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Sección: Vía Correo Electrónico

Ojalá que llueva café en el campo

Jorge Salazar García 19/11/2018

alcalorpolitico.com

Nunca supe cuándo ni con quién convenía mi madre para llevarnos a mis hermanos y a mí, al corte de café. Recuerdo que un carro de redilas, muy destartalado, pasaba por la avenida Américas (aún de terracería) para llevarnos entre saltos y zangoloteos, según yo lejísimos, a las fincas de Don Justo Fernández (Las Ánimas) donde al llegar nos daban indicaciones, tenates y sacos para pizcar el grano. Considerando que era un párvulo en ese entonces, eso no era un trabajo para mi sino toda una aventura. La finca, la gente, las bolitas rojas, los tenates, los pájaros, los perros, la chiquillada y las carreras entre el follaje de las matas de café, suplían por completo el sentido del tiempo: ¡disfrutaba de todo! Aún permanecen alojados en mi memoria el griterío infantil mezclado con el parloteo de los cortadores adultos y los sabores de la comida compartida alrededor de una fogata. El cansancio no existe a esa edad ni el interés por la paga. Por supuesto, para mi madre cosechar café era otra cosa; representaba un ingreso aliviador para nuestras carencias materiales. Nunca hubo mayor sorpresa, el hecho del corte lo era en sí mismo. Todavía ahora me parece un sueño, que llegó así nomás como se fue.

Lo anécdota anterior viene a cuento por la crisis sin precedente que vive el campo Mexicano, específicamente el cafetalero, importante fuente potencial de riqueza social, hoy casi destruida por el modelo neoliberal depredador aplicado durante 5 sexenios. Sus resultados no pueden ser más dañinos: México fue desplazado del primer lugar mundial como productor de café orgánico, ya no existe precio de garantía (lo fija la bolsa de New York), su calidad disminuyó al ir sustituyendo variedad Arábiga por la Robusta, la cual requiere deforestar[2] las tierras y suministrar agroquímicos adicionales. Todo esto generado por el Estado para brindar trato preferencial a los grandes productores y empresas trasnacionales como la Nestlé. Si a lo antes mencionado le agregamos los daños ocasionados por las plagas (roya, hongo, broca) y la sobreproducción mundial que convirtieron a México en un importador de café, entonces, de continuar igual, el panorama es desolador. Ese es el país real, imposible de ocultar, legado por Peña Nieto. Créalo, en él se vive una tragedia: hay éxodo de campesinos hacia las ciudades y migración hacia el Norte; pulula la violencia e inseguridad, no existen empleos y la miseria es una realidad hiriente.



¿Hay remedio contra esta debacle?

Al menos la población rural que votó por AMLO, así lo cree. En el proyecto de Nación 2018-2024, concretamente en el eje de Economía y Desarrollo se propone la implementación de “sistemas agroforestales de cultivos intercalados” (árboles frutales maderables, maíz y frijol, etcétera), siendo uno de sus compromisos específicos atender las “nuevas exigencias en el cultivo del café orgánico de exportación” y de manera general, pero igualmente importante, entregar los apoyos directamente al productor. El presidente electo sabe que el café aporta el 0.66% del PIB agrícola nacional[3] e involucra a más de medio millón de productores en 14 Estados distribuidos en 480 municipios. Veracruz es uno de ellos y registra alrededor de 120 mil personas relacionadas con el café, siembran 140 mil hectáreas ubicadas en 100 municipios, de los cuales, el 85% están en condiciones de pobreza. Estas cifras ubican al Estado como importante productor, por esta razón se espera sea beneficiado en igual proporción, considerando que el gobernador electo pertenece al mismo partido del Presidente. Con voluntad política, Cuitláhuac García podría contribuir a revertir la caída del sector simplificando requisitos, eliminando restricciones a los productores ejidales, comunales, pequeños y medianos propietarios con el propósito de recuperar la productividad y la calidad del café.



Veracruz es estratégico para la economía nacional, por ello no sorprende que sea aquí donde se esté impulsando un modelo de producción construido desde abajo, basado en la consulta directa. Uno de sus impulsores, José Antonio Rocha, a través del Comité Estatal Sistema Producto Café, promueve la regionalización y estratificación del sector para garantizar la rentabilidad y sustentabilidad de la producción. El plan rector contempla un diagnóstico, identificación de variables, alternativas de solución, metas, estrategias, seguimiento, evaluación y retroalimentación. De igual manera se plantea agilizar mecanismos de transparencia y actualización del padrón, democratizar la estructura organizativa y reforzar la articulación del gremio. En los aspectos técnicos se pretende mejorar la capacitación de sus integrantes, gestionar más asistencia técnica y programas de mejoramiento del cultivo combatiendo las plagas sin perjudicar al medio ambiente; y por supuesto, racionalizar los recursos destinados a infraestructura y servicios para las comunidades con mayor pobreza. Por supuesto, con este modelo se busca también reforzar el mercado nacional a través de la comercialización sin coyotajes y diseñar campañas enfocadas a incrementar el consumo interno de café en grano (no del soluble); el cual, por cierto es muy bajo (1.3 kg anual percápita) comparado, por ejemplo con Finlandia que registra una ingesta del aromático de 12 kilos anuales por personas.
Se oye muy completo y parece que los dirigentes del sector así lo han juzgado, sólo se espera sea adoptado por las autoridades federales (SAGARPA) como una herramienta más para sacar al campo de su abandono y lleve beneficios a los pequeños productores y sus familias “pa que la realidad no se sufra tanto.”*




[1] *Titulo de la canción de Juan Luis Guerra, éxito del grupo Café Tacuva.
[2]Se deforestan 150 mil hectáreas por año.
[3] Fuente: SAGARPA 2016; Secretaria de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación