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Sección: V?a Correo Electr?nico

Opina que debemos analizar obras públicas de otras ciudades para tomar las que sí nos beneficien

15/03/2013

alcalorpolitico.com

A propósito del "borlote" vial que a diario estamos padeciendo los xalapeños y asociados y por qué no decirlo, del "caos mental" que experimentan los tomadores de decisiones, surgen algunas reflexiones que se han venido cocinando en la mente de este servidor y que me gustaría compartir –con todo respeto y haciendo uso de la "libertad de expresión" que me otorga la Constitución– con ustedes, lectores asiduos de éste tan concurrido medio informativo, al cual agradezco la apertura.

Basta de demagogia.

Alguna vez un filósofo quiso que los gobernantes fueran "gobernantes-filósofos"; fracasó: no es posible tal unión. Si me equivoco hacérmelo saber, que para eso estamos, para equivocarnos, si no pregúntenle a quienes proyectaron los recientes "pasos peatonales a nivel –obras "tan complejas" constructivamente hablando– que un error en las pendientes es fácil comprender y justificar, sobre todo si el trabajo se realiza por la noche, cuando nadie ve.

Más adelante aprendimos que los gobernantes de la antigua Tenochtitlan se destacaban por realizar obras públicas de gran magnitud y precisamente por medio de esas obras era evaluada su capacidad de gobernar. Ese esquema –según entiendo– prevalece en nuestros días: Si un gobernante hace "x" número de obras en el lapso de su mandato fue un "gran gobernante" si no, no. Así de simple. Ahora bien, dicha obra tiene que ser algo monumental: ¡un puente! ¡Una mega glorieta! ¡Un acueducto gigantesco! ¡La escultura más bella jamás vista! ¡El arco de entrada a la ciudad! ¡La fuente! ¡La avenida! ¡El paseo! ¡El parque! ¡Eso! ¡Se tiene que ver que el dinero se invirtió bien! ¡Que el pueblo esté contento, porque sus impuestos han sido utilizados de la mejor manera!

Eso aprendimos, eso vivimos, eso nos contaron. La verdad es que pocas obras en Xalapa nos han dejado un buen sabor de boca. Quiero decir ninguna. Quizá exagero. Ustedes juzguen. ¡Y lo que se avecina!

Hay que buscar un título que impacte, que venda. Ya sé: "Movilidad 360": donde el auto sigue siendo el eje de pensamiento. FATAL ERROR.

Bueno, ¡pero si estamos impulsando el uso de las bicicletitas! en realidad no todo es para el auto particular. También estamos haciendo rampas para los "discapacitados", "calles peatonales", vamos a "reestructurar" las rutas de los camiones. ¡Perfecto!: ahora escuchen a quienes "pedalean", a quienes padecemos diariamente los atropellos de algunos monstruos energúmenos al volante, a quienes esperamos durante 40 minutos al Ruta 2, a las 10 de la noche y cuando viene vacío y otro vacío atrás y otro lleno más atrás como si fuera un trenecito.

Escuchen a quienes caminamos por Xalapa, a quienes por convicción lo hacemos, porque estamos convencidos de que aún se puede caminar, de que el tiempo es un aliado, no un enemigo. Escuchen al indigente, al anciano, al que usa la bici no por hobby, sino porque tiene que cargar el periódico que vende, al pepenador, al niño, al estudiante, a la ama de casa. Acaso ellos sepan más de urbanismo que quienes permanecen detrás del escritorio.

¡Escuchen a quienes saben! para acabar pronto. Igual y se cuela por ahí un funcionario.

¡Nooo! pero es que hay que ir a pintar ya la rayita de la ciclovía ¡para el álbum de fotos! ¡Para el twitter! para que nos nombren "municipio amigo del ciclista", ¡municipio sustentable, o sostenible, o ecológico, o eco-sustentable, o eco-sostenible, o eco-sus-sostenible-eficiente energéticamente, amigo de la tierra!

Pero la culpa la tenemos también nosotros, los ciudadanos, por dejarnos, por no tener el valor, desde todos los estratos, desde todos los niveles, desde donde nos encontremos, de decir "eso está mal hecho", "ya hay estudios sobre eso", "¡miren! en tal lugar del mundo se hizo eso, analicémoslo y veamos si se aplica nuestro contexto".

Si, la culpa es nuestra también; somos unos "analfabetos urbanos" en términos de Paulo Freire. Porque nuestra conciencia está oprimida. Hace falta que alguien venga y nos enseñe a hacer ciudad; alguien que nos despierte la conciencia y, ya concienciados, haya acción, haya participación, haya verdadera política, presión y crítica.

No, pero eso no les conviene a muchos, a la élite.

Nombre (…)