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Sección: Estado de Veracruz

Pobladores huyen hacia el río presas del pánico por explosión de ducto de PEMEX

- Cuando suenan las alarmas o se escucha una detonación, las familias emprenden la huida

- Aseguran que PEMEX no ha facilitado ningún tipo de acercamiento con la comunidad, para establecer protocolos de seguridad

Alfredo Santiago Hern?ndez La Venta, Tabasco. 07/04/2013

alcalorpolitico.com

“Vivimos, dormimos, trabajamos y comemos con el miedo todos los días”, coinciden los pobladores de la comunidad Aquiles Serdán de Villa La Venta, donde este domingo una vez más ocurrió una explosión en un gasoducto de Pemex, con resultado de tres obreros heridos.

Este humilde poblado se ubica a 500 metros del río Tonalá, aproximadamente 600 metros lineales de agua, que divide a los estados de Tabasco y Veracruz, y que funciona como ruta de evacuación para los atemorizados habitantes.

La mayoría labora como campesinos o pescadores, otros más han logrado colocarse como obreros en las compañías subcontratadas por la paraestatal; hombres, mujeres y niños que han aprendido a vivir, si es que así se le puede denominar, con el miedo de morir a consecuencia de un accidente en las instalaciones de Pemex.

Cuando suenan las alarmas o se escucha una detonación, rápidamente las familias huyen hacía el río Tonalá, los más afortunados logran embarcarse en las pequeñas canoas, otros deciden cruzar nadando el caudaloso afluente para llegar a tierra segura en suelo veracruzano, señala José Cruz Almeida, caporal de uno de los ranchos.

La carretera que comunica hacia Aquiles Serdán comunica directamente hacia el Complejo Procesador de Gas La Venta, huir hacia la autopista no es una opción, habría que cruzar decenas de gasoductos con el riesgo que esto implica.

Juan Pérez López, quien nació y ha vivido por cuarenta años en el poblado tabasqueño, asegura haberse adaptado, aunque el temor nunca desaparece, huir hacia el río se convirtió en una forma de vida, lo ve como algo normal.

Pemex no ha facilitado ningún tipo de acercamiento con la comunidad, para establecer protocolos de seguridad en caso de una contingencia, no hay rutas de evacuación, carreteras seguras o garantías.

Ignacio Domínguez, otro de los habitantes, señala que no desea que sus hijos crezcan con el miedo de morir cada que suena la alarma u ocurre un accidente en los ductos, pero no tiene más que la tierra heredada de sus padres, pantanos sembrados de gasoductos y oleoductos que datan de hace más de cincuenta años, no hay opción, sólo dormir, comer, vivir y convivir con el miedo.