Ir a Menú

Ir a Contenido

Sección: Estado de Veracruz

Las palabras de la ley

Paz y proceso electoral

Salvador Mart?nez y Mart?nez Xalapa, Ver. 21/03/2017

alcalorpolitico.com

El pueblo mexicano está sufriendo el efecto devastador del ajuste que están realizando quienes ejercen el poder en el mundo. El paisaje más cercano que nos circunda es espeluznante: “Balacera en Coxquihui entre policías y un comando armado deja seis muertos”, “Asesinan en Yanga al reconocido periodista cordobés, Ricardo Monlui”, “Hallan en fosa de Alvarado a familia de Querétaro desaparecida en 2016; suman 47 cráneos”, “Asesinaron a joven mujer a balazos en Isla, este domingo” alcalorpolítico.com (19/03/2017) y así un largo y doloroso, etcétera.

La idea principal que traemos a la memoria es la siguiente: la democracia, por definición, es una técnica de convivencia orientada a la solución no violenta de los conflictos (Luigi Ferrajoli). La evocación importa porque el panorama que se observa en nuestra región es apocalíptico. Es verdad jurídica que no estamos presenciando una guerra y el Apocalipsis es un libro de combate. Pero…

La realidad que alcanza nuestra mirada, según algunas voces, es genocida y es resultado de los terrorismos de Estado y no institucional. El adjetivo calificativo “apocalíptico” empleado es adecuado ya que, aseguran quienes saben de estas cosas, no es ningún despropósito hacer una lectura “política” del Apocalipsis. El autor de ese libro bíblico es mordaz al escoger el lenguaje que utiliza contra aquellos que se inclinan “bestialmente” ante la bestia: son “tibios”, “infieles”, “idólatras”, “mentirosos”.



El Apocalipsis, según dicen aquellos que saben, es una requisitoria en toda regla contra el poder imperial. Dicha mirada, sin embargo, no es suficiente para contemplar cabalmente las alegorías que representan los jinetes del Apocalipsis: la conquista en su caballo blanco (en nuestros tiempos de cariz económico), la muerte y su caballo bayo, la guerra y su caballo rojo y el hambre que monta su caballo negro.

De cara a estas calamidades no es válido asumir una actitud estoica y adoptar poses muy dignas en tanto la República se hunde. Porque, y he aquí el concepto jurídico, “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental” (Constitución Política, artículo 40).



De este modo se desgranan las ideas que aquí se difunden. La tesis de que el concepto de democracia es una noción compleja que implica una delicada combinación de contenidos legislativos y de formas procedimentales respetadas de suerte que el poder sea del pueblo; y, en la medida en que sea del pueblo, será para el pueblo. Una de esas formas son los procesos electorales y vale mencionarlo cuando se está inmerso en los comicios para elegir a las autoridades municipales de Veracruz.

El parecer de alguna autoridad en la materia es que no basta para hablar de democracia que se dé el poder de la mayoría, ni siquiera ejercido constitucionalmente (o sea en un Estado de derecho en el cual esté ausente el despotismo) ni que se respete un haz de libertades de los habitantes del territorio. Todo eso hace falta, pero no basta. Sólo hay democracia en la medida en que tal conjunto de formas de ejercicio político se realiza sin estar instrumentalizado por una oligarquía que manipula las instituciones en su propio beneficio.



No hay poder del pueblo si no es para el pueblo. Así se pone en evidencia un aspecto de la deuda que tenemos con las mayorías populares (aquella de que hablara el salvadoreño Ignacio Ellacurría). Pero, la democracia sólo es plena en un régimen republicano. Existen razones por las cuales se sabe que sin república —sin completa abolición de cualesquiera situaciones dinásticas, aun de las presuntamente ceremoniales— no puede haber genuina y total democracia. El término <<tiranía>> es el más recomendable y el más recomendado para caracterizar los regímenes que implican situaciones anticonstitucionales violatorias de los cánones de buena praxis política

Hay quienes suelen hablar de la Edad Media como una época de oscurantismo. La afirmación es certera, no porque esa época esté caracterizada siempre por la barbarie sino por lo poco que sabemos de ella, pues se trata un periodo histórico muy extenso. En la historia reciente, una era verdaderamente caracterizada por el oscurantismo (= barbarie) es el siglo XX: dos guerras mundiales y muchas guerras regionales, entre otras, se distingue la guerra de Vietnam. Pero, lo que se está observando en los inicios del siglo XXI es otra cosa, algo que regocija a los fervorosos devotos del milenarismo (chiliasmo) y también a poderosos políticos como “Mister Trump” o quienes ostentan semejante perfil.

Yerra quien lea en este artículo una visión catastrofista de las cosas, el comentario tiene como destinatarios a todos aquellos que saben que cuando el ser humano, varón o mujer, siente que ya no sabe qué hacer, aún le queda el supremo recurso del pensar. ¡Ya no podemos seguir manteniendo la inteligencia en el olvido!



[email protected]