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Sección: Estado de Veracruz

Sursum Corda

Tener un corazón de hijo para con Dios, un corazón de madre para con los demás, un corazón de juez para consigo mismo

Pbro. José Juan Sánchez Jácome 22/02/2021

alcalorpolitico.com

Se ha dejado sentir la bondad y la ternura de la Palabra de Dios que en estos días de cuaresma se pronuncia en términos completamente diferentes a lo que estamos acostumbrados a escuchar en el ambiente.

Los tiempos están profundamente marcados por la confrontación y la descalificación. A pesar de que hay un ambiente de sufrimiento generalizado y de que reina la incertidumbre, las pasiones se han desbordado y los ataques mediáticos y políticos están a la orden del día.

Cuando se esperaba una actitud de mayor sensibilidad, respeto y consideración por la situación crítica que estamos pasando, más bien se nota un ambiente de crispación que desconoce la tragedia y se obstina en la confrontación. Ha sido muy desalentador constatar que el mismo gobierno propicia la crispación y descalificación, desdeñando por completo el sufrimiento que pesa sobre la población.



No hay sensatez y cordura ni siquiera frente a la tragedia que se vive y por desgracia la clase política no asume su responsabilidad para apaciguar los ánimos y tender puentes de entendimiento en los que se logre un ambiente de respeto y comprensión que mitigue en parte el dolor que siente nuestro pueblo.

En un tiempo en el que se vive de manera generalizada en la confrontación y descalificación, cuánto se aprecia el tono amable y paternal de la Palabra de Dios que se propone tocar los corazones para lograr una verdadera reconciliación. En un ambiente de abierta confrontación, cuánto se necesita este llamado a la reconciliación.

Estos días de cuaresma nos acercamos a Dios con la intuición y la sensación de que, en efecto, tenemos tanto que cambiar. A diferencia de otros momentos de la vida en los que mostramos mayor orgullo y cerrazón, ahora caemos en la cuenta de que tenemos que cambiar, que hay cosas insostenibles en nuestra vida y que el pecado nos ha orillado a la confrontación y la corrupción.



No necesitamos grandes discursos y técnicas novedosas para tomar conciencia de nuestra maldad y nuestro pecado. El pecado salta a la vista cada vez que nos duele el alma, y también cuando se genera el desorden y la descomposición que reinan en nuestra sociedad.

De manera amable la Palabra nos hace un llamado, en nombre de Cristo Jesús, para que nos convirtamos de nuestro mal proceder y nos reconciliemos con Dios. Se invoca el bendito nombre de Jesús para que nos sensibilice en este proceso de toma de conciencia de nuestro pecado y para buscar la reconciliación.

Incluso se llega a notar la urgencia con la que la Palabra nos invita a la reconciliación. Es decir, no podemos provocar mayor dolor y amargura, ni podemos exponernos a nuestra propia destrucción. Este es el tiempo favorable para deponer nuestras malas inclinaciones y reconocer nuestro mal proceder.



Se trata de un llamado urgente para rescatar a tiempo a las personas, para detener el sufrimiento generalizado y para poner las bases de la sociedad y convivencia que tanto anhelamos. Sería inhumano y perverso radicalizar la confrontación simplemente por intereses políticos completamente ajenos y deplorables ante las verdaderas urgencias que hay en nuestra sociedad. Ha muerto tanta gente y hay mucho sufrimiento que sigue postergando la recuperación económica, moral y espiritual de tantas personas.

En este proceso de conversión será fundamental el regreso a Dios. No bastan los buenos sentimientos para afianzar este proceso de conversión. Muchas veces nos hemos sentido dispuestos a cambiar y hemos experimentado la buena fe para ser mejores. Sin embargo, sentimos el peso del ambiente y la fuerza de la tentación que hace venir a menos cada uno de esos buenos deseos.

Además de los buenos sentimientos y las buenas intenciones necesitamos una disciplina para poder lograrlo. La cuaresma se constituye para nosotros en ese tiempo de esfuerzo y disciplina para afianzar el cambio que tanto nos conviene.



Es coyuntural esta cuaresma para responder estructuralmente al ambiente de descomposición y sufrimiento generalizado que hay en nuestra sociedad. Que atendamos este llamado a la reconciliación para que aprendamos a acusarnos a nosotros mismos buscando la cercanía y la paz con Dios y con los demás.

Decía Fray Luis de Granada: “El hombre debiera tener un corazón de hijo para con Dios, un corazón de madre para con los demás, un corazón de juez para consigo mismo”.