El coronel no tiene quien le escriba:
Así como en la novela del laureado escritor Gabriel García Márquez, mi padre, el célebre Antonio Amezcua Carriedo, murió lamentablemente de cáncer en la garganta y prácticamente en la miseria, esperando el primer pago de su merecida pensión de vejez por parte del Instituto de Pensiones del estado de Veracruz; sin embargo con la promesa –o el pretexto– del pago, le llegó finalmente la muerte.
Hoy, a seis meses de su fallecimiento, el IPE debe a su familia la pensión por muerte y aproximadamente 2 mil 600 pesos de gastos funerarios que fueron tramitados pocos días después de su partida, ya hay acuerdos desde hace medio año –el 94077 y el 38078 respectivamente–; pero "todavía no saben cuándo salen los pagos".
Al igual que lo hicieran con mi padre, –pero yo sí tengo vida y elementos para presionar al personal del IPE– me cuelgan el teléfono cuando pido informes. Estamos desesperados, pues nos encontramos en un proceso de sucesión testamentaria; ahora recurrimos a medios periodísticos para que nos escuchen y el instituto tenga la dignidad de al menos darnos una explicación.
Atentamente
Biol. Matías Antonio Amezcua Trigos
Teléfono: (…)
Celular: (…)