Ante la incapacidad de funcionarios de la Dirección de Comercio del ayuntamiento de Veracruz para desalojar a un grupo de vendedores ambulantes y de artesanías en el Malecón, un contingente de elementos de la Marina tuvieron que entrar al “quite” para despejar la zona aledaña a la Torre de PEMEX; no se reportan lesionados ni personas detenidas.
Poco después de las 9 de la mañana, el director de Comercio del municipio, Gilberto Sánchez Iglesias, arribó al punto mencionado en compañía de varios inspectores y elementos de la Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río ataviados con el traje antimotines para impedir que los comerciantes de Comodoro Azueta se colocaran, como cada semana, en los bajos de la Torre de PEMEX.
Ante la amenaza, los ambulantes se agruparon y comenzaron a discutir con los funcionarios, pidiendo el diálogo y la salida de los elementos policiacos; sin embargo, Sánchez Iglesias iba decidido a retirarlos, ocasionando la primera refriega entre inspectores y comerciantes. Los elementos del orden en todo momento estuvieron al margen del asunto, esperando la orden para desalojarlos.
Pasaron más de dos horas entre discusiones e insultos entre ambos bandos, cabe resaltar que algunos de los funcionarios del municipio llevaban aliento alcohólico y mostraban un comportamiento retador con los inconformes.
La resistencia fue encabezada por Juan Chilón de la Cruz y Rafael Casas Gómez, líderes del comercio ambulante, que, armados con un altavoz, lanzaban consignas contra Gilberto Sánchez Iglesias, además, azuzaban a sus seguidores a no caer en las provocaciones de los funcionarios.
“Ese alcalde Jon Rementería es un mentiroso, en campaña me dijo que no le pasaría nada a mis Marías, las abrasó, las cargó y las besó, a ellas y a sus hijos, y prometió que a mis chapanecas no les pasaría nada si era Alcalde, que lo apoyáramos, y nos mintió. Que renuncie”, gritaba Juan Chilón desde su alta voz.
Al notar la belicosidad de los ambulantes, Sánchez Iglesias se replegó con sus inspectores. Por espacio de media hora los ambulantes lanzaron consignas contra el PRI y también contra el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, a ratos contra el ayuntamiento y a otros contra el PAN y la Federación.
En un tramo de la protesta, un grupo de mujeres fueron por varios carros de raspados, los cuales empujaron como si fueran unidades artilladas, desafiando la autoridad policiaca y de los inspectores. Se produjeron algunos jalones entre ambos bandos para frenar el ingreso de los carros, pero fue inútil, los ambulantes los sometieron y se burlaban desde el altavoz.
Al ver que triunfaron, a uno de le ocurrió ir por un puesto de artesanías, otro se trajo el de muñecos y otro más fue por sus estructuras para montar su puesto.
Fue allí cuando los ánimos de Sánchez Iglesias se prendieron y en persona de plantó ante los comerciantes pidiéndoles no colocar más puestos, que estaba prohibido. En ese momento se produjo otra refriega, quizás la más fuerte, triunfando de nueva cuenta los ambulantes.
Todo esto se desarrollaba frente a las instalaciones de la Tercera Zona Naval. Al notar el alboroto y la incapacidad de los inspectores y oficiales para contener el disturbio, un comandante de apellido Foullox, de casi dos metros de altura, armado, salió a ofrecer su apoyo a Sánchez Iglesias, quien de inmediato lo aceptó.
Todavía los funcionaros llamaron a Rafael Casas y a Juan Chilón de la Cruz, que se quedaron atónitos al ver desfilar ante su alboroto a un compacto grupo de marinos, armados, con pasa montañas, y macanas blancas en manos.
Sánchez Iglesias:
- Señores, este es el último apercibimiento que se les hace. Deben desalojar la zona.
Rafael Casas:
- Por qué traen a los marinos, no somos delincuentes. Solo queremos trabajar, nuestro respeto para las fuerzas armadas, pero qué hacen acá.
Oficial Foullox:
- Nosotros no tenemos nada que ver con ustedes, ni con el municipio, únicamente venimos de apoyo, deben despejar la zona.
Rafael Casas:
- Señor, pero, no nos van a golpear.
Foullox:
- No, cooperen.
Apenas escuchó las palabras del oficial, Rafael Casas (conocido vividor de los ambulantes, de hecho estaba en nómina de Jon Rementería), fue el primero en replegarse al fondo, dejando abandonados a sus seguidores y a Juan Chilón, que seguía gritando, tal vez en su dialecto de los Altos de Chiapas, epítetos a las fuerzas del orden.
Así, los marinos completaron lo que llevó horas y algunos golpes y numerosas mentadas a los funcionarios municipales. Los mismos comerciantes, al ver que los soldados estaban dispuestos a no dejarse intimidar, solos se retiraron, echando sus pertenencias a sus vehículos.
Al paso de las horas, organizaron una marcha por el centro de la ciudad y pararon en el ayuntamiento, donde ya eran esperados por un buen nutrido contingente de elementos policiacos que les frenaron el paso.