Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

La función electoral de algunos “superdelegados” de la 4T

Jorge Salazar García 24/02/2020

alcalorpolitico.com

Desde octubre del 2018, miles de brigadistas fueron desplegados por el territorio nacional. Su propósito fue recabar la información necesaria para cumplir con los programas sociales de la Cuarta Transformación.
Durante el periodo de transición, se les vio, calle por calle, tocando puertas, ubicando y registrando a los beneficiarios de los programas “Becas para el bienestar” (a menores de 18 años en pobreza extrema), “Jóvenes construyendo el futuro” (destinado a estudiantes universitarios y jóvenes desempleados), “Bienestar de las personas adultas mayores” (>68 años), “Bienestar de las personas con discapacidad”, “Sembrando vida” (para la creación de sistemas productivos en el campo) y de otros más. Al principio portaban una camiseta blanca, después un chaleco color marrón, ambos con la frase “Servidor de la Nación” impresa. Hasta finales del año pasado, habían sido contratados alrededor de 33 mil personas, jóvenes principalmente y debido a que la mayoría de ellos tenía alguna relación con la estructura electoral de MORENA, la oposición, viendo la paja en el ojo ajeno, tachó a esos programas como electoreros.

Esas críticas arrecian después del nombramiento de los encargados estatales de dar seguimiento a los programas sociales de AMLO, porque algunos elegidos eran los presidentes de MORENA a nivel local. Los llamados "superdelegados" son convertidos en los enlaces entre las Secretarías de Estado y los gobiernos estatales, concentrando oficialmente amplias facultades en las Coordinaciones Estatales de Desarrollo. Dependen de la Secretaría de Bienestar y una de sus principales responsabilidad es evitar el uso proselitista de esos programas. El primero de diciembre (2019) entraron en vigor los 32 nombramientos, uno por cada Estado (Manuel Huerta en Veracruz). La razón de Estado para crear esta nueva figura es desaparecer la intermediación de coyotes, caciques, gestores, charros, etcétera, en la entrega de los recursos destinados a la gente pobre.

A finales del año pasado (24 de octubre), la titular de la Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, informó que “nueve superdelegados estaban bajo investigación por el uso indebido de los programas sociales”. Este acto sumado a la expresa separación del gobierno, de MORENA y a la exigencia presidencial, hecha el pasado 2 de diciembre a los delgados estatales, de NO incurrir en actos de proselitismo electoral o partidista, prueba que la intención de no permitir la CORRUPCIÓN es tan real como la existencia del nepotismo, tráfico de influencias e ilícitos electorales en algunas de esas representaciones oficiales.



En dicha estructura administrativa, los “Servidores de la Nación” se encuentra en el último escalón de la escala de mando. Son ellos quienes deben entrar en contacto directo con la gente dando cumplimiento a las instrucciones de uno de los 300 coordinadores, quienes a su vez obedecen al superdelegado respectivo. Lamentablemente, las buenas condiciones laborales para todos están ausentes. Es inútil quejarse, levantar la voz o exigir derechos. El nepotismo y la discriminación les persigue frecuentemente pero es la inestabilidad en el empleo su peor flagelo. Estos “Servidores de la Nación” pueden ser despedidos a capricho al término de cada mes ya que una de las cláusulas de su “contrato” exime de cualquier obligación laboral a la Secretaría de Bienestar. Cito:

“Que tengo conocimiento que la contratación de servicios profesionales por honorarios NO constituye una relación laboral con la Secretaría de Bienestar, NI confiere DERECHOS ni responsabilidades de continuidad más allá de los efectos del contrato realizado entre la dependencia y el que suscribe”.

Esta es, precisamente, el arma principal utilizada por esos malos delegados y coordinadores para hacer que sus instrucciones (acarreos proselitistas) sean cumplidas sin remilgos o protestas de ninguna clase.



Si bien es cierto que AMLO logró separarse del partido que lo llevó al poder, también lo es que su decisión dejó a MORENA en manos de arribistas y oportunistas, cuyas prioridades son el DINERO y el Poder. Las consecuencias están ya presentes: el partido no se moviliza, no castiga la corrupción; tampoco se vincula con las luchas sociales. Guarda silencio estructural ante las demandas populares y ha empezado a tolerar la mentira y la traición de aquellos delegados corruptos afiliados en sus filas.

Están provocando al tigre.