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Veracruz debería ser anfitrión en festejos del Bicentenario, propone Garcimarrero

- Fue en los Tratados de Córdoba donde se consumó la independencia, en agosto de 1821 - Antes, corrió mucha sangre, excomuniones, fusilamientos, decapitaciones, traiciones y otras bajezas

Xalapa, Ver. 18/09/2009

alcalorpolitico.com

El colmo de la paciencia

Los mexicanos tenemos que ponernos de acuerdo en qué es lo que vamos a conmemorar en el año 2010. La independencia no, porque esa no llegó automáticamente con el grito de Dolores, sino once años más tarde y después de mucha sangre, excomuniones, fusilamientos, decapitaciones, traiciones y otras bajezas de toda laya, hasta que se firmaron los tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821 donde España, por mano y firma del Virrey Juan O’Donojú, reconoció la independencia del nuevo imperio mexicano, condicionado aún a que fuera monárquico y constitucional, con vistas de imponer un emperador de la casa real española. No contaron con la astucia de Agustín de Iturbide.

Por conducto de su gobernador actual, Veracruz, debiera tomar la iniciativa para ser el anfitrión de los festejos del bicentenario precisamente en torno al 24 de agosto del próximo año; eso le daría dimensiones nacionales a todos los personajes que intervinieran en la celebración; pero habría que entrar en una dinámica de guerra política para lograr la sede de la celebración nacional.
(OJO tío Fide, ojo diputado por Córdoba).

Dos posibles resistencias podrían encontrarse, una razonable sería la de que el acta de independencia se firmó en México, ahora D. F., el 28 de septiembre de 1821 y por ello correspondería hacer la celebración allá. La otra resistencia la opondría la tradición del 16 de septiembre, lo que llevaría a pensar en el pueblo de Dolores como sede del festejo, pero bueno, queda dicho que no celebraremos el colmo de la paciencia de los mexicanos por 300 años de atrocidades, sino la culminación legal de una lucha justa en busca de la libertad.

De todos modos, nada impide que en agosto del 2010 los veracruzanos hagamos nuestra fiesta en Córdoba e invitemos a toda la república.

En el orden mismo de las ideas de no celebrar el agotamiento de la paciencia, sino el logro de la paz, la justicia y la libertad, debería extinguirse la actual pachanga del 20 de noviembre y reconocerse el 5 de febrero de 1917 como la fecha verdaderamente memorable de la revolución mexicana, porque no es el sacrificio de los hermanos Cerdán lo que justifica el movimiento social, sino la promulgación de la Constitución la que vino a confirmar las garantías individuales y a descubrir las garantías sociales de los mexicanos, las cuales aún disfrutamos.

Viva México jijos del maiz.
Alfredo Magno Garcimarrero Ochoa