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Sección: V?a Correo Electr?nico

Espacio ciudadano

Una luz en la oscuridad

Jorge E. Lara de la Fraga 19/06/2013

alcalorpolitico.com

“En la ciencia no hay preguntas prohibidas, no hay verdades sagradas…” Carl Sagan.


Hace poco entré a una librería del centro de Xalapa para curiosear, para hacer “un poco de tiempo”, ya que iba a una reunión. No tenía en mente comprar algo en particular, pero ya en el interior de tal inmueble y observando los materiales bibliográficos me llamaron la atención por lo menos 4 textos, dos novelas, un tratado de ética y un compendio de reflexiones científicas de la autoría del astrónomo, escritor y divulgador norteamericano Carl Sagan. Tomé la decisión, por razones económicas, de adquirir finalmente una novela (de la cual comentaré en otra ocasión) y ese libro de Sagan que responde al título de “El mundo y sus demonios”, que ya va en su quinta edición. Puedo decirles que no me arrepiento de mi decisión, pues en la lectura de los primeros capítulos asimilo que el gran investigador, además de sus aportaciones diversas, fue un gran defensor del pensamiento escéptico y del método científico, que a pesar de morir a los 62 años de edad, está considerado como uno de los promotores de la ciencia más influyentes de la época contemporánea.

Expreso por esta vía que el científico-escritor aludido es autor de más de una veintena de textos y también de numerosos artículos y de publicaciones especializadas. Tuvo la cualidad singular de transmitir con sencillez y de manera didáctica las ideas científicas y los aspectos culturales al público no especializado, lo cual efectuó por la vía escrita y por la vía audiovisual (proyección “Cosmos: Un viaje personal”). Se dice que desde pequeño Sagan “comenzó a expresar” una fuerte curiosidad por la naturaleza. Observaba el firmamento y a los 5 años visitaba la biblioteca pública para conocer más sobre las estrellas, toda vez que sus compañeros, amigos y sus padres no le ofrecían respuestas claras. En el curso de su desarrollo visitó el Planetario y el Museo de Historia Natural, lo cual influyó en su mente y en su imaginación. Uno de sus biógrafos expresa: “esos primeros años en los que Carl trataba de comprender, entre otras cosas, los misterios de los planetas, se convirtieron en la fuerza motora durante toda su vida, fueron una chispa continua para su intelecto.”



Podría seguir hablando más de Sagan, de su carrera científica, de sus trabajos en la NASA, de su actividad docente-académica en importantes instituciones, pero deseo recalcar en este espacio que ese ameritado astrofísico y cosmólogo se distinguió, ante todo, como un abanderado de la ciencia y como un adversario de los charlatanes, de los agoreros y de los “engaña-bobos”; se le cataloga como un “cruzado” a favor de la evidencia y de la verdad objetiva. “Desenmascara de forma convincente las abducciones por extraterrestres, los canalizadores, el fraude de los adivinadores, la Cara de Marte, los brebajes mágicos, las curaciones milagrosas, entre otras muchas falacias …” Lamentaba que por los medios masivos de comunicación a los jóvenes y niños se les proyectara a cada momento violencia e ignorancia. Esos infantes y adolescentes –decía– ven continuamente asesinatos, violaciones, crueldad, superstición, credulidad y consumismo. Se interrogaba en los siguientes términos: “¿Qué tipo de sociedad podríamos crear si, en lugar de lo anterior, les inculcáramos de manera accesible la ciencia y asimismo un soplo de esperanza?…”

Trataré de incorporar algunas de las reflexiones de Carl en este artículo, a fin de que se interesen los lectores y adquieran algunos de sus trabajos. Enfáticamente indicaba que es muy fácil encontrar relatos espurios, pseudocientíficos, que hacen caer al crédulo en la trampa; mucho más difícil es hallar tratamientos escépticos–reflexivos. A varios los engañan con fantasías como la Atlántida, como el Triángulo de las Bermudas o con esos socorridos ovnis que sobrevuelan continuamente por los alrededores de nuestro planeta, todo lo cual lo atribuye Sagan a ese analfabetismo científico prevaleciente en los momentos contemporáneos. No tuvo empacho en catalogar a su mismo país como una nación atrasada, con un 95% de ignorancia científico-tecnológica, lo cual le alarmaba sobremanera.

Invito a todos a que lean “El mundo y sus demonios”; a través de sus 25 apartados el autor ratifica que la ciencia es como una luz en la oscuridad, algo que es necesario fortalecer y avivar en estos tiempos de incertidumbres y de fuertes contradicciones humanas.



JELF/halt

Atentamente

Profr. Jorge E. Lara de la Fraga.