porque cuántas personas se dedican a asaltar nada más por obtener lo que quieren pero sin trabajar, sin esforzarse o porque creen que la vida no les ha sonreído”.
Asimismo, cuestionó el hecho de que hoy los que se dedican al secuestro argumentan que ese es solamente su trabajo y quieran vivir bien a costa de dañar a otros.
“Uno se pregunta cuánta maldad puede haber en un corazón así, de alguien que no tiene compasión ni misericordia y todos los días tenemos ese tipo de noticias, no sólo en nuestro Estado, sino en todo el país”.
Señaló que la envidia lleva a cosas negativas y hasta pecaminosas, por lo que las personas tendrían que preguntarse por qué se dan estos conflictos y pleitos.
“Ustedes no tienen eso, pero lo pueden obtener si hacen oración, si se lo piden a Dios con fe, pero si no se los concede es porque algo están haciendo mal, quizá porque están pidiendo para gastarlo en placeres vanos”.
De igual forma, reiteró a los fieles en que hay que pedirle a Dios con fe las cosas buenas y no las negativas, que los echan a perder.