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Llegó el camión de mudanzas, cargado de ataúdes, de esperanzas rotas

- Al abrirse las puertas, la muchedumbre lanzó un suspiro; se percibió el tiro de gracia, pero en el alma - Cada año los hombres migran a otras ciudades a buscar trabajo; ¡Mejor estudien!, dicen las madres a sus niños

Ignacio Carvajal Garc?a San Andr?s, Ver. 17/09/2008

alcalorpolitico.com

Por la mañana los habitantes de la comunidad de Xoteapan andaban muy vivarachos, todos querían saber a qué hora llegarían los cadáveres de los 11 albañiles y jardineros ejecutados en el predio La Marquesa.

Como de Xoteapan eran 8 —el resto de comunidades aledañas— las autoridades determinaron que allí se “repartirían” los ataúdes Así, en iglesias, calles, escuelas y tiendas se formaban corrillos de personas que rumoraban sobre la posibilidad de que los cuerpos arribaran antes del mediodía.

“Que ya vienen por Orizaba, le acaban de avisar a mi mamá por teléfono”, dijo un niño que, descalzo, bajó corriendo a toda su velocidad las empedradas y sinuosas calles de Xoteapan. El muchacho se fue trotando por todo el pueblo, dando la noticia que generó los primeros cálculos para la hora del arribo. Tres horas, apostaban unos; dos y media, sostenían otros y nadie contaba con que el convoy en el cual trasportaban los restos, un viejo y maltrecho camión de mudanzas, se descompondría, generando un atraso de tres horas.

Pero la mayor preocupación era la de la familia Cinta Pólíto. Doña Nicolasa Pólito Málaga y Marcelino Cinta Ceba, padres de Santos, Pedro y Ángel Cinta Polito, tres de los ejecutados en EDOMEX, y además, tíos de otros dos que a su vez vivían bajo el mismo techo, tienen su casa en el extremo sur del pueblo, el cual es dividido por un río. A pesar de que hay unas 60 viviendas del otro lado de Xoteapan, no hay un puente.

La preocupación es: sin puente y con el caudal crecido después de la intensa precipitación de la madrugada, cómo pasarán al otro lado los restos de sus hijos y sobrinos para que, como marca el ritual sagrado, puedan celebrar los rezos y pedir por la salvación de los hoy finados.

“Desde hace 10 años, sabemos, se ha pedido al Ayuntamiento y al gobierno del estado ese puente, pero no nos han hecho caso; gobiernos vienen y van; candidato tras candidato viene al pueblo a prometer cosas y el puente. Se les da el voto, ganan y no regresan”, dijo Eloy Toto Temix, vecino de Nicolasa y Marcelino.

LLEGAN LOS ATAÚDES

El camión de mudanza con los restos de las 11 personas llegó a Xoteapan a la 13:30 horas. Docenas de personas se arremolinaron para escoltarlo hasta el atrio de la iglesia.

Y fue allí en donde se borraron todas las sonrisas; fue allí donde el pueblo, por primera vez, se tragó una fuerte dosis de la realidad generada por la falta de trabajo; el hambre y la miseria crónica que además, año con año, orillan a que la gente migre a otras ciudades a buscar mejores condiciones de vida. Y ya es un grito descarnado de una madre aquí y el gimoteo imparable de una hermana allá lo que enmarcó la descarga de ese camión de mudanzas, carro al que nunca nadie en este pueblo hubiese querido ver rodar por aquí.

La mayor parte de la gente del pueblo y de las comunidades vecinas se colocó en la parte posterior del camión a esperar que abrieran sus puertas y cuando ello ocurrió, echadas de par en par, saltó a la vista el cruel panorama: apilados, uno por uno, 11 ataúdes. El pueblo entero suspira. Se siente el impacto en lo más profundo del alma, suelta el agente municipal, David Pólito Toto. El intenso silencio y luego un murmullo desolado pegó tánto como el tiro de gracia que las víctimas recibieron.

La gente, los familiares, las autoridades locales, todos quieren ver y se dan de empujones por llegar adelante. Unos oficiales municipales meten orden mientras comienza, -por parte de los responsables del traslado y dos pueblerinos- el bajar de cajas, el nombrar a los caídos para solicitar la presencia de los familiares y cargarle a cada quien lo suyo.

Apiladas a un costado de la iglesia, las 11 cajas de diferentes colores y de manufactura económica, inspiran cierto temor. Las madres aprovechan el momento para recomendar a sus hijos estudiar y olvidarse de sueños adelantados de viajar al Distrito Federal u otra ciudad para emplearse; otras más se lamentan de la poca suerte de los muchachos y del pueblo: “Mire qué tántos y de a golpe”.

Tras la repartición de los féretros -ocho para Xoteapan, dos Techalpa y uno a Buenos Aíres- se anuncia la disposición de la Iglesia para prestar una capilla para los funerales, y evitar el paso del río con el riesgo de perder en la corriente alguno de los cuerpos. Sólo así se quitó la preocupación de la familia Cinta Polito. Además, habrá más compañía en la casa de Dios”, remató don Marcelino.