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Sección: Estado de Veracruz

Venció el cáncer de mama pero su hija murió de este mal; cuídense, aconseja

- Superó el cáncer de mama, pero vio morir a su hija por este mal que tuvo diversas manfiestaciones

- Asegura que fue más difícil ver a su hija enferma de cáncer que padecerlo ella

Miryam Rodr?guez Hern?ndez Orizaba, Ver. 21/10/2012

alcalorpolitico.com

La noticia fue tajante “usted tiene cáncer, el grado no lo sabemos, pero necesitamos operar”; así comenzó un calvario de Gloria, que al paso del tiempo se transformó en un dolor más profundo, el motivo esta enfermedad que en muchos casos mata.

Como sus citas médicas eran en Puebla, ahí el doctor le informó sobre el padecimiento que tenía y que no había otra opción sino que intervenir quirúrgicamente.

Decidió regresar a su ciudad natal, Orizaba, pero en el camino encontró una iglesia en donde su corazón no pudo más y estalló en llanto, cuando permanecía hincada elevando una plegaria al Creador.

Después, con el alma más tranquila decidió emprender el viaje de regreso. Al llegar a casa encontró a una de sus adolescentes hija, el recibimiento fue muy efusivo de parte de la joven, pero el rostro de su madre reflejó la preocupación.

Gloria, sin esperar un solo segundo se sentó y charló con ella, le explicó que tendrían que operarla, pero no solo eso sino que le extirparían un seno, el izquierdo, situación que sin duda alguna le haría perder parte de su estética, pero que quizá le salvaría la vida.

Esta muchachita rompió en llanto, por su mente pasó la idea de que su madre moriría, sin embargo no dudó en decirle que contaba con todo su apoyo. El segundo trago amargo vino por la noche cuando expuso esta situación a su menor hija.

Y el día llegó: Gloria viajó a la ciudad de Puebla, se internó en el hospital “Guadalupe” y puso su vida en manos de Dios; de ahí los médicos hicieron su tarea, después de cinco horas de cirugía, la cual estuvo interrumpida por una falla en el corazón, concluyó satisfactoriamente, luego fue enviada a recuperación y más tarde a su cuarto hospitalario.

Al paso de cuatro días y con una herida de 40 puntos, la valiente mujer viajó de regreso a Orizaba a fin de estar con sus seres queridos, que en este caso se centraba en sus dos hijas, los demás eran familiares que la apoyaban.

A su regreso sabía que la primera batalla la había librado, pero iniciaría la de las quimioterapias, seis para ser exactos, cada una de estas con un refuerzo, que consistían en una aplicación también de este medicamento pero en menor dosis.

Las sesiones fueron difíciles, pero la idea de seguir con vida por sus princesas, como ella las llama, fue el motivo más importante para aplicarse todas estas; al finalizar ese trayecto inició el de la ingesta de “Tamoxifeno” una especie de quimioterapia pero en pastillas que ingirió durante cinco años.

Durante todo este tiempo de “quimios”, la herida fue cicatrizando, su enfermera de cabecera siempre fue su hija la menor a quien ella le decía Negrita, porque la mayor, la Güerita le fue difícil poder enfrentar ver a su madre mutilada y prefería ayudar en otras situaciones, quizá las de casa pero no las de curación.

Las hojas del calendario fueron pasando hasta cumplirse cinco años después de la cirugía y los tratamientos. Un buen día durante su cita, el oncólogo le dio una excelente noticia a este fémina: la primera alta, es decir el primer escalón de superación del mal ya había llegado y le dijo que tal parecía que en su caso no habría reincidencia, pero que a los diez años le darían su alta definitiva, misma que llegó en el tiempo adecuado.

Un año más pasó, ella estaba feliz junto con sus dos hijas, pero la felicidad comenzó a verse empañada por una serie de padecimientos en la chica mayor. Fiebres, baja de peso, dolores diversos, gripes, enfermedades del estómago entre otros, de inmediato consultaron médicos por espacio de tres meses, el mal no lo encontraban.

Ante una serie de males simples, que no permitían el esclarecimiento del mal, decidieron internar a la “Güerita”; solo bastó una mañana en el hospital para que se evidenciara la presencia de una masa extraña, un tumor en la axila.

El oncólogo pidió intervención quirúrgica para extirpar ese tumor del cuerpo, ahora delgado y desgastado de la muchachita. Lo antes posible se hizo: la pequeña tumoración se envió al patólogo con carácter de urgente.

Cuando los resultados llegaron el médico los dio a conocer, era cáncer. Gloria sabía de qué le hablaban, ella ya lo había padecido, sabía lo que significaba esto para su hija mayor, sin embargo se dijo que tendría que librar esta batalla, que por cierto era más difícil que la que ella misma había vivido.

La primera quimioterapia llegó, los días fueron difíciles, pero se tornaron aún más complicados cuando una semana después de salir del hospital la joven enfermó, regresó al hospital y ahí murió.

Gloria quien había logrado superar el cáncer de mama, se preguntaba una y otra vez por qué su hija no lo había hecho, solo comprendió que la vida está trazada para cada uno de los seres humanos.

Hoy con mucho dolor en el corazón por la pérdida irreparable que sufrió, narra lo que vivió como ejemplo para decirles a todas las mujeres que la lucha contra el cáncer se debe dar, no importando la gravedad del problema, aunque en su corazón sabe que las batallas se ganan, pero que al final no siempre la corona es de triunfo en la guerra, pero que vale la pena pelear.