Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Madres, fortaleza de la familia, quienes con amor y disciplina se vuelven a toda prueba

- Karla Marina, hondureña que tras ser violada quedó embarazada y ahora planea llegar a Estados Unidos para sostener a su madre y su pequeño

- Lupita con apenas 18 años, rechazó propuesta de abortar a su bebé y prefirió tenerlo sola

Miguel ?ngel G?mez Ruiz Xalapa, Ver. 10/05/2016

alcalorpolitico.com


Click para ver fotos
Detrás de cada hogar en México o el mundo hay historias tristes y de éxito. Y aunque en muchos lugares haya habido triunfos, antes de eso se tuvo que pasar por infinidad de pruebas. En un mundo de hombres, las mujeres poco a poco se han abierto paso y algo es seguro, en la mayoría de los hogares ellas son el bastión.

Este 10 de mayo que celebramos el Día de las Madres presentamos tres historias de pruebas. Historias sencillas pero que son ejemplo de fortaleza y de cómo una madre, si se lo propone, puede librar cualquier obstáculo.

Centroamericana y sola



Karla Marina proviene de Honduras. Tiene la intención de cruzar todo el país para llegar a Estados Unidos pues su propósito es encontrar trabajo para mantener a su familia que consta únicamente de su hijo de apenas 6 años y su madre.

Lleva casi dos meses en territorio mexicano. De 40 años de edad, platica que fue violada en un barrio hondureño. Trabajaba en una casa en donde la trataban bien; sin embargo, en una ocasión salió más tarde de lo debido y fue violada por un sujeto, justo cuando pasaba al lado de un callejón, en Tegucigalpa.

Quedó embarazada y para ella todo fue más difícil. Su madre, quien tiene problemas de salud, ha sido su apoyo y no dejó de darle ánimos cuando Karla le dijo que pretendía cruzar territorio mexicano hasta llegar a la Unión Americana.



Mencionó que su deseo es encontrar un trabajo que le permita enviar dinero a su familia, para luego llevársela a Estados Unidos. Aunque algunos le han dicho que su sueño es imposible de cumplir, Karla Marina está convencida de que lo logrará.

Entrevistada apenas este lunes, comentó que en su país el Día de las Madres se celebra el segundo domingo de mayo: “Ayer no pude hablar con mi hijo, pero ¿sabe qué? yo pienso en él y que lo que hago por él”, comentó, mientras recibe alguna ayuda.

Ocasionalmente, gracias a las amistades que ha logrado, va a hogares a realizar la limpieza, pues asegura que es experta en mantener casas limpias. Su plan es viajar en unos días, quizá a Tamaulipas o quizá al centro del país, en busca de una mejor oportunidad. No teme a los peligros del camino, pues en su mente está el deseo de triunfar y de sacar adelante a su familia.



Las ganas de ser alguien

Lupita (*) tiene apenas 18 años de edad y un hijo de dos meses. Se embarazó poco antes de salir de secundaria y se juntó con el padre de su hijo. Como el chico de 17 no había hecho nada en su vida, la familia de Lupita les adecuó un cuarto, en Coatepec, para que pudieran vivir y educar a su hijo.

El muchacho ni siquiera se dignó a esperar la llegada de su hijo. Se aburrió y se fue, inclusive, de Coatepec.



“No sé nada de él, pero no importa. Ni me quería ni lo quise. Sólo recuerdo que de dos o tres veces que lo hicimos quedé embarazada”, explica la jovencita, quien apenas está dejando la niñez.

Tras el nacimiento de su hijo, Lupita decidió trabajar. Por las mañanas limpiaba casas y por la tarde atendía una lavandería. De figura delgada y una belleza que está oculta por el ajetreo y grandes ojeras, la jovencita asegura que volverá a la escuela.

Tiene el deseo de estudiar, cursar el bachillerato y con un poco de suerte, más su voluntad, estudiar para abogada: “Quiero una profesión, quiero que a mi hijo no le falte nada”.



Aunque pretendientes no le faltan, Lupita se concentra en trabajar y ahorrar el mayor dinero posible: “No estoy cerrada al amor, pero no es el tiempo ahora, mi prioridad es mi hijo”.

Alguna vez alguien de un grupo de feministas se acercó, cuando estaba embarazada y le sugirió abortar: “Era curioso que la señora me dijera eso, pues ella tenía dos hijos. Nunca pensé en matar a mi bebé. Hoy es mi razón de vivir”, aseguró.

Disciplina férrea



María Elena proviene de una familia tradicionalista. Su padre siempre fue estricto con ella y su hermana. Ambas se sujetaron a su autoridad. Salían poco. No tuvieron novio a los 13, 15 ó 18 años. Vivieron bajo un ambiente de orden y disciplina casi militar.

Cuando la joven inició sus estudios universitarios ocurrió algo. Su hermana comunicó a la familia que estaba embarazada. El padre era lo de menos, la joven lo anunció, hizo su maleta y se fue.

Como era lógico, María Elena fue más vigilada y vivió -prácticamente- en una cárcel. Hasta poco antes de morir, su padre la cuidó en demasía. Bueno o no, ella agradece los cuidados. Al día de hoy tiene 41 años y es madre de dos jovencitos.



En ambos embarazos su vida estuvo en peligro. De hecho, tras el nacimiento del segundo le tuvieron que operar para que no volviera a estar encinta, pues podría morir.

Sin embargo, ella se consagró a sus hijos. Aunque desea no comportarse como su padre en cuanto al cuidado y protección de sus hijos, ella cree que había algo de razón: “Aunque en aquél tiempo nuestro padre nos cuidaba y nos prohibía cosas, lo que tuvo sentido es que siempre trató de protegernos. Hoy cuando mis hijos salen a la escuela, el aire vuelve a mí hasta que llegan a casa”.

Divorciada de su esposo, María Elena ha tenido que afrontar distintos retos. Pero a pesar de todo, se ha sobrepuesto a muchas cosas, sobre todo cuando sus hijos se enferman: “Uno de ellos estuvo muy grave. Mi exesposo y yo tuvimos que trabajar muchísimo para costear sus tratamientos hasta que me dijo que no podía más y poco hemos vuelto a saber de él, pero mi hijo sanó”.



Ahora, sola en la crianza de sus hijos, ella hace todo lo posible por sacarlos adelante y agradece a su padre que haya sido estricto, pues ello le sirvió para estudiar hasta el final: “Mi padre me propuso que sacara adelante mi carrera y me concedería tener novio. Parece chistoso, pero hizo de mí una persona fuerte. Me ayudó a enfrentar errores pero ya con una fortaleza construida alrededor de mí. Me ayudó a tener carácter y a salir adelante, de ser posible sola. Si alguien piensa que soy buena madre debo reconocer que en gran parte se lo debo a mi padre”, reconoció.