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Sección: V?a Correo Electr?nico

Todo lo sólido se desvanece en el aire…

Manuel Mart?nez Morales 28/01/2013

alcalorpolitico.com

En memoria de Feliciano García Aguirre.
Finalmente una campaña en forma, la máquina en toda su capacidad, para desaparecerl@ a usted y a tod@s l@s que se le asemejen. La identidad de quienes forman la sociedad se afirma con el odio hacia usted. ¿Su culpa? Ser diferente…
El Sup Marcos, comunicado: Los dolores de abajo.

De lo que no somos muy conscientes es que, hasta el momento, el sistema económico vigente –léase capitalismo corporativo- funciona como una máquina. Nos tragamos la ilusión de que la forma social es obra de nuestros propios actos y decisiones y rechazamos aceptar que solamente somos un engranaje más de lo que un amigo mío llama “la máquina trivial”: aquella que está perfectamente diseñada para que sea del todo predecible lo que producirá –dados insumos conocidos, el “input”- en cada momento, el “output”.

Como dice Marcos en uno de sus recientes comunicados: “… pero volvamos a la máquina. Su funcionamiento es muy sencillo. Es autosuficiente (o “sustentable”, como luego se dice). Produce sí, ganancias desorbitantes… ¿Qué? ¿Invertir parte de esas ganancias en paliar el hambre, el desempleo, la falta de educación? ¡Pero si precisamente son esas carencias las que hacen andar esta preciosura! ¿Qué tal, eh? Una máquina que produce al mismo tiempo el combustible que necesita para andar: la miseria y el desempleo.”

Pero todo esto no son más que marcas de nacimiento de la máquina capitalista; desde su origen algunos pensadores lograron dar con la clave de su funcionamiento. Nada más memorable que aquellas certeras frases enunciadas en el aún vigente –para disgusto de muchos- Manifiesto del Partido Comunista:

“La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales…Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias e ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo sólido se desvanece en el aire…”.

Y la máquina capitalista –nada trivial- continúa con su incesante producción de desorbitantes ganancias para una minoría; miseria y hambre para el resto que con su trabajo produce precisamente la riqueza de la que se apodera la minoritaria clase dominante. La máquina produce también el opio necesario para que se acepte que así es como debe ser, que no hay alternativa posible. Así pues incluye también un estudio de tv, uno de radio y una mesa de redacción –dice Marcos: “No son para ver televisión, ni escuchar radio, ni leer periódicos y revistas, eso es para mal nacidos. Son para producir la información y el entretenimiento de quienes hacen andar la maquina. ¿No es genial?”

Todo lo sólido se desvanece en el aire: Mediante todos estos artilugios, también producto de la máquina, se desvanece también (poco a poco o de chingadazo) la conciencia de la realidad, siendo sustituida por imágenes enajenadas y enajenantes para que al menos nos conformemos con el sitio en que la misma máquina nos ha colocado o decidamos colaborar alegremente como operarios de ésta.

Todo lo sólido se desvanece en el aire: Hay otra crisis -afirma Pablo González Casanova- la de la sociedad del conocimiento. Es la crisis del conocimiento de los rulers, de los dueños y señores de corporaciones y complejos, ya sean gerentes de las megaempresas, o jefes de gobiernos reducidos a gerentes de sus países. Todos ellos buscan que venga el capital corporativo a salvarnos, porque dizque va a crear empleo, cuando ya se sabe que por cada empleo que las corporaciones crean se pierden cientos entre los pequeñas y medianas empresas y hasta en los trabajos de los artesanos y vendedores de la calle. A sabiendas de eso el mentiroso argumento se usa hasta por los gobiernos que se dicen socialistas, que ponen en marcha políticas para ser competitivos a costa de los trabajadores y las juventudes y de los habitantes de la tierra, de los suelos y subsuelos, de las fuentes de agua y las fuentes de vida. El arte globalizado de gobernar consiste en ocultar la realidad para construir la sociedad del desconocimiento. (Palabras de Pablo González Casanova en el seminario Planeta Tierra: movimientos antisistémicos en el Cideci, Chiapas, el 1º de enero de 2013. La Jornada, 26/01/13)

Todo lo sólido se desvanece en el aire: La máquina, cuando así conviene, puede desvanecer bosques, costas, poblaciones enteras y si “usted la pone en modo ‘destrucción/despoblamiento-reconstrucción/reordenamiento’ hace milagros. Vea este ejemplo: ¿ve usted esos bosques? No, no se preocupe por esos indígenas… sí, son del pueblo Mapuche, pero podrían ser yaquis, mayos, nahuas, purépechas, maya, guaranís, aymarás, quechúas. Bueno, oprima usted el botón “play” y vea cómo desaparecen los bosques (también los indígenas, pero ésos nunca importan), ahora vea cómo todo se convierte en un páramo, espere… ahí llegan las máquinas, y ¡voilá!: ahí tiene usted el campo de golf que siempre había soñado, con su fraccionamiento exclusivo y con todos los servicios. Ah, maravilloso ¿no?” (Ellos y nosotros. La máquina en casi dos cuartillas, comunicado zapatista. Enero de 2013)

Todo lo sólido se desvanece en el aire: No perdamos de vista que este proceso de destrucción/despoblamiento-reconstrucción/ reordenamiento se extiende también a lo cultural. La máquina capitalista para su funcionamiento demanda homogeneidad de insumos y productos, pues la producción en serie de mercancías homogéneas es el otro signo distintivo de la máquina, ya que de otra manera no funcionaría eficientemente, es decir no produciría ganancias. Para ello se requieren también hombres y mujeres –engranajes de esta terrible máquina- homogéneos, es decir que no muestren diferencias que harían disfuncional a la máquina. Así, salen sobrando aquellos hombres y mujeres que no se engranan a la maquinaria ni aceptan sus dictados: indígenas, homosexuales, punketos, anarquistas, jóvenes inconformes, ancianos, críticos del sistema, mujeres rebeldes…

Entonces la máquina se vuelve contra los diferentes y, ya sea mediante el sistema educativo (¿?), la represión directa, la cooptación o el lavado de cerebro, intenta asimilarlos como insumos útiles para la producción, ¿qué tal el término “capital humano”? ¿No es revelador? ¿O el de “ninis”?

Todo lo sólido se desvanece en el aire: el ministro japonés de finanzas Taró Asó, quien estudió en Stanford, hace poco pidió a las personas mayores de edad “que se den prisa en morir” porque sale muy caro que sigan vivos, y se recorta aún más el gasto social en aquel país. En México, los fondos de pensiones se han desvanecido, no el aire sino en los bolsillos de los políticos y funcionarios ladrones quienes también apresuran a los trabajadores más viejos a morirse pues ahora pretenden fijar la edad de jubilación en 75 años, cifra mayor a la esperanza de vida de los hombres en este país.

Todo lo sólido se desvanece en el aire: Un indígena en un país dominado por extranjeros. Una parvada de helicópteros militares se dirige a sus tierras. La prensa dirá que la ocupación del parque eólico impedía la disminución de la contaminación o que la selva estaba siendo destruida. “El desalojo era necesario para reducir el calentamiento global del planeta“, dice el secretario de gobierno.

Todo lo sólido se desvanece en el aire: Un campesino frente a un ejército de abogados y policías escuchando que la tierra que trabaja, donde nacieron y crecieron sus padres, sus abuelos, sus tatarabuelos, y así hasta que el tiempo se confunde, es ahora propiedad de una empresa inmobiliaria y es acusado de estar despojando a los pobres empresarios de algo que legalmente les pertenece. A la cárcel.

Todo lo sólido se desvanece en el aire.

(Debo a mi gran amigo por más de un cuarto de siglo, Feliciano García Aguirre, el haberme acercado a estas ideas cuando hace tiempo me recomendó la lectura del libro “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, de Marshall Berman. Por ello escribí este artículo en su memoria.)