Temen habitantes de Nogales estragos por posibles barrancadas

Las barrancadas que se registran cada año aumentan su intensidad, precisaron habitantes del río La Carbonera y Chiquito donde ruedan en cada temporada de lluvias una gran cantidad de piedras, troncos y árboles al incrementar el cauce de los ríos.

Las riberas del río La Carbonera son claro ejemplo de los estragos que han dejado las temibles barrancadas que a su paso arrancaron de raíz árboles y arrastrado piedras de cuatro metros de circunferencia.

Fueron vecinos de la comunidad Piedra Gacha quienes señalaron que en los últimos tres años las barrancadas han sido más intensas y el temor constante es el riesgo de que se registre una de mayores magnitudes, similar a la ocurrida en 2003.

“Aquí cuando eso suceda nadie estará a salvo; allá abajo antes de los límites con Río Blanco el agua del río subió y alcanzó hace dos años unas casitas construidas con madera”, recordó Gustavo Benítez, habitante del lugar, quien a pesar del riesgo que corre continúa viviendo a las riberas del río.

Dijo que el impacto del agua, arrancó de raíz árboles de siete y nueve metros de altura y arrastró piedras de colosal dimensión las cuales atoró en la base del puente de Río Blanco que sirve de división con Nogales.

La fuerza de la naturaleza fue tal, señala Gustavo, que socavó además muros de contención, bardas y se llevó todo lo que encontró a su paso, incluyendo una vaca; “afortunadamente no hubo pérdidas humanas que lamentar”.

Sonia Martínez, ama de casa y vecina del lugar solicitó a las instancias de Gobierno la construcción de muros de contención que eviten que el impacto del agua socave barrancas o cimientos de casas que fueron construidas a escasos metros del lugar.

Desafortunadamente, señaló el director de Protección Civil del Ayuntamiento, Carlos de la Garza Villela, no se pueden invertir recursos municipales en una zona federal porque no está permitido.

Tampoco está permitido el asentamiento humano en las franjas de zona federal ni en ríos ni en ductos de PEMEX y aun así desde Mendoza hasta Río Blanco hay al menos 400 familias viviendo de manera irregular en zonas de alto riesgo.